Marcelo Wio
Para Porisrael.org
«La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía.» Proverbio árabe.
El diario argentino La Nación daba cuenta, el 20 de febrero de 2013, de las acusaciones iraníes contra Israel referentes al ataque terrorista contra la sede de laAMIA en Buenos Aires:
«El gobierno iraní volvió a vincular ayer a Israel con el ataque terrorista contra la AMIA y renovó sospechas sobre una eventual responsabilidad del ‘régimen sionista’ y ‘sus cómplices’ por la posibilidad de un tercer atentado contra la comunidad judía en la Argentina.
En su habitual conferencia de prensa de los martes, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Ramin Mehmanparast, volvió a negar la implicación iraní en los hechos y renovó sus acusaciones contra Israel al afirmar que ‘el único preocupado por este acuerdo es el régimen sionista’. Indicó además que los israelíes han dicho que, gracias al memorandum podría haber un ‘tercer atentado’ contra la comunidad judía argentina.
Para el portavoz de la diplomacia de Irán, ‘esto demuestra que esa posible acción terrorista la podrían llevar a cabo los sionistas o sus cómplices’.
Días atrás, el titular de la AMIA, Guillermo Borger, había expresado que el acuerdo ‘garantiza la impunidad’ y que sería ‘tierra fértil para un tercer atentado’. Por ello recibió un duro cuestionamiento de la presidenta Cristina Kirchner, quien a través de Twitter le reclamó que diga ‘quién sería el autor’.»
Hugo Antonio Pérez Hernáiz, sociólogo venezolano, señalaba en un ensayo (Teorías de la conspiración: Entre la Magia, el Sentido Común y la Ciencia) sobre el uso, «por parte de un líder carismático, de las teorías de la conspiración como instancia e instrumento de una particular ética política de las convicciones». Estas teorías, sostenía el académico, son difíciles de poner en duda. Karl Popper planteaba que esta dificultad se hallaba en el hecho de que las teorías de la conspiración son discursos cerrados y auto confirmatorios. Así, estas «teorías», descartan los argumentos en contra como parte de la propia conspiración – que queda así «evidenciada»-. Así, si el acuerdo entre Argentina e Irán le preocupa a Israel por la posible impunidad que pueda suponer para los culpables; el argumento será si Israel está preocupado es porque el acuerdo sacará a la luz una «verdad» que no le gusta, lo que «confirma» la acusación iraní.
Lo llamativo es que La Nación publique estas acusaciones sin más, sin poner al lector en antecedentes de quién es el funcionario que las hace y, principalmente, funcionario de qué gobierno es. Máxime, cuando ya en el año 2005 medios como el propio diario La Nación, de Argentina, se hacían eco de las amenazas iraníes de genocidio:
«‘Como dijo el imán [Khomeini], Israel debe ser borrado del mapa’, dijo el mandatario [Mahmoud Ahmadinejad] ante más de 4000 estudiantes durante una conferencia llamada ‘Un mundo sin sionismo'».
«‘Todo el que reconozca a Israel arderá en el fuego de la furia de la nación islámica… ‘, dijo Ahmadinejad».
Surge, inevitablemente una pregunta recurrente: ¿Se debe publicar sin más lo que diga un funcionario? ¿No debe brindársele al lector un contexto más acabado para que pueda comprender los intereses creados detrás de una afirmación – sea del tipo que fuere, pero más aún cuando se trata de calumnias?
¿No habría, pues, que tener en cuenta declaraciones como las publicadas por Infobae? El medio argentino recogía el 31 de octubre de 2012 las declaraciones del analista de política internacional Horacio Calderón:
«…el especialista… señaló que ‘teniendo en cuenta las informaciones públicamente disponibles, y sobre todo las declaraciones de funcionarios iraníes, surge de manera muy clara que no sólo intentarán desvirtuar las acusaciones judiciales en su contra, sino que además intentarán implantar teorías conspirativas, como la de culpar del atentado contra la AMIA a sectores enfrentados del Estado de Israel’.»
Ya el 16 de noviembre de 2010 el diario Tehran Times (como daba cuenta MercoPress), con sede en Londres, publicaba una editorial donde se aseguraba que «luego del atentado [a la AMIA] la influencia de Israel y de los judíos en los asuntos internos de la Argentina había crecido considerablemente y el país sudamericano parece ahora un país ocupado». El artículo acusaba al gobierno argentino de señalar a Hezbollah y a Irán como culpables, para «distraer la atención de las víctimas de la historia real y para cubrir los hechos del incidente».
Por su parte, Robert Cox escribió el 17 de febrero de 2013, en el Buenos Aires Herald:
«Internet supura otra vez de odio ya que las organizaciones de extrema derecha vuelven a repetir el libelo de sangre de que el atentado contra el edificio de [el barrio] de Once donde 85 personas perdieron la vida y más de 300 resultaron heridas, fue un ‘trabajo interno’ llevado a cabo por agentes secretos israelíes.
[…]
Luis D’Elía, quien saltó a la fama como dirigente piquetero y fue recompensado con un puesto en la administración Kirchner, se ve en una larga entrevista [en el canal iraní Press TV] durante la cual acusa al servicio de inteligencia israelí, el Mossad, y ala CIA de estar involucrados en el ataque contra la AMIA y en la interferencia [en la investigación] posterior. [D’Elía] dice que los líderes de la comunidad judía ‘no están interesados en la memoria, la verdad y la justicia’… D’Elía ya no es el subsecretario de Tierras y Hábitat Social. Según Clarín, fue despedido por su muy cercana relación con Irán.»
Irán y las «conspiraciones»
El 25 de junio de 2011 el diario La Vanguardia se refería al contenido de un discurso del presidente iraní:
«… Mahmud Ahmadineyad, insistió hoy en su teoría de que los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York forman parte de una conspiración para proteger los intereses de EE.UU. e Israel.
… Ahmadineyad reiteró que ‘esa verdad’ saldría a la luz si se abriera una investigación seria e independiente. ‘Algunos creen que el motivo tras los ataques del 11-S fue garantizar la seguridad de Israel, fomentar la inseguridad en Oriente Medio, desviar la atención de la opinión pública de EE.UU. por la caótica situación económica y llenar los bolsillos de los beligerantes e incivilizados capitalistas’, expresó el mandatario iraní.»
En este sentido, Pérez Hernáiz puntualizaba:
«Aceptar la teoría de la conspiración implica también aceptar toda una serie de consecuencias que atentan contra el sentido común de los miembros. Por ejemplo, las grandes teorías de la conspiración, implican la sumisión al complot por convencimiento, soborno o coerción de tal cantidad de miembros que, dependiendo del grado de complejidad de la teoría, casi nadie queda libre de ser parte de la conspiración. Así por ejemplo, las teorías en boga que involucran al gobierno de los Estados Unidos en los eventos que llevaron a los atentados del 11-9, son refutadas apelando al hecho de que un número casi indeterminable de agencias, públicas y privadas, y de personas, tendrían que ser cómplices directos del ‘cover-up’ de esos eventos para hacerlos posibles. La progresión geométrica de cómplices necesaria implicaría a casi todas la sociedad norteamericana, en pleno, mintiéndole al mundo sobre los eventos.
[…]
¿Dónde las pruebas materiales de su delito? Esa ausencia … para el teórico de la conspiración, es la evidencia de la existencia de la magia-conspiración. ¿Qué conspirador serio deja regadas por el camino las evidencias de su conspiración? Precisamente su secreto, y su habilidad para esconder los rastros de su acción, son la prueba de que el conspirador, anda suelto por el mundo.»
Además, si a ese «conspirador» se le suma cierta negligencia mediática a la hora de enmarcar las noticias, de brindar el contexto adecuado (no sólo una declaración sin más referencia que la propia declaración), la «teoría» gozará de mejor salud.
El siguiente ejemplo, presentado por Pérez Hernáiz, de una teoría de la conspiración clásica ilustra cómo se construye este argumento de la «ausencia» y cual es el salto cognitivo que es necesario dar si se quiere aceptar a la teoría de la conspiración como verdadera:
«El ejemplo está tomado del clásico de Norman Cohn Warrant for Genocide (1996): En Mein Kampf, relata Cohn, Hitler intenta demostrar la validez del famoso texto Los Protocolos de los Sabios de Sión. Su argumento es que los judíos odian el texto, ese odio es, como argumento negativo, prueba irrefutable de que los Protocolos son ciertos. Hitler ‘profundiza’ su argumento atacando a un periódico de la época que siempre andaba pregonando el carácter apócrifo de los Protocolos, prueba irrefutable de que el texto es verdadero.»
¿Alguna semejanza con las acusaciones del portavoz del Ministerio de Exteriores iraní? La «teoría conspirativa» tiene una respuesta para todo.
El día 20 de febrero de 2013 la página (revisada a las 12.30 hora de Boston) del periódico iraní Kayhan, en su versión en inglés, publicaba la siguiente noticia (también la recoge Fars New Agency el 19 de febrero de 2013):
«El Ministerio de Inteligencia ha convocado y posteriormente puesto en libertad a un número de reporteros y periodistas luego de informarles de sus vínculos indeseables con la red de espionaje a cargo de la BBC en Irán… Un cierto número de individuos vinculados con la red [de la BBC] de operaciones psicológicas fueron convocados e interrogados y también un número de otros que no estaban al corriente de la naturaleza de la red fueron llamados e informados sobre los objetivos encubiertos y las malas intenciones de la red».
Ya en 2009, las autoridades iraníes acusaron a la BBC de contratar espías para su canal en farsi.
En tanto, el diario iraní Ettela’at (versión en inglés) informaba el 19 de febrero de 2013 que el Ministro de Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, «ha pedido a los musulmanes que tengan cuidado con los complots interminables tramados por los enemigos del mundo musulmán para sembrar la discordia entre ellos.»
En 2012 era el turno del vicepresidente Hassan Mousavi para señalar confabulaciones foráneas. Según el diario Algemeiner, Mousavi culpó de la sequía del sur del país a Occidente:
«La arrogancia mundial y el colonialista [Occidente] están influyendo en las condiciones climáticas de Irán a través de su tecnología… La sequía es problema grave y la ‘guerra blanda’ es completamente evidente… Estos niveles de sequía no son normales».
Retrocediendo en el tiempo, la revista Time indicaba el 2 de Julio de 2009 que:
«En su primera reunión pública desde las elecciones, Ahmedineyad visitó a funcionarios en el Ministerio de Inteligencia el 30 de junio. ‘Los enemigos, a pesar de sus conspiraciones abiertas y encubiertas que buscaban un cambio de régimen, han fallado‘, dijo. Los medios iraníes adoptaron la narrativa de la intervención extranjera y el sabotaje… ‘El día posterior a las elecciones, la CNN comenzó su guerra psicológica contra Irán’, comentó el portavoz del Ministerio de Exteriores, Hassan Qashqavi…».
El enemigo externo que busca dañar a Irán y la maquinación puesta en marcha para tal fin son temas recurrentes en la imaginería iraní. Y claro, para que la gesta iraní sea aún mayor, ese enemigo debe ser, por tanto, mayor y de una malicia sin límites. Así, la conspiración crece hasta el absurdo; porque, además, todo lo explica, todo lo justifica.
Esa fijación
Entre las conspiraciones y los males que afectan a Irán y a Oriente Medio, Israel (y los judíos), son el malo de la película preferido.
Un trabajo de MEMRI, de octubre de 2010 presenta extractos de las declaraciones de Mohammad Ali Ramin, viceministro de Cultura y Orientación Islámica, el día 28 de julio del mismo año, donde se percibe claramente esta fijación con los judíos, Israel o los sionistas:
«Hay una guerra perpetua entre la Verdad [representada por nosotros] y la Falsedad [representada por el enemigo]… Para ganar esta guerra, debemos identificar correctamente el punto débil del enemigo. El sionismo es el peor problema al que el mundo islámico [se enfrenta] hoy, [por lo que debemos examinar] cuáles son las formas de combatirlo, por qué no hemos hecho ningún progreso [en su contra], y si es suficiente gritar ‘muerte al régimen sionista’, como lo hemos estado haciendo durante 31 años. En lo referente al régimen sionista, somos nosotros los que debemos tomar la iniciativa.»
«En el pasado, cuando dijimos que el régimen sionista debe ser eliminado, nos referíamos a que teníamos que luchar contra los judíos, porque el régimen sionista se define como el representante del pueblo judío. El Holocausto es el activo [principal] de su propaganda. Los occidentales incitan a la opinión pública mundial y sobre todo a la opinión pública occidental, a afirmar que los judíos fueron perseguidos en la Segunda Guerra Mundial, por lo que los Judíos deben ser apoyados y defendidos… [Los occidentales] fortalecen al régimen sionista con el argumento de que están protegiendo al [pueblo] judío, para así crear una especie de conflicto entre los judíos y musulmanes… Tenemos que encontrar soluciones que cambiarán los contornos de este frente.»
Un viceministro indica que su «lucha» es contra los judíos. Si el sionismo es «el representante del pueblo judío», y el sionismo «deber ser eliminado». ¿Quién debe ser eliminado, en definitiva? ¿Este es el gobierno al que se le presta espacio mediático para que avance sus difamaciones y sus cortinas de humo?
Y, como no podía faltar, Israel mismo, es producto de una conspiración:
«En los 70 años transcurridos desde la Segunda Guerra Mundial, el plano de Estados Unidos y Gran Bretaña ha sido juntar a todos los judíos de los diversos países y establecer para ellos un estado en el corazón del mundo islámico. Pretendían ayudarlos [a los judíos] concentrándolos en Palestina, [afirmando que] estaban en peligro en Europa, en tanto que [Palestina] sería un lugar seguro para ellos, donde podrían prosperar. […] a lo largo de ese período, los occidentales sólo han realizado esfuerzos, día y noche, para incitar a los judíos de esta región, a los sionistas y al régimen sionista, a fin de que los judíos masacren musulmanes… [Gran Bretaña y EE.UU.] han urdido tramas, y sembrado [mutua] traición, espionaje, miedo y pesimismo entre los judíos y los musulmanes de la región.»
Esta es una parte de la política oficial: la difamación y la creación de teorías conspirativas. Entonces, ¿se puede reproducir una calumnia de un funcionario iraní sin aclararle al lector el historial «creativo» del gobierno persa? Una declaración de un funcionario que acusa, sin pruebas ni evidencias, una vez más a Israel, ¿tiene el mismo valor que la declaración de, por ejemplo, el ministro de exteriores francés? No. En Francia la creación de teorías conspirativas no es una política oficial, llevada a cabo por su primer ministro o sus ministros. Por tanto, si sus actitudes hacia la realidad no son las mismas, ¿por qué deberían sus declaraciones ser tratadas como si lo fueran? ¿Por qué confundir al lector? ¿Por qué convertirse en altavoz iraní?
Que los dichos del gobierno iraní se refieran a la Argentina y a la AMIA, no los convierte necesariamente en noticia. Una falacia no debería presentarse como una noticia más, confundida entre la cobertura del caso AMIA. La divulgación de calumnias no parece un ámbito propicio para el periodismo serio.
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