Marcelo Wio
Para PorIsrael
La maquinaria palestina se ha puesto en marcha otra vez: alentados por la negligencia y la desmemoria selectiva de la comunidad internacional, ahora, y como parte de la continua estrategia (y necesidad) de crear una realidad acorde a sus circunstancias, exhuman un cadáver que servirá para señalar, una vez más, a Israel como el gran mal de este mundo (y los otros que invente la narrativa palestina).
En el diario argentino La Nación, se podía leer, el día 28 de noviembre de 2012 un artículo titulado Exhumaron a Arafat para investigar si fue envenenado, que informaba:
«‘Si se encuentra polonio, habremos descubierto la verdad, y si no, queremos que continúen investigando hasta que determinen qué tipo de veneno fue utilizado’, declaró [Abudullah] Al-Bashir [médico jordano que dirige el equipo que investiga la muerte de Arafat.] en una conferencia de prensa. Según los registros médicos, Arafat falleció a causa de una hemorragia cerebral provocada por una infección intestinal».
Es decir, que el equipo médico, actuando muy «científicamente», ya ha decretado a priori –y sin más prueba que la imaginación – que Arafat fue envenenado, y que, si no se hallase polonio, se continuará «investigando» hasta que dicha hipótesis sea confirmada: hecho que ya ha confirmado el médico, por otra parte, al sostener, tácitamente, que un «veneno fue utilizado». Con lo cual, es lógico, según este razonamiento, que finalmente «den» con el mismo.
El medio argentino continuaba diciendo que:
«El momento político de la exhumación es altamente sensible, entre otras cosas, porque tuvo lugar menos de una semana después del cese del fuego entre Israel y el movimiento islamista Hamas, que gobierna en la Franja de Gaza, luego de ocho días de intercambio de cohetes en los que murieron más de 160 personas, casi todos ellos palestinos».
Además de tener lugar luego de un cese el fuego, tiene lugar un día antes de la presentación de la propuesta palestina en la ONU. Llamativa, cuanto menos, esta sucesión de hechos.
Por otro lado, no se trató de un «intercambio de cohetes», cuya ambigüedad no ubica un agresor y una parte que responde. Sumado a que no se trata de una agresión puntual, sino de una lluvia permanente que, desde 2001, supone un total de 12.800 cohetes y morteros, según informa el blog del Ejército de Defensa de Israel. Un dato que ningún periodista serio puede obviar a la hora de informar del conflicto árabe-israelí.
Por su parte, y volviendo a la exhumación, el diario estadounidense Los Angeles Times, aportaba algunos datos más:
«No se permitió a los miembros de los medios de información ser testigos de la apertura de la tumba; el sitió fue sellado por una tela azul».
Los Angeles Times también informó que Tawfik Tirawi, jefe del comité palestino que investiga la muerte de Arafat, remarcó en una conferencia de prensa, luego de la exhumación que los restos del líder palestino fueron manipulados únicamente por palestinos y que ninguno de los expertos internacionales tocó el cuerpo.
Finalmente, el medio sostenía:
«Los palestinos dijeron que si se determina que la causa de la muerte fue el polonio, tendrán evidencia sólida de que Israel está detrás de la misma. ‘Una vez que obtengamos la evidencia, iremos a pedir que la Corte Internacional de Justicia haga el seguimiento de este asunto, y este será nuestro primer caso luego de convertirnos en estado no-miembro de la ONU’, dijo Tirawi, ex jefe de la inteligencia palestina».
Si la sucesión de hechos, sin tener en cuenta estos datos, llamaba la atención, más lo hace ahora, cuando ésta podría convertirse en la primera vía de usufructuar la casi segura elevación de su estatus en la ONU: presentar una demanda en la Tribunal Penal Internacional contra, seguramente, Israel. Es decir, también tienen un culpable de antemano (como si las internas palestinas no contaran para montar una «investigación»); sólo resta encontrarle un nombre al «veneno».
Los medios (y los «investigadores» palestinos e internacionales), parecen haber olvidado datos de la realidad altamente relevantes.
El diario El País de Uruguay daba a conocer, el 3 de septiembre de 2003 que:
«El premier palestino, Mahmud Abbas, (Abu Mazen) presentó ayer su renuncia al cargo como corolario de su enfrentamiento con el presidente Yasser Arafat, lo que desató una grave crisis en el gobierno de la ANP…».
Por su parte, el medio chileno Nacion.cl daba cuenta, el 15 de noviembre de 2004 de un ataque por parte del brazo armado de Al Fatah contra la facción liderada por Abbas:
«Los temores de una lucha entre facciones palestinas para llenar el vacío de poder que dejó con su muerte el histórico líder Yasser Arafat, comenzaron a tomar cuerpo ayer, luego de que el ‘número 1’ de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y candidato presidencial del movimiento Al Fatah para las elecciones del 9 de enero, Mahmoud Abbas (Abú Mazen) salió ileso de un confuso tiroteo en Gaza…
[…]
…un grupo armado de unos 30 hombres, identificados como miembros de las Brigadas de Al Aqsa, brazo armado de Al Fatah, irrumpió en el lugar y comenzó a disparar en todas las direcciones al grito de ‘Ni Abú Mazen, ni Dahlan. Yasser Arafat'».
¿No es válido, acaso, para los medios, recuperar esta información? Máxime cuando la noticia gira en base a supuestos emanados desde los propios palestinos.
Es más, el diario español El País publicaba, el 8 de diciembre de 2001, una crónica donde informaba:
«Representantes del Gobierno palestino y del movimiento integrista Hamás tratan de llegar a un pacto para poner fin a la crisis surgida en Cisjordania y Gaza, tras la oleada de detenciones de dirigentes y militantes fundamentalistas de los últimos días y que ha constituido el enfrentamiento más grave entre integristas y Yasir Arafat en los últimos años. El pacto contempla el posible levantamiento del arresto domiciliario del líder de Hamás, el jeque Ahmed Yasín, a cambio de que este movimiento anule la campaña de desobediencia civil a la Autoridad Palestina.
[…]
Aunque Hamás mantiene la campaña de desobediencia civil contra la Autoridad Palestina, sus dirigentes, como prueba de buena voluntad, aconsejaron ayer a sus huestes mitigar las movilizaciones callejeras programadas para el mediodía, a la salida de las mezquitas, coincidiendo con el entierro de uno de sus militantes, Ahmed Akram Silmi, de 22 años, muerto por disparos de la policía palestina durante el asedio a la casa del jeque Yasín«.
Por otra parte, si Arafat murió por causas dudosas, ¿por qué no se realizó una autopsia en su momento? Además, ¿los médicos que lo atendieron en París, no le hicieron prueba alguna durante sus dos semanas de estancia en el hospital?
La agencia de noticias Europa Press indicó, el 28 de noviembre de 2012:
«Ocho años después, se desconoce la verdadera causa de la muerte de Arafat, ya que los médicos franceses que lo trataron dijeron que no habían podido establecerla, aunque entonces los medios hablaron de una enfermedad relacionada con el riñón o de cáncer.
Los medios de comunicación sugirieron después de su fallecimiento que el responsable podría ser el Mossad, el servicio de inteligencia exterior de Israel».
Es decir, que los médicos no pudieron establecer la causa de la muerte, pero los medios, aún así, «sugirieron» que el responsable podría haber sido el Mossad. Acaso los medios, ¿no están para informar? La creación literaria (la ficción), ¿sigue estando a cargo los escritores? ¿O el mundo está completamente patas arriba? ¿Si es así, cuál es la realidad? Y tan importante, ¿se avisa con antelación cuando la cambian?
Univision avanzaba otra teoría más, que no genera tanta prensa como la que pone a Israel del otro lado de la supuesta pócima asesina:
«Su muerte en un hospital en Francia en noviembre de 2004 es todavía un misterio para muchos. Aunque la causa inmediata de su fallecimiento fue una apoplejía, nunca ha sido clara la causa esencial de una enfermedad que lo aquejó en sus últimas semanas, dando pie a persistentes teorías de conspiración, [o] de que tenía cáncer, sida o que fue envenenado».
¿Cómo se llegó a esta exhumación?
A raíz de una investigación lanzada por el canal de televisión árabe Al-Jazeera y un laboratorio suizo, en julio pasado, que descubrió rastros inusuales de polonio 210 en ropas pertenecientes a Arafat.
El American Journalism Review, en un artículo (21/04/2011) titulado The Al Jazeera Effect (escrito por Sherry Ricchiardi) sostenía que la cadena catarí, según le comentó el jefe de la oficina de Washington de Al Jazeera a la revista Time, el medio recibe cientos de millones de dólares anuales por parte de los monarcas; a la vez que aseguró que la inversión ha dado sus dividendos en «poder y prestigio».
Datos anecdóticos aparte, la crónica indicaba que:
«En la estela del 9/11, Al Jazeera transmitió declaraciones de Osama bin Laden e informó desde dentro de las filas de los talibanes, ganándose la reputación de ser el portavoz de los terroristas. En Octubre de 2001, un editorial del New York Times señaló a Al Jazeera había informado que los judíos habían sido avisados con antelación para que no fueran a trabajar al World Trade Center el día de los ataques…
Los errores a lo largo de los años, han alimentado la preocupación sobre la agenda de la cadena.
Un ejemplo repetido con frecuencia es el de la fiesta de cumpleaños organizada por el jefe de la oficina de Beirut de Al Jazeera para un militante convicto por el asesinato de cuatro israelíes, incluida una niña de cuatro años. Al Jazeera saludó a Samir Kuntar [el terrorista en cuestión], liberado en julio de 2008 en un intercambio de prisioneros, como a un héroe…».
Por otra parte, el canal de noticias CNN daba a conocer la noticia del arresto, en España, de un periodista de Al Jazeera:
«La policía española arrestó a Tayseer Allouni y lo acusó de ser miembro de [la organización terrorista] Al Qaeda».
Pero lo más llamativo, es lo que revela Tal Samuel-Azran en su libro Al-Jazeera and Us War Coverage respecto de una carta que la cadena le envió al presidente español José María Aznar a modo de protesta por la detención:
«En numerosas ocasiones periodistas occidentales se han reunido secretamente con organizaciones secretas y no fueron sujetos a ningún tipo de acción legal porque estaban haciendo su trabajo. Por lo tanto, ¿por qué Allouni está siendo excluido [recibe un trato diferencial]?»
Para Al Jazeera, Al Qaeda es sólo una organización secreta; amén de intentar presionar a un país soberano en cuestiones judiciales de ese país (sin notar que en España existe una división de poderes real).
Las hemerotecas, ¿No están para algo más que para juntar polvo y olvido? Informar de un hecho, ¿No implica ubicarlo en su justo contexto? En este caso, dejar en claro que se trata de afirmaciones de funcionarios palestinos en medio de una llamativa secuencia de hechos; y que otras variables se yuxtaponen en la propia noticia.
¿Retener y recordar el pasado es un acto que pasará, paradójicamente, al olvido?
Fuente y difusión: www.porisrael.org
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