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| lunes diciembre 23, 2024

"Soy testigo del maravilloso combate de los héroes judíos"


Claudia Peiró

infobae.com

Hace 70 años, un grupo de resistentes armados atacaba por sorpresa a los nazis en la capital polaca. Se iniciaba así el heroico y desesperado levantamiento del gueto de Varsovia, que pasó a la historia como ejemplo de dignidad.


varsovia

Crédito foto: AP

Cuando los alemanes ocuparon Polonia, en 1939, había en ese país importantes comunidades judías, que representaban alrededor del 10 por ciento del total de la población. En Varsovia, por ejemplo, había 1.300.000 habitantes, de los cuales 380.000 eran judíos.


Desde un comienzo, los nazis empiezan a reunirlos en barrios cerrados bajo vigilancia policial, los tristemente célebres guetos. Aunque no eran una novedad en Europa, los alemanes les dieron un nuevo sentido (ver Puntos importantes).

 

En el gueto de Varsovia, creado en noviembre de 1940, fueron concentrados unos 500.000 judíos, ya que a los habitantes de la capital se sumaron otros traídos de otras zonas del país. Medio millón de personas fueron amontonadas en un barrio de 300 hectáreas de superficie, con lo que pasó a haber 150.000 habitantes por kilómetro cuadrado, una densidad de 4 a 5 veces superior a lo normal. Un muro de varios metros de alto y 18 kilómetros de largo, coronado con alambres de púas, separó a los judíos del resto de los habitantes de la capital. Fue el gueto más grande de toda la Europa ocupada.

 

Para cuando se produjo la sublevación, la población ya había sido diezmada por el hambre, la enfermedad y, sobre todo, las primeras deportaciones. Sólo quedaban entre 50 y 70 mil habitantes el día que los alemanes vinieron por ellos y enfrentaron un feroz resistencia.

Hasta entonces, los judíos encerrados en el centro de Varsovia debían sobrevivir con raciones diarias de 184 calorías per cápita, un 10% de lo mínimo necesario para mantenerse sano. El resto lo conseguían con pequeños trabajos, trueques con el exterior y en el mercado negro. Pero, aún así, el hambre hacía estragos. Diariamente, los cadáveres que sembraban las calles eran retirados en carretillas y arrojados a la fosa común.

En este video, pueden verse imágenes del barrio judío antes y después de la construcción del gueto. El contraste es conmovedor y escalofriante.

El hacinamiento -7 ó más personas por habitación-, la mala alimentación, la falta de medicamentos, el frío y el maltrato padecidos dieron cuenta de una gran cantidad de habitantes del gueto. Aún así, en medio del sufrimiento y la humillación, la vida cultural del barrio fue muy intensa. Una cincuentena de músicos judíos de nivel internacional encerrados en el gueto crearon una orquesta sinfónica que daba conciertos.

Adam Czerniakow, presidente del Consejo Judío que administraba el gueto, se suicidó en julio de 1942, cuando los alemanes le pidieron una lista de niños que serían trasladados al Este, a campos de trabajo (en la versión oficial). Este primer gesto de resistencia no pudo de todos modos evitar lo que se llamó la “Gran deportación”. Diariamente, entre 5 y 6.000 habitantes del gueto eran llevados a una estación de tren y enviados al campo de Treblinka, a 70 kilómetros de la capital.

En septiembre de 1942, cuando concluye esta primera deportación, sólo quedaban, como se dijo, algunas decenas de miles de judíos en el gueto.

El levantamiento


En enero del 43, los alemanes deciden iniciar una segunda deportación. Pero un grupo de jóvenes, que hasta noviembre de 1942, antes de ser llevados al gueto, habían trabajado en granjas de los alrededores, y en consecuencia no se encontraban físicamente agotados como el resto de los sobrevivientes, decide organizarse para resistir. Entre ellos, había varios dirigentes de agrupaciones juveniles.

Son varias las organizaciones –comunistas, socialistas y algunas corrientes sionistas- que participan de la creación de una unidad de defensa armada, bautizada Organización Judía de Combate (Zydowska Organizacja Bojowa,  ZOB, por su siglas en polaco). Por otro lado, el Partido Revisionista (sionistas de derecha) funda otra organización de resistencia, la Unión Combatiente Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowy o ZZW). Pese a sus diferencias, la ZOB y la ZZW deciden resistir juntas las nuevas deportaciones. En total, son unos 3.000 resistentes organizados, pero sólo 600 disponen de un arma.


El 19 de abril de 1943, 850 soldados alemanes ingresan al gueto para llevarse a los últimos judíos que quedan en él. Las calles están desiertas y los recibe una inesperada lluvia de balas disparadas por los jóvenes resistentes parapetados detrás de barricadas.

Aunque los alemanes logran vencer rápidamente esta primera resistencia militar organizada, los judíos se dispersan en pequeños grupos, se ocultan en improvisados búnkeres, sótanos y otros escondites que habían preparado, y resisten todavía durante todo un mes. El operativo, que los nazis habían previsto duraría 3 días, se prolongó hasta el 16 de mayo –día de la destrucción de la gran sinagoga de Varsovia, dentro del gueto- y, para ponerle fin, tuvieron de arrasar literalmente con todo. Y, aún después de esta fecha, siguió habiendo algunas escaramuzas esporádicas.

Jürgen Stroop, el general SS que dirigía la operación, tuvo que hacer venir 2000 hombres más y carros de asalto. Superada la sorpresa por la resistencia judía, los alemanes empezaron a incendiar uno por uno los edificios y a lanzar gases en los túneles subterráneos construidos por los resistentes.

Héroes


En los combates murieron 6.000 judíos (muchos se suicidaron para no ser capturados, entre ellos, el jefe del levantamiento y líder del ZOB, Mordechai Alinewicz) y otros 7.000 fueron fusilados en el lugar. El resto fue deportado. Un pequeño grupo logró escapar por las cloacas.

El gueto, convertido en tierra arrasada, es hoy un símbolo de resistencia y de esperanza, un lugar de peregrinación y recogimiento, escenario de la primera revuelta urbana contra el nazismo en la Europa ocupada, y la más importante por su gran carga simbólica.


El joven dirigente Mordechai Anilewicz era un muchacho judío del común, sin formación ni vocación militar. Su conciencia de hombre de bien y las circunstancias que tuvo que vivir hicieron de él un jefe, un héroe y un mártir.


En una carta fechada el 23 de abril de 1943, en pleno levantamiento, Anilewicz escribió: “Los alemanes huyeron dos veces del gueto. Una de nuestras compañías resistió 40 minutos y otra peleó durante más de seis horas… Nuestras pérdidas en vidas humanas son bajas y esto es también un logro… Gracias a nuestra radio, escuchamos una maravillosa emisión que relataba nuestra lucha. El hecho de que se hable de nosotros fuera del gueto nos da coraje. ¡Estén en paz, amigos del exterior! Quizá seamos testigos de un milagro y volvamos a vernos un día. ¡Lo dudo! ¡Lo dudo mucho! El sueño de mi vida se ha realizado. La autodefensa del gueto es una realidad. La resistencia judía armada y la venganza se materializan. Soy testigo del maravilloso combate de los héroes judíos”.


La resistencia judía en Varsovia tuvo un gran impacto psicológico en toda Europa. Los combatientes del gueto sabían que su lucha era desesperada, tenían pocas esperanzas de sobrevivir y menos aún de vencer, dado el tremendo desequilibrio de efectivos y de medios. Aún así, durante un mes enfrentaron con tremendo heroísmo a los soldados y SS alemanes porque lo que estaba en juego ya no era la supervivencia. En palabras del soldado de la ZOB, Arie Wilner (cuyo nombre de guerra era Jurek): “No queremos salvar nuestra vida, nadie saldrá vivo de aquí, queremos salvar la dignidad humana”.

http://www.infobae.com/notas/706682-Soy-testigo-del-maravilloso-combate-de-los-heroes-judios.html

 
Comentarios

Los católicos polacos no movieron un sólo dedo cuando se levantó el gueto. Cuando más tarde hizo lo mismo el resto de Warsovia, los rusos al otro lado del río retrasaron el avance para que los nazis eliminaran la resistencia. Creo que los cristianos debemos acordarnos de la Historia para que no vuelva a repetirse, y cerrar filas con el principal muro defensor de la democracia y de la civilización occidental que existe hoy en día.

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