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| viernes noviembre 22, 2024

El Mundo y la Nakba: ¿dónde quedó el periodismo?


Masha Gabriel

Revista de Medio Oriente

15 de Mayo de 2013

nakba

El código ético periodístico exige contrarrestar la información, ofrecer varias versiones de un acontecimiento, recurrir a fuentes fiables y aportar datos exactos.Cada vez que Rosa Meneses escribe sobre el conflicto entre israelíes y palestinos, rompe esas normas, convirtiéndose en propagandista de una causa. No informa, opina.

El artículo «‘Nakba’: La catástrofe de 1948 que sigue presente hoy» (15 de mayo de 2013) es una nueva prueba de ello.

La omisión de datos históricos que ayuden a entender este complejo conflicto o basar todo el artículo en la opinión de un solo historiador-conocido por su odio a Israel y que ha confesado estar más motivado por la ideología que por el rigor histórico- es un ejercicio deperiodismo bastante pobre.

Un medio tan influyente y que pretende ser una referencia como El Mundo.es no puede publicar un texto que firmaría cualquier propagandista de Hamas. Uno puede tener cualquier simpatía y es totalmente legítimo empalizar con los palestinos, pero lo que no es legítimo es faltar a la más mínima objetividad que se requiere a un periodista.

En el subtítulo de la nota de Rosa Meneses sobre la Nakba, leemos:

«Cuando se cumplen 65 años de la expulsión de 750.000 palestinos, las víctimas aún reclaman a Israel que reconozca sus crímenes.»

El subtitulo da por sentado que la cifra de la autora es cierta y que todos fueron expulsados cuando evidentemente es falso, como explicamos a continuación.

Por otra parte, el diario ni siquiera entrecomilla la palabra «crímenes», haciendo suya la postura antiisraelí de la autora.

Escribe Meneses:

«Los 750.000 palestinos expulsados durante la primera guerra árabe-israelí. -a ellos hay que añadir los que tuvieron que salir tras la ocupación de Cisjordania y Gaza durante la guerra de 1967-…»

Más allá de que no explica como nació esa guerra (invasión de los ejércitos de los países árabes al recién creado Estado de Israel) la autora comete el error histórico de asegurar que la totalidad de los 750.000 palestinos fueron expulsados. Sin embargo, todos los historiadores señalan que parte fue expulsada y que la mayor parte huyó, incitada por sus líderes, pensando que los ejércitos árabes acabarían de forma rápida con el nuevo Estado. No fue así, y a partir de entonces surgió el problema de los refugiados. Como consecuencia de una guerra que iniciaron los países árabes.

Por otra parte recordemos que en cualquier guerra hay desplazados ya sean voluntarios o forzosos. Pensemos, por poner un ejemplo de la misma época, en India y Pakistan y sus aproximadamente 15 millones de desplazados

Y según la autora ¿cuántos palestinos salieron tras la ocupación de Cisjordania y Gaza? ¿Por qué no hay cifras que sustenten su teoría? ¿Por qué no menciona que Gaza no está ocupada desde el 2005?

Prosigue el texto:

«En 1948, cuando se creó el Estado de Israel, la población palestina era de 1,2 millones.»

Debería decir que es el número de árabes que habitaba en el mandato británico de Palestina, ya que el estado palestino jamás existió. Olvida además la autora mencionar que en esa fecha también vivían ahí unos 800.000 judíos…

Los palestinos como pueblo pidieron su independencia tras la guerra del 67. Del 48 a 67, Cisjordania estaba bajo mandato jordano y Gaza bajo control egipcio. ¿No son datos importantes para recordar en esta crónica?

¿Por qué no hay cifras de los muertos israelíes? En la guerra de 1948, Israel perdió a un 1% de su población: 6373 personas.

Prosiguen las informaciones erróneas del artículo:

«Hablar de esta parte de la historia de Israel está terminantemente prohibido por ley.» (énfasis en el original)

¿De dónde saca esta información la autora? Se nota que no se ha tomado el trabajo de informarse acerca del sistema legal israelí. Cualquier persona que haya vivido en Israel, o que tan sólo ojee un diario israelí, sabe que la «Nakba» es un tema muy discutido y presente en los medios, universidades y Parlamento. Sorprendente para estar «terminantemente prohibido por ley«. La ley que en 2011 aprobó la Knesset fue una ley que determina que el ministro de finanzas puede no subvencionar a organismos que organicen eventos que nieguen la existencia de Israel o que inciten a la violencia y al terrorismo, nada que ver con la Nakba.

De hecho la Nakba es una constante en los medios de comunicación israelíes que dan cabida a las dos versiones. A los palestinos que denuncian la Nakba y a los israelíes que por ejemplo citan que en ese periodo hubo también más de 800.000 refugiados judíos de los países árabes o que la mayoría de los palestinos no fue expulsado. ¿No debería ser eso también mencionado en un artículo supuestamente objetivo?

Asimismo, la mención que hace la autora a cómo los 750.000 refugiados de entonces «se han convertido hoy en una población de 5,3 millones de refugiados censados.», requiere una mínima explicación de cómo los países árabes se negaron a darles derechos de ciudadanos en sus países para poder utilizarlos como moneda de cambio, a la vez que la ONU, a través de la UNRWA, su agencia especial dedicada exclusivamente a los refugiados palestinos (los únicos que gozan de una agencia específica para ellos), aplica un doble rasero a la hora de definir quién es «refugiado», de manera a convertir a 750.000 personas en 5,3 millones.

Por otra parte, errores históricos que responden a una agenda política, hacen asegurar a Rosa Meneses que el conflicto fue «originado en 1948» ¿Y los enfrentamientos anteriores a esos años como por ejemplo la matanza de judíos en Hebrón en 1929? ¿Eso no cuenta? Esta es precisamente la postura de Hamás que sostiene que la creación de Israel es el origen del conflicto y de los males en toda la región.

Pero no es sorprendente esa errada información publicada en El Mundo, ya que la autora construye toda su crónica apoyándose en las declaraciones de «Ilan Pappé, historiador israelí y profesor en la Universidad de Exeter (Reino Unido)»

Basar todo el articulo en las opiniones de un conocido historiador antisionista que exige el boicot a las academias israelíes es más que endeble.Las imprecisiones de este señor son conocidas. Su misión no es la de ceñirse a los hechos, sino la de endoctrinar a su público. Hay que destacar en este sentido las palabras del propio Ilan Pape en una entrevista concedida en 1999 a Baudouin Loos para el diario belga Le Soir: «Admito que mi ideología influencia mis escritos históricos, ¿y qué?«. Su compromiso con la militancia en detrimento de la verdad, ha hecho que incluso historiadores de su misma corriente revisionista, como Benny Morris, hayan afirmado de él: «Lamentablemente, mucho de lo que Pape trata de vender a sus lectores es montaje

Incluso aquellos que comparten la ideología de este autor se han visto en difíciles situaciones por fiarse de sus escritos. Recientemente, Porter Speakman, Jr., productor del documental anti-israelí With God on our side, se disculpó públicamente, ya que se había basado en unas supuestas frases atribuidas por Ilán Pape a David Ben Gurion. Esas citas no pudieron ser comprobadas ni siquiera en las fuentes que Pape nombraba, y el productor se comprometió a suprimirlas en futuras ediciones de la película.

¿No debería la autora informar a sus lectores acerca de quién es el señor Pape y no presentarlo como un mero historiador, desprovisto de toda polémica? Al margen de ello, no se puede basar toda la información en una sola voz.

El Mundo.es vuelve a ofrecer una información sesgada y con importantes errores, que se volverá a propagar como la pólvora y que añadirá su aportación a las campañas de deslegitimación del Estado de Israel. Nada que ver con el periodismo.

 
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