Ana Jerozolismki
Semanario Hebreo. Uruguay
“Cada 15 de mayo una nación entera conmemora su catástrofe”, escribió el conocido negociador palestino Saeb Erekat en un artículo publicado ayer por “El País” de España, al cumplirse 65 años desde la declaración de independencia de Israel .Y agregó: “ En 1948, el pueblo palestino fue condenado al exilio mientras que Palestina desaparecía de los mapas”. Y nos preguntamos sobre qué historia estaba escribiendo…o cómo puede permitirse ocultar elementos claves en el análisis, que mucho tienen que ver con el resultado final.
A Palestina nadie la quiso borrar del mapa. Si con sus palabras el Dr. Erekat quería referirse al Estado palestino, pues cabe recordarle que jamás hubo un Estado palestino en la tierra en disputa y que los territorios en los que los palestinos exigen hoy tener un Estado independiente, estaban en manos de Jordania y Egipto hasta que Israel los conquistó en junio de 1967, al repeler los ataques árabes en esos dos frentes.
Con el muy usado argumento de que los palestinos “ya renunciaron al 78% de la Palestina histórica” –que también Erekat repite en su artículo- tratan de dejar la impresión de que el territorio al que el imperio romano comenzó hace milenios a llamar “Palestina” simplemente para enojar a los judíos ya que antes se llamaba “Judea” (o sea “tierra de los judíos”), era suyo, de los árabes hoy conocidos como palestinos , y que si no lo controlan hoy es porque se los quitaron. Pero la verdad es que el Estado palestino jamás existió. En la mayor parte de la Palestina histórica fue creada Jordania, donde la mayoría de la población es palestina, en un pequeño porcentaje fue fundado Israel y cuando los árabes palestinos tuvieron la posibilidad de crear otro Estado más en esa zona, la rechazaron pensando que con ello lograrían impedir la creación del Estado judío.
Y el exilio al que se refiere Saeb Erekat,requiere aclaración. Sin entrar en discusión en absoluto con la tragedia de cada familia que perdió su hogar y sin olvidar que 700.000 árabes se convirtieron en refugiados a raíz de esa guerra, no puede ser omitido que la guerra fue impuesta por los árabes al Estado judío naciente.Ni que de no ser por su ataque no habría habido ni un refugiado .
Aunque hubo sí expulsiones puntuales de parte de comandantes locales en las tropas judías de entonces,la expulsión no era una política en absoluto y el grueso de la problemática fue que líderes árabes alentaron a su gente a irse, prometiendo que volverían victoriosos al haber sido vencidos los judíos.
Partimos de la nota escrita por el Dr. Erekat, aunque creemos es de quienes desean llegar a una solución pacífica con Israel. Pero el problema es que inclusive quien es parte del liderazgo que ha reconocido a Israel y sostiene que quiere llegar a la paz, plantea públicamente conceptos que tergiversan la realidad y no ayudan con ello a alcanzar una solución.
El discurso formal y público palestino sigue siendo que la creación de Israel fue una “nakba”-catástrofe-para los palestinos. No tal o cual frontera sino la fundación misma de Israel. Allí está el pecado original, a su criterio, de lo que luego se agravó más aún en 1967 cuando Israel conquistó Cisjordania (Judea y Samaria) y Gaza.Pero la palabra “nakba”, cabe recordar, la utilizan para referirse al nacimiento del Estado judío en sí, en fronteras muchísimo más reducidas que las que tiene hoy como producto de las guerras que tuvo que lidiar.
No debería sorprendernos esta terminología, si sabemos que en 1947 –cuando la resolución de partición de Palestina- y 1948, la guerra “contra los judíos” se libraba de parte árabe en términos propios de “jihad”, o sea guerra santa.
“Los historiadores tienden a hacer caso omiso o a subestimar la terminología jihadista que acompañó el ataque y la aparición repetitiva del tema de la lucha islámica contra los Cruzados en tiempos pasados”, escribió el historiador israelí Benny Morris en su libro “1948”, el más detallado recuento de aquella guerra que se haya publicado. “Es un error”, recalca. “ La guerra de 1948,desde el punto de vista árabe, era una guerra religiosa del mismo modo que era una guerra nacional por un territorio, si no más todavía…O sea: el territorio es sagrado y su profanación por parte de los infieles era motivo suficiente para lanzar una guerra santa..”.
Un ejemplo de ello lo dio en abril de 1948 el Mufti de Egipto, Sheikh Muhammad Mukhaief, quien emitió un edicto religioso (fatwa) declarando que “todos los musulmanes tienen la obligación de librar una guerra santa por Palestina”, advirtiendo que “los judíos quieren tomar control de todos los países musulmanes”.
Temas propios de un relato antisemitismo de fuentes islámicas acompañaban a los árabes en su retórica anti judía y servían de motor en la guerra.
Fue una guerra que terminó en efecto en “nakba” para los palestinos, pero que podría haber sido, de tener ellos otro enfoque, no catástrofe sino oportunidad.
“El movimiento sionista, salvo algunos elementos marginales, dio su bendición a la resolución”, escribió el ya citado historiador Morris en referencia a la 181 de la Asamblea General. “Muchos lamentaron la necesidad de renunciar a territorios que habían sido cuna del pueblo judío: Judea y Samaria y Jerusalem oriental, el Monte del Templo, y numerosos veían con incomodidad el hecho que quede incluida en el estado judío que estaba por nacer una gran minoría árabe. Pero el movimiento , con Ben Gurion y Weitzman al frente, dijo “sí””, resume.
Y agrega: “Los árabes de Palestina y con ellos el mundo árabe todo, dijeron rotundamente “no”, tal cual habían dicho años antes cuando la comisión Peel había sugerido una solución de dos estados. Los árabes rehusaron aceptar la creación de un Estado judío en cualquier parte de la tierra de Israel (…) Puede que muchos palestinos no veían con entusiasmo la salida a una guerra. Pero la hicieron.(…) . La sociedad árabe palestina salió a la guerra y no surgió ni siquiera un líder palestino que proteste o discrepe con dicho paso”.
Con dolor por el tiempo perdido, creemos que no es tarde para recapacitar. Los palestinos deben volver a la mesa de negociaciones con Israel y tratar de llegar a una solución. Lejos estará de lo que habrían tenido en 1947, de haber dado el “sí” en lugar del “no” a la partición. Pero será mucho más que no ser dueños de su destino.
Esperamos que no cometan el error de siempre, y no vuelvan a perder una oportunidad.
También Israel tendrá muchos pasos claves que dar y posturas que cambiar para que se pueda encontrar el término medio. Pero sin sentarse a negociar, no se conseguirá absolutamente nada.
La pregunta, de fondo, será siempre si cambiaron radicalmente las posturas con las que los árabes atacaron a Israel en 1948, en qué medida los que hablan hoy de jihad son una minoría lunática o quienes se animan a decir en voz alta lo que muchos otros piensan. Sea como sea, sólo hablando se lo podrá averiguar.
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