Daniel Pipes
National Review Online
27 de Noviembre de 2012
http://es.danielpipes.org/12284/gaza-pasillo-filadelfia
Original en Inglés: Gaza’s Not the Key, Philadelphi Is
La Segunda Guerra Hamás-Israel del 10 al 21 de noviembre despertó un agitado debate en torno a los aciertos y los errores, apelando cada parte al enorme bloque de indecisos (19 por ciento de los estadounidenses según CNN/ORC, 38 por ciento según Rasmussen). ¿Es Israel un estado criminal sin derecho a existir, y mucho menos a hacer uso de la fuerza? ¿O es una democracia liberal moderna con un estado de derecho que protege de forma justificada a inocentes civiles? La moralidad impulsa este debate.
Para cualquiera en sus cabales, es evidente que los israelíes tienen toda la justificación para protegerse de ataques aleatorios. Una viñeta de la Primera Guerra Hamás-Israel de 2008-09 muestra simbólicamente a un terrorista palestino disparando apostado tras un cochecito de bebé contra un soldado israelí delante de un cochecito de bebé.
La diferencia más clara entre las dos partes. |
La pregunta más delicada es cómo impedir más guerras Hamás-Israel. Algo de contexto: Si los israelíes están plenamente justificados a la hora de protegerse, su gobierno también ostenta la total responsabilidad de crear esta crisis autoinfligida. En concreto, llevó a cabo dos desafortunadas retiradas unilaterales en el año 2005:
- De Gaza: Ariel Sharón se hizo con la reelección como primer ministro en enero de 2003 burlándose en parte de un rival que pedía la retirada unilateral de todos los soldados y residentes israelíes de Gaza; luego, inexplicablemente, en noviembre de 2003 adoptaba esta misma política y la implantaba en agosto de 2005. Tildé esto en aquel momento de «uno de los errores más graves cometidos nunca por una democracia».
- Del pasillo de Filadelfia: Bajo presión estadounidense, de la Secretario de Estado Condolizza Rice en especial, Sharón firmó un acuerdo en septiembre 2005, llamado «Acuerdo de Conciertos», que retiraba a los efectivos israelíes del Pasillo de Filadelfia, un área de 14 kilómetros de largo por 100 metros de ancho que separa Egipto de Gaza. La desventurada «Misión de Ayuda Fronteriza de la Unión Europea en el Paso de Rafaj» (EUBAM Rafah) ocupó su lugar.
El Pasillo de Filadelfia tal como existía hasta noviembre de 2005. |
El problema era que las autoridades egipcias habían prometido dentro de su tratado de paz de 1979 con Israel (III:2) impedir «los actos o amenazas de beligerancia, hostilidad o violencia», pero en la práctica toleraban el contrabando masivo de armamento con destino a Gaza a través de los túneles. Según Dorón Almog, antiguo responsable militar del Mando Sur israelí a principios de 2004, «el contrabando tenía una dimensión estratégica» porque implicaba las cantidades suficientes de armamento y material «para convertir Gaza en un trampolín de lanzamiento de ataques progresivamente más penetrantes en territorio israelí».
El Mayor General israelí en la reserva Dorón Almog avisó de los actuales problemas a principios de 2004. |
Almog consideraba estas políticas «una jugada peligrosa» del régimen Mubarak y «un grave riesgo estratégico» que podía «poner en peligro el acuerdo de paz egipcio-israelí y amenazar la estabilidad de la región entera». Él atribuía la relajada postura egipcia a una mezcla de opiniones antisionistas entre el estamento oficial egipcio y cierta disposición a dar salida al sentir antisionista de la opinión pública egipcia.
Sharón firmó de forma arrogante el «Acuerdo de Conciertos» en contra de la firme oposición del estamento de la seguridad israelí. Por supuesto, al eliminar esta capa de protección israelí, se produjo un «incremento exponencial» del arsenal de Gaza como era de esperar, culminando en los proyectiles Fajr-5 que este mes alcanzaban Tel Aviv.
Para permitir que los soldados israelíes impidan que las armas alcancen Gaza con eficacia, David Eshel en el Defense Update defendió en 2009 que el ejército israelí recuperara el pasillo de Filadelfia elevando su tamaño hasta «ser una barrera de seguridad totalmente estéril de unos 1.000 metros», incluso si esto significaba desplazar a unos 50.000 residentes de Gaza. Curiosamente, Ahmed Qurei dio el visto bueno de la Autoridad Palestina a la adopción de medidas parecidas en 2008.
Almog va más allá: destacando la profunda implicación iraní en Gaza, defiende convertir el pasillo de Filadelfia en territorio de exclusión ampliándolo a unos 10 kilómetros. Idealmente, escribe, el Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos construiría este obstáculo contra el contrabando y el ejército norteamericano jugaría un papel constante vigilando la frontera. La segunda opción es que los israelíes lo hicieran en solitario. (El Acuerdo Gaza-Jericó de mayo de 1994 todavía en vigor da lugar a una «zona de Instalaciones Militares» bajo control total israelí — el pasillo de Filadelfia en la práctica — dando a Jerusalén el sustento jurídico para recuperar esta crucial frontera).
En contraste, Michael Herzog, antiguo alto funcionario del ministerio de defensa israelí, me dice que es demasiado tarde para que Israel recupere el pasillo de Filadelfia; que la presión internacional sobre Egipto para detener el flujo de armas a Gaza es la solución. De igual forma, el ex embajador Dore Gold respalda la creación de «conciertos» conjuntos entre Estados Unidos e Israel destinados a mantener a raya el armamento nuevo.
Yo soy escéptico con un papel norteamericano eficaz, sea militar o diplomático; los israelíes tienen por sí solos los incentivos para clausurar las transferencias de armamento. Los gobiernos occidentales deberían indicar a Hamás que animarán a Jerusalén a responder al próximo ataque balístico retomando y ampliando el pasillo de Filadelfia, impidiendo así mayores agresiones, tragedias humanitarias y crisis políticas.
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