Daniel Pipes
Israelenlinea.com
Hugo Chávez expresó en múltiples ocasiones su solidaridad con la dirección y el pueblo sirio frente al «salvaje ataque imperialista que padece». Es por ello que el presidente Bashar al-Assad, responsable directo por la muerte de 70.000 de sus ciudadanos, y asediado cada vez más por los rebeldes, encontró tiempo para homenajear al fallecido presidente venezolano que fue su aliado inquebrantable.
«¿Puede alguien estar de acuerdo con la agresión que padece Siria?», preguntó Chávez el año pasado «¿Cómo no apoyar al presidente Al Assad si lidera un gobierno legítimo?», continuó. Sobre sus adversarios, en cambio, «son terroristas», aseguró cuándo Siria llevaba más de un año de guerra civil y de matanzas perpetradas por el Ejército del régimen.
Antes de expresar su solidaridad con Al Assad Chávez ya brindó su apoyo verbal y diplomático a otros de los dictadores barridos por la llamada «primavera árabe» sobre la que acusó a los periodistas de dar una imagen idílica. Respaldó, por ejemplo, al coronel libro Gaddafi, a quien le obsequió el sable de Simón Bolívar, y cuya ejecución por los rebeldes calificó de «consecuencia salvaje del imperialismo».
Chávez fue hasta principios de 2011 un líder popular a ojos de los árabes, de su opinión pública, de sus partidos progresistas y de los regímenes dictatoriales como el sirio, el libio y ante al iraquí de Saddam Hussein. Se ganó su aprecio rompiendo, por ejemplo, relaciones diplomáticas con Israel después de la operación «Plomo Fundido» a Gaza en 2008-2009.
Por eso los que más lamentaron su fallecimiento fueron, junto con la cúpula iraní, los palestinos. «La Autoridad Palestina dice adiós a un amigo leal que defendió apasionadamente nuestro derecho a la libertad y a la autodeterminación», declaró Nabil Shaat, asesor del presidente Mahmud Abbás.
En uno de sus desmesurados discursos, Chávez llegó a comparar en 2009 a Yasser Arafat con Jesucristo. Afirmó también que todo venezolano era un «soldado de la Palestina» como lo fue en su día el terrorista venezolano conocido como ‘Carlos’ y condenado a cadena perpetua en Francia por perpetrar numerosos y sanguinarios atentados con decenas de muertos.
Otros que también lamentarán su ausencia son los independentistas saharauis del Frente Polisario. Chávez se declaró siempre defensor de «la libertad del pueblo saharaui» al que el Estado venezolano proporciona ayuda militar y humanitaria. El mes pasado, por ejemplo, llegaron a Caracas diez jóvenes saharauis para formarse en el Laboratorio Nacional del Agua de Venezuela.
Venezuela reconoció a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), la entidad creada por el Frente Polisario, en 1982, mucho antes de que Chávez llegase a la jefatura del Estado. Éste, sin embargo, ahondó los lazos. En 2004 recibió por todo lo alto a Mohamed Abdelaziz, el líder independentista.
Cinco años después Rabat se hartó de la estrecha relación entre Caracas y sus enemigos y rompió relaciones diplomáticas con Venezuela.
Las críticas de Chávez a la «primavera árabe», a la televisión qatarí Al Jazeera, su equiparación de «rebeldes» con «terroristas» arruinaron, en gran medida, a partir de 2011, su popularidad en esa región del mundo.
A ojos de las monarquías conservadoras del Golfo, el fallecido mandatario venezolano siguió, no obstante, siendo un personaje temido a causa de su alianza con Irán, principal aliado de Al Assad.
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