Amir Taheri
New York Post
10.5.2013
Al caer el mundo del islam en las profundidades de un conflicto sectario, la identidad de un cuerpo robado por terroristas en Siria está creando un nuevo tema para los choques cismáticos entre sunnitas y shiitas. El cuerpo es, se supone, el de Hajar bin Udai, compañero del Profeta Muhammad considerado como el primer mártir shiita. Antes del actual conflicto sirio, cada año, más de un millón de peregrinos shiita, llegados, en su mayoria, desde Irán, visitaban la suntuosa mezquita, construida por iraníes, en el suburbio Marj Arda de Damasco, donde Hajar fue enterrado.
La semana pasada militantes sunnitas, bajo el nombre de Jabhat al-Nusra (“Frente de la Victoria”). atacaron la mezquita, desmantelaron la cerca dorada alrededor de la tumba y se adjudicaron haber desenterrado el cuerpo. Los militantes son seguidores de Ibn Taymiyyah, teólogo islámico medieval cuya labor inspiró a Muhammad ibn Abdul-Wahhab, fundador del movimiento Wahhabi que busca la “purificación” del islam retornando a sus fundamentos. El movimiento se opone a la construcción de mezquitas o a marcar lugares de entierro con lápidas, debido a que eso es un desvío de la exclusiva atención a D´s. Durante siglos, sus seguidores destruyeron miles de mezquitas y sepulturas en la Península Arábiga, Irak, Jordania y Siria. En 1802 obtuvieron su mayor éxito al demoler las mezquitas de Ali en Najaf y Hussein en Karbala, dos imames, entre los más reverenciados del shiismo. En la Península Arábiga, destruyeron cientos de sitios indicando la presencia de comunidades cristianas y judías. (Medina, bajo su nombre original de Yathrib, ostentó de la mayor comunidad judía a principios del siglo VII. Hoy, no queda rastro de esa presencia).
En los últimos años, la casa donde Muhammad nació fue demolida, junto con mezquitas dedicadas a los primeros tres califatos. Solo la tumba de El Profeta estaba preservada, en una mezquita que lleva su nombre en Medina- pero la tumba, acordonada, no era visitada ya que el acceso estaba denegado (Abdul-Wahhab mismo no fue la excepcion y hoy nadie sabe dónde está enterrado).
A pesar de ser venerado por muchos shiitas, Hajar bin Udai no fue un ángel. Durante la invasión árabe a Irán en 633, lideró unidades que asesinaron a miles en la región de Bagdad. Luego de la muerte del tercer califa, Osman, Hajar se puso del lado del yerno de Muhammad Ali contra Muawiyak, quien encabezaba a la tribu rival Bani-Sufiyan y quería el califato para sí. Ali gozó del apoyo de su propia tribu Bani-Hashim. En varias batallas, Muawiyah ganó; Ali fue asesinado por una secta conocida como Kharijites (“Forasteros”) que querían un califa electo por los feligreses más que impuesto por jefes tribales.
Grupos radicales sunnitas de todo el mundo musulman celebraron la demolición de la mezquita de Hajar bin Udai. Fue el tema del tradicional sermón en muchas mezquitas de Pakistán. En Egipto, algunas mezquitas distribuyeron dulces y frutas para crear un ambiente festivo. Los sitios web radicales sunnitas celebraron la destrucción como el “primer paso hacia librar al islam de los santuarios que desafían a Allah”.
La amenaza forzó a Irak a reforzar la seguridad en las mezquitas en Najak, Karbala, Bagdad y Samarra. En 2006, militantes sunnitas demolieron la cúpula dorada de la mezquita Imam al-Askari en Samarra, provocando años de guerra sectaria, que costó miles de vidas.
Pero una mirada a la foto, que circula alrededor del mundo musulmán, sugiere que el cuerpo robado no es el de Hajar bin Udai. Parece ser una muerte reciente, no más de 1400 años. Y es un hombre de edad mediana, con barba de tres días y pelado, mientras que Hajar debía haber tenido 70 años cuando fue decapitado en 660.
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