En el desierto, la gente sufre sed y hambre y repetidamente se quejan ante Moshe y Aarón. Di-s endulza milagrosamente las amargas aguas de Mará, y luego hace que Moshe extraiga agua de una roca a través de golpearla con su bastón; hace descender maná del cielo antes del rocío cada mañana para desaparecer del campamento Israelita por la noche.
Los Hijos de Israel son instruidos para recolectar una doble porción de maná los viernes, porque éste no descenderá los sábados, el día de descanso decretado por Di-s. Algunos desobedecen y salen a recolectar maná en el séptimo día, pero no encuentran nada. Aarón preserva una pequeña cantidad de maná en un jarro, como un testimonio para futuras generaciones.
En Refidím, el pueblo es atacado por los amalekitas, quienes son derrotados por las plegarias de Moshe y un ejército reunido por Ioshua.
DOS CANTICOS, DOS VISIONES
Este Shabat se lee el Cántico del Mar, que los hijos de Israel entonaron en alabanza a Di-s por haberlos salvado del ejército del Faraón. Pero si observamos atentamente, vemos que en realidad hay dos Cánticos: uno entonado por Moisés y los hombres y el otro por Miriam y las mujeres.
Pero hay algo muy curioso. El Cántico de los hombres consta de 19 versículos que relatan la grandeza del Creador, su poder, el temor que despierta en otros pueblos. En cambio el entonado por Miriam y las mujeres consta sólo de un versículo.
¿A qué se debe esta diferencia? La mente del hombre es especulativa cuando se trata de cuestiones de fe. Necesita que se le explique y explicarse, necesita saber el por qué, el cómo, el cuándo. En cambio la fe de la mujer no necesita de explicaciones, es fe pura y simple, sin agregados. La mujer cree porque lo tiene incorporado en su propia esencia. El hombre cree porque se le explica, y si no acepta la explicación, simplemente no cree. En una palabra, la fe de la mujer es la fe pura y esencial, sin agregados. Y es esa fe la que mantuvo la integridad de nuestro pueblo a lo largo de los siglos.
¿QUE CELEBRAMOS EL 15 DE SHEVAT?
Pregunta:
¿Qué es lo que celebramos exactamente el 15 de Shevat (este año el Shabat 26 de enero) y que tiene eso que ver con nosotros? ¿Acaso somos los seres humanos árboles?
Respuesta:
Antiguamente, el pueblo judío en la Tierra Santa conmemoraba el 15 de Shevat, como el inicio de la nueva estación de los frutos en Israel.
Esta época del año marca el punto medio del invierno cuando la fuerza del frío disminuye, la mayoría de las lluvias del año ya cayeron y la savia de los árboles comienza a subir. Como resultado, los frutos comienzan a formarse. Esta fecha hasta hoy es conmemorada como el cumpleaños de los árboles en Israel.
De la misma manera como el primero de Tishrei, es Rosh HaShaná para los hombres, el día 15 de Shevat Di-s determina la cantidad de frutos y hojas que cada árbol producirá durante el año; si crecerá satisfactoriamente, floreciendo o secará hasta morir.
Esto demuestra que el Creador del Universo y de todas las especies, inclusive plantas y árboles, cuida cada una de Sus creaciones, determinando su destino. Las frutas crecidas antes de esta fecha eran consideradas frutas «viejas», y las que eran cosechadas a partir de esta fecha, eran recibidas como «nuevas». Actualmente el Rosh HaShaná La’ilanot, Año Nuevo de los Árboles, es conmemorado a través de bendecir antes y después de la degustación de frutos nuevos de la estación, especialmente las especies de frutas de la Tierra de Israel: aceituna, dátil, uva, higo y granada (trigo y cebada son las otras dos especies con la que las Tierra de Israel fu bendecida). Al comer los frutos y recitar las bendiciones reconocemos a Di-s como el Creador del mundo, de la naturaleza y de todo lo que contiene.
Además, una analogía entre el árbol y el ser humano puede ser hecha. Así como el árbol está en constante crecimiento, también nosotros debemos crecer; de igual manera como produce sus frutos, también nosotros debemos producirlos. En Tú BiShevat (15 de Shevat) debemos renovar el crecimiento personal, así como los árboles comienzan a absorber la humedad y los nutrientes de la tierra.
La raíz simboliza la conexión con la fuente, nuestra fe; el tronco representa la parte principal que sostiene y representa el estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos, y el fruto está conectado con el resultado: la meta alcanzada, nuestra influencia positiva y continua en la preservación de nuestros valores. Debemos constantemente acordarnos que por encima de la naturaleza se encuentra Di-s «regando» a sus hijos a través del legado del estudio y práctica de la Torá, los verdaderos recipientes de bendiciones para que puedan crecer continuamente en todas las estaciones.
(Extraído de www.es.chabad.org )
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