Con un discurso moderado, que reivindica las luchas de la vapuleada clase media israelí, Yair Lapid se convirtió esta semana en un árbitro clave de la política de su país
Isabel Kershner
The New York Times
Enfoques, de La Nación
Yair Lapid, una figura popular en Israel, sobre todo en la más secular Tel Aviv. Foto: EFE / Oliver Weiken
Buen mozo y con su modo amable, Yair Lapid ha sido durante largos años tanto una celebridad como un símbolo del éxito aquí, logrando una amplia audiencia como destacado periodista y presentador de un show televisivo popular.
Lapid de 49 años fue la sorpresa de la elección israelí. Su partido se ubicó en el segundo lugar, cuando las encuestas anticipaban que se ubicaría cuarto. Había predicho que le iría mejor con su mensaje dirigido a la clase media y su énfasis en la justicia social y las crecientes desigualdades en la sociedad. Tuvo razón. Su partido centrista, Yesh Atid, obtuvo 19 de los 120 escaños del Parlamento, de acuerdo con resultados preliminares, lo que posiciona a Lapid como árbitro para la formación de la próxima coalición gobernante. De hecho, en los días que siguieron a la elección Lapid se convirtió en el hombre más cortejado de Israel, invitado ya a formar parte del nuevo gobierno de Benjamin Netanyahu.
El bastión de Lapid parece haber sido el área de Tel Aviv, con resultados preliminares que muestran que obtuvo allí alrededor de un cuarto de los votos en Ramat Gan y suburbios similares de esta metrópolis israelí en gran medida secular.
Aunque poco conocido en el extranjero, para muchos aquí, en esta generación, Lapid se convirtió en la quintaesencia del israelí.
Su padre fue un sobreviviente del Holocausto que llegó a ser ministro de Justicia. Su madre es una novelista conocida. Hace un año, cuando Lapid decidió abandonar la televisión e ingresar en la política, se propuso la misión de representar a la clase media en dificultades, un sector desatendido desde hace mucho. Presentó un reclamó común, algo novedoso para un político israelí. Como autor de una columna ampliamente leída en el suplemento de fin de semana del diario Yediot Aharonot, escribió un artículo con un título que se convirtió en su lema: «¿Dónde está el dinero?». Allí escribió: «Ésta es la pregunta que hace la clase media de Israel, el mismo sector por el que intervengo en política. ¿Dónde está el dinero? ¿Por qué el sector productivo, que paga impuestos, cumple sus obligaciones, realiza tareas en la reserva y carga todo el país sobre sus espaldas, no ve dinero?»
Lapid hizo propia la frustración de cientos de miles de israelíes que salieron a las calles en las manifestaciones por justicia social en el verano de 2011. Cuando fundó Yesh Atid (Hay un Futuro) en la primavera siguiente, adoptó y aguzó las demandas populares para una distribución más equitativa de la carga, lo que significa poner fin a la eximición de servicio militar automática para miles de estudiantes ultraortodoxos que optan por el estudio full-time de la Torá, así como demandas de mejor educación pública y el fin del alza de los impuestos que ahogan a la clase media.
LA IRA DE LA CLASE MEDIA
Por momentos, cuando sus partidarios aparecieron en movilizaciones con remeras de Yesh Atid y sosteniendo carteles del partido, Lapid fue acusado de tratar de aprovecharse de las protestas que nacieron espontáneamente de la base de la sociedad. Pero cuando las encuestas indicaban que Yesh Atid obtendría alrededor de una docena de escaños en el siguiente Parlamento, Lapid insistió en que ganaría 20 o más y en que era el que mejor podía traducir en poder político la ira de la laboriosa clase media israelí.
Respecto del proceso de paz con los palestinos, Lapid también se ha ubicado en el centro, presentando posiciones que caen dentro del consenso: dice que está a favor de negociaciones para un Estado palestino, reteniendo los grandes bloques de asentamientos en Cisjordania bajo control de Israel, y se opone a cualquier división de Jerusalén.
Y mientras que a su padre se lo conoció por su firme secularismo -basando su política en una plataforma dura, antirreligiosa- Lapid es más diverso e inclusivo. Entre los principales miembros de Yesh Atid se cuentan Shai Piron, un rabino y educador ortodoxo moderno; Yaakov Perry, ex jefe del servicio de seguridad interna de Israel; Yael Grman, el alcalde de Herzliya; Ofer Sheah, ex periodista; Mickey Levy, ex jefe de policía de Jerusalén, y Dov Lipman, un rabino ultraortodoxo nacido en Estados Unidos que ha trabajado para reducir las tensiones entre sectores divididos de la sociedad israelí.
Luego de conocerse los primeros resultados de la elección, el martes por la noche, Lipman, hablando en el evento de Lapid en Tel Aviv, dijo que se había sumado a Yesh Atid porque creía en el partido. «Espero cambiar las cosas para mejor», dijo. «Durante 30 años todo en este país tuvo que ver con el enfrentamiento entre izquierda y derecha. Ahora queremos cambiar cosas al interior, servicio nacional, educación, vivienda, una clase media que no llega a fin de mes.»
Lapid, casado y padre de tres hijos, es boxeador amateur y es conocido por su ropa negra informal y chic. Nació en Tel Aviv, hijo de Yosef Lapid, conocido como Tommy, sobreviviente del Holocausto de origen húngaro, que llegó a Israel en 1948, y Shulamit Lapid, una conocida escritora, que comenzó su carrera como periodista de medios impresos. Entonces se convirtió en un popular presentador de programas de entrevistas y del noticiero del viernes por la noche en el Canal 2.
Luego de que muriera su padre en 2008, a los 77 años, Lapid escribió «Recuerdos después de mi muerte», la historia de la vida de su padre, desde su tiempo en el gueto de Budapest hasta su período como ministro de Justicia del gobierno de Ariel Sharon.
Ese mismo martes, el Canal 2 de Israel difundió una entrevista grabada con anterioridad con Lapid. Hablando de su padre, Lapid comentó: «Cuatro días antes de morir me dijo -y era un hombre dramático, le encantaban los gestos dramáticos-, me dijo: «Yair, te dejo una familia y un Estado»». En otro intercambio, hace unos años, cuando Lapid entrevistó a su padre en televisión, le hizo la pregunta que hacía a todos sus entrevistados: «¿Qué es Israel desde tu punto de vista?».
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