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| viernes noviembre 22, 2024

Parasha Shelaj


parashaMoshe envía doce espías a la Tierra de Canáan. Estos vuelven cuarenta días después, cargando un enorme racimo de uvas, una granada y un higo, para reportar sobre una exuberante y bondadosa tierra. Pero diez de los espías advierten que los habitantes de la tierra son gigantes y guerreros «más poderosos que nosotros»; sólo Caleb y Iehoshúa insisten en que la tierra puede ser conquistada, como Di-s indicó.

La gente llora diciendo que prefieren volver a Egipto. Di-s decreta que la entrada de Israel a la Tierra debe ser demorada por cuarenta años, tiempo durante el cual la generación entera fallecerá en el desierto. Un grupo de judíos arrepentidos se abalanza sobre la montaña en el borde de la Tierra pero son rechazados por los Amalekitas y los Canaanitas.

Son entregadas las leyes de Menajot (ofrendas de harina, vino y aceite), así como el precepto de consagrar parte de la masa (jalá) a Di-s cuando se hornea pan. Un hombre viola el Shabat cuando carga ramas y es castigado con pena capital. Di-s instruye poner flecos (Tzitzit) en las cuatro puntas de las vestimentas para recordar la observancia de las Mitzvot (perceptos Divinos).

EL ERROR DE LOS ESPIAS

 

“La tierra que cruzamos para explorar es una tierra que consume a sus habitantes” (Números 13:32)

Es hermoso vivir una vida netamente espiritual. Siempre estudiando, siempre meditando.

“Afuera está el mundo, con sus corridas, con sus envidias, con su violencia, con sus necesidades, pero yo estoy cómodo en mi torre de marfil. ¿Para qué necesito involucrarme en actividades mundanas? Mejor sigo así y salvo mi alma”. Esa fue en síntesis la forma de pensar de los espías. En el desierto los judíos vivían bajo la sombra y protección de Di-s. No les faltaba nada: Tenían el maná para alimentarse, la Fuente de Miriam para calmar la sed y las Nubes de Gloria para protegerlos. Sólo se dedicaban a estudiar, a cultivar su espíritu. Pero al entrar a la Tierra de Israel todo eso quedaría atrás. Tendrían que trabajar la tierra, dedicarse al comercio, involucrarse con el mundo. Ellos temieron que el pueblo abandonara un ambiente espiritual para sumergirse en uno material. Y ese fue su error. Justamente nuestra misión no es aislarnos, sino que debemos hacer, a través de nuestras actividades diarias, nuestro trabajo, nuestro relacionarnos con los demás, de este mundo material una morada para Di-s.

No debemos aislarnos en nuestro universo espiritual, sino que debemos llenar de espiritualidad a este mundo material. Los espías no lo comprendieron, como tampoco lo comprendieron los hombres de esa generación. De ahí la condena a vagar por el desierto durante cuarenta años. Hasta que surgió una nueva generación conciente de su misión y merecedora de entrar a la Tierra de Israel.

Mi problema, tu problema

Por Yanki Tauber

 

Algunos de mis familiares no se comportaban bien; mi estado de salud no era de lo mejor; dos de nuestros parientes estaban internados en el hospital y nos sentíamos preocupados por ello. Acerca de todo esto hablaba con a mi marido durante el viaje. Llegamos al lugar buscado, de muy mala gana, por los inconvenientes que nos acosaban.

Era un enorme edificio con rampas para discapacitados por todas partes. Tocamos el timbre y esperamos ser atendidos.

La mujer que nos recibió estaba sentada en su silla de ruedas. Su cuerpo era tan enorme que apenas cabía en ella. Llevaba puesto un pañuelo sobre su cabeza y evidentemente era una persona observante. Hacía mucho calor a pesar del ventilador que estaba funcionando. Mientras nos hablaba no nos miraba a la cara.

Mientras mi esposo se dedicaba a retirar las Mezuzot de los marcos de las puertas, me senté a charlar con la mujer. Comenzó a contarme sobre su vida:

Tenía graves problemas de en sus huesos y una infección espinal; un simpático rabino le había ayudado a obtener una dama de compañía las 24 horas del día, a cargo del gobierno; esta mujer dormía en el living porque el único dormitorio que había lo ocupaba la dueña de casa. Ella, en realidad, no salía mucho, casi nada, ya que en las sinagogas no hay rampas y la dama de compañía no tenía fuerzas para empujar la silla de una persona tan pesada. En medio de la conversación mi esposo se acercó a nosotras para mostrarnos como la letra «shin» debe ir en el frente de la Mezuzá. Comenzó a decir «esta letra debe ir…» cuando la mujer lo interrumpió: «Lo siento, soy ciega, así que sólo descríbalo con sus palabras». ¡Por eso que no nos miraba al hablar! Luego nos señaló una de las paredes, sobre la que había muchos diplomas y certificados colgados. Nos dijo: «Soy estudiante graduada en sociología y ciencias políticas; aunque el gobierno no entrega empleo a los discapacitados!». En ese instante pensé: «¿Qué otra cosa le puede suceder a esta mujer en la vida? No puede leer libros, no puede salir, no tiene familia; aunque su departamento fuera hermoso, no puede verlo, pero de todas formas es pequeño y caluroso». Pero lo más admirable de toda la situación fue que ella era optimista. Cree en Di-s y siente que El la ayuda; siempre ve el lado positivo de las cosas. «¡Después de todo estoy viva!» Y agregó «¡Muchos de los héroes y protagonistas de la Torá fueron discapacitados! Itzjak era ciego, Moshé tartamudeaba, Iaakov quedó rengo, y miren cuántas cosas importantes lograron. Nunca fueron menos por su discapacidad». Al finalizar la visita me di cuenta de que no podía siquiera invitarla a pasar un Shabat con nosotros. Ni bien abandonamos el edificio, mi marido me miró y me dijo: «¿Shoin arop ale problemen?» (¿Ya pasaron todos los problemas?).

Entonces, vi mis inconvenientes desde una perspectiva correcta. Ellos estaban allí, pero además tenía mi vista, mi cuerpo funcionando, mi familia, amigos, mi cómoda casa; podía ir a la sinagoga o donde deseara; podía trabajar… no había límites para todas las Brajot (bendiciones) que tenía. El viaje de regreso esa noche, fue diferente a todos. En lugar de estar sólo conforme, le agradecí a Di-s por todo… también por mis problemas…

(Extraído de www.es.chabad.org)

 

(Contacto: jabad_esp@yahoo.com.ar)

 
Comentarios
david israel tzion

Maravilloso,muchas gracias

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