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| domingo diciembre 22, 2024

Breve historia del antisemitismo, 1ra. parte: Desde los orígenes hasta Roma


Israel Winicki

 

Antisemitismo: agitación política, social y económica o de cualquier otro tipo en contra de los judíos. El término designa la forma de hablar y el comportamiento despectivo hacia el pueblo judío en general, independientemente de la religión.

Hasta aquí la definición del diccionario. Pero el antisemitismo engloba mucho más que un simple párrafo en un diccionario, es una historia de intolerancia y sangre que se remonta a los albores mismos de la civilización.

No se puede hablar de una causa única para el antisemitismo, pues éste obedeció a muchos motivos que van desde el temor a lo diferente hasta el fanatismo religioso, pasando por cuestiones económicas y profesionales.

Pero en verdad, ¿cuándo nace el antisemitismo?

«He aquí que el pueblo de los hijos de Israel es numeroso y más fuerte que nosotros. Seamos sagaces para con él por si se multiplica, pues será que cuando acontezca una guerra se agregará también él a nuestros enemigos y luchará contra nosotros…» (Éxodo 1:9-10)

Estas frases del Faraón engloban una de las primeras causales del antisemitismo: el miedo. Pero ¿miedo a qué? En el Egipto de la época del Éxodo todavía estaba vivo el recuerdo de los invasores hiksos, los reyes pastores que durante 200 años ocuparon el trono del reino (hay historiadores que afirman que el Faraón que invitó a los judíos a establecerse en Goshén era miembro de la dinastía de los hiksos), y el monarca temía que los judíos se transformaran en una quinta columna dentro de su imperio que le abriera las puertas a una nueva invasión del odiado enemigo.

Las consecuencias de este temor son bien conocidas por todos aquellos familiarizados con los textos bíblicos.

Tras la conquista de la tierra de Canaán, la vida del pueblo judío se desarrolló igual a la de todos los pueblos de la región, con sus avances y retrocesos, con sus conquistas y el ser conquistados, con sus jueces que enfrentaban a enemigos externos y con sus monarcas conquistadores o comerciantes, hasta la desaparición de los dos reinos, el de Israel y el de Judá. No se puede decir que en la conducta de los pueblos que destruyeron estos dos estados existiera un factor antisemita. Tanto los asirios como los babilonios, mientras existieron como imperios, se dedicaron a conquistar la mayor cantidad posible de territorio y llevar cautivas a las poblaciones de los países conquistados. Prueba de ello es que los judíos en Babilonia se desarrollaron como una comunidad fuerte que duró… ¡hasta la independencia del Estado de Israel en 1948! Si bien hubo dos episodios relatados en la Biblia que involucran a consejeros judíos del rey de Babilonia, no se pueden achacar al antisemitismo, sino a intrigas palaciegas.

Recién en tiempos del Imperio Persa encontramos un caso de antisemitismo evidente: «Y dijo Aman al rey Asuero: ‘Hay un pueblo esparcido y repartido entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes a las de todos los pueblos…'» (Ester 3:8)

Esta vez se trata del pueblo que se mantiene aislado, que no se asimila, que es fiel a sus costumbres. Es el odio a lo diferente que surge de las palabras de Aman. También el fin de la historia es conocido. Aman es destruido y los judíos a los que quiso eliminar se salvaron. Pero lo que encontramos de nuevo en este episodio es que, a diferencia del Faraón, que sólo mató a los varones judíos y dejó vivir a las niñas, el propósito de Aman era eliminar a todos los judíos, hombres mujeres y niños (el primer intento de «Solución final»)

Durante el gobierno de Alejandro Magno los judíos disfrutaron de paz y prosperidad en la Tierra de Israel rindiendo culto a su Di-s en el Templo de Jerusalén. Pero a la muerte de Alejandro, el Imperio fue repartido entre sus generales, quedando la Tierra de Israel en manos de los descendientes de Seleuco, quienes gobernaban el Imperio Greco-sirio.

Sabemos a través de los libros de historia que había dos cosas que los griegos amaban: la filosofía y la cultura física.

La Torá, base de la religión judía, les llamó poderosamente la atención, pero no como fundamento de una fe, sino como obra filosófica de alto contenido moral. Era interesante estudiarla, pero de ahí a cumplirla… leyes «bárbaras» como la circuncisión, que atentaban contra la integridad de la «obra más maravillosa de la creación» el cuerpo humano debían ser suprimidas. Y aquí aparece el factor religioso en el antisemitismo.

Muchos años de dura lucha necesitaron los judíos para derrotar a quienes querían imponerles una cultura a la que eran ajenos, hasta que por fin el Imperio Greco Sirio es derrotado y los judíos viven en libertad en su tierra.

Mientras tanto una nueva potencia asomaba en el horizonte: ROMA

 
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