Egon Friedler
La Republica. Uruguay
19.4.2013
¿Por qué tropieza con tanta oposición el presidente Morsi y la Hermandad Musulmana como partido de gobierno en Egipto? ¿Por qué un gobierno que obtuvo una alta votación popular ahora parece tener todo el país en contra? La respuesta a estas interrogantes puede resumirse en dos frases : 1) Porque el presidente parece más preocupado por aumentar su poder y el de su partido que por gobernar el país y trabajar por su progreso 2) Porque el pueblo teme haber hecho sacrificios para derrocar a un dictador y encontrarse con que sustituyó a una dictadura por otra, aún más despótica que la anterior.
Para entender el porqué de esta conducta de Morsi y de su gobierno importa conocer los antecedentes de su partido. Desde su fundación en 1928, los Hermanos Musulmanes nunca fueron un partido democrático. De hecho fueron la primera organización teocrática totalitaria en el mundo árabe y sirvieron de modelo a todas las organizaciones de retorno al Islam y “jihadistas” que le siguieron.
El fundador de la Hermandad, Hassan el Banna fue un gran admirador de Hitler y compartía sus odios contra los judíos, la democracia y la cultura occidental. Consecuentemente, los Hermanos Musulmanes mantuvieron estrechos vínculos con los nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial. El hombre que hizo más que nadie para enemistar a árabes y judíos, el mufti de Jerusalén, Haj Amin el Husseini, tuvo estrechos vínculos con la organización. Husseini pasó la Segunda Guerra Mundial en Berlín desde donde organizó una división árabe de la SS nazi y fue el más notorio partidario extranjero del exterminio del judaísmo europeo. Sin embargo, después de la guerra, con la ayuda de los Hermanos Musulmanes logró escapar a Egipto donde fue nombrado por el líder Al-Banna representante de la organización para Palestina.
En plena guerra mundial, en noviembre de 1943, los Hermanos Musulmanes organizaron un pogrom anti-judío en El Cairo. Las turbas atacaron el entonces existente barrio judío, saquearon casas y negocios, y devastaron y quemaron las sinagogas. Hubo seis muertos y centenares de heridos.
El final de la Segunda Guerra Mundial y la revelación de los crímenes nazis no tuvo la menor influencia sobre los Hermanos Musulmanes, que explicaron el apoyo de las Naciones Unidas en 1947 a la creación de dos estados, uno judío y otro árabe, en Palestina como “un complot internacional de los norteamericanos, los británicos y los rusos, bajo la influencia del sionismo”.
Cuando en 1948, cinco países árabes enviaron ejércitos a Palestina para ahogar en sangre al flamante estado de Israel, los Hermanos Musulmanes reclutaron para el combate a un contingente de voluntarios, que fueron derrotados al igual que los demás ejércitos árabes.
Las relaciones de los Hermanos Musulmanes con los gobiernos egipcios fueron cambiantes y turbulentas. En general, mantuvieron una posición de dura oposición y en distintos períodos organizaron actos de violencia contra dirigentes políticos como el primer ministro Nukrashi, asesinado en diciembre de 1948. Asimismo conocieron períodos de dura represión. Su primer líder Hassan el Banna cayó en una trampa del gobierno egipcio y fue asesinado en febrero de 1949 y uno de sus ideólogos más importantes: Sayyid Qutb, murió en la horca condenado por el régimen militar de Gamal Abdul Nasser.
Muchas cosas cambiaron en Egipto y en el mundo árabe y musulmán desde los años cincuenta del siglo pasado. Los Hermanos Musulmanes tienen hoy un poderío considerable y cuentan con importantes grupos adictos no solo en el Medio Oriente sino también en numerosos países occidentales. Pero en algo no han cambiado: en su visión del mundo, que puede resumirse en su slogan principal: El Islam es la solución. Allí está el error. El Islam no es la solución. Por el contrario, en el complejo mundo globalizado de hoy, es el problema.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.