Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo. Uruguay
La decisión de la Unión Europea de levantar el embargo de armas a Siria no se traduce aún en una orden de armar a los rebeldes opuestos al régimen del Bashar el-Assad. La situación es problemática sea cual sea la opción a seguir.
Por un lado, hace ya más de dos años que estalló la guerra en Siria, ya son más de 80.000 los muertos-responsabilidad tanto del régimen como de la oposición- y tendría razón la ciudadanía siria en no creer nada de lo que Occidente prometa, tras tanto tiempo de hablar mucho y no hacer nada. Por otro lado, si se llega a tomar una decisión de dar armas a los rebeldes-algo que Londres y París tienden a hacer pero aún con ciertas dudas- no es que habría una liderazgo ordenado y responsable para recibirlas.
El ser opositor al dictador sirio, no convierte aún a ningún grupo insurgente en alternativa tranquilizadora. El problema existe cuando la alternativa es jihadista como muchos de los elementos pro Al Qaeda que operan en Siria, pero también es más que complicado cuando se trata de grupos rebeldes desorganizados, sin fuerza e incapaces de dar las respuestas que el pueblo necesita.
En este complejo mosaico entran en juego también las consideraciones de extranjeros, como ser Moscú. Rusia, terminantemente opuesta a cualquier tipo de intervención directa de Occidente en Siria -considerada durante décadas bajo su esfera de influencia-amenaza con concretar una vieja transacción armamentista pactada con Damasco: la entrega de misiles anti-aéreos S 300. Con ello, espera disuadir a Occidente de una posible intervención.
Y en medio de este escenario nada sencillo, está también Israel.
Cuando el Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu llevó a cabo recientemente una visita oficial a Rusia, había sobre la mesa mucho más que mero protocolo y de aporte tradicional a las relaciones bilaterales. “Bibi” tenía una meta clara en sus conversaciones con su anfitrión el Presidente Vladimir Putin: convencerlo a no concretar la transacción armamentista con Siria, en cuyo marco el régimen del Presidente Bashar el-Assad debe recibir los misiles tierra-aire S-300, considerados de alto valor estratégico.
Los misiles en cuestión serían de la primera línea de ataque (o defensa) anti –aérea y limitaría considerablemente la libertad de acción de Israel tanto sobre territorio de Siria como del vecino Líbano. Al mantenerse incierta la situación en Siria, sin que haya certeza ninguna acerca de quién vendrá en lugar de Assad si cae, y al haber en el sur libanés 60.000 misiles en manos de Hezbolá que la organización pro iraní podría intentar usar cuando considere que el momento le resulta conveniente, fuentes israelíes explican que el Estado hebreo no puede permitirse ver seriamente maniatado su margen de maniobra.
La ventaja cualitativa de Israel en el aire ha sido desde hace ya muchos años un pilar clave del sistema de defensa de Israel, que le da la posibilidad de pasar la guerra al otro lado. Con los S 300 rusos en manos de Siria, la situación cambiaría radicalmente.
Y hay que tener en cuenta que al hablar de una capacidad aérea israelí mucho más limitada , eso equivale automáticamente a una mayor capacidad de los enemigos de Israel de actuar contra blancos civiles en Israel, como el aeropuerto internacional Ben Gurion, confiando en que Israel podría vérselas en figurillas para responder….si es que no logra interceptar a tiempo los misiles.
No es casualidad pues que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu haya dicho estos días a ministros de la Unión Europea que los misiles anti aéreos en cuestión en manos de Siria, “convertirían a todo Israel en una zona prohibida para el vuelo , no –fly zone, algo que Israel no se puede permitir”.
«Si esos proyectiles autopropulsados, que tienen un alcance de hasta 300 kilómetros, llegan a Damasco, el Gobierno de Israel y la cúpula militar sabrán cómo actuar», afirmó el ministro de Defensa de Israel Moshe Yaalon en una entrevista concedida al Canal 10 . «Por supuesto desde nuestro punto de vista es una amenaza. En este momento no puedo confirmar que se estén acelerando las cosas. Los envíos aún no se pusieron en marcha, eso sí lo puedo confirmar, y espero que no lo hagan. Pero si, desgraciadamente, llegan a Siria, sabremos qué hacer», aseguró.
Esas palabras supuestamente difusas, en medio de nebulosas, resultan muy claras a sus vecinos. Y cabe suponer que también a Moscú.
Otra pieza importante del mosaico-cuando Israel quiere frenar las baterías en cuestión pero sin entrar en conflicto directo con Rusia- es la forma en que la guerra en Siria está pasando a territorio libanés. Diferentes incidentes cruentos han tenido lugar ya en el norte del país y hace pocos días fueron disparados misiles hacia la Dahya, el bastión de la organización pro iraní Hezbolá en la propia Beirut, lanzados por sunitas opuestos al grupo chiita, al que critica por intervenir abiertamente en Siria. Los enfrentamientos internos ya han cobrado varias vidas y la crítica a Hezbolá dentro de Líbano va en aumento lo cual políticamente, lo debilita.
Pero precisamente por ello, el jefe de Hezbolá, Hassan Nasrallah, agudiza su tono, convierte en cada vez más explícito y abierto el apoyo al régimen de Assad y alega que “Siria es la última defensa de Palestina y si Siria cae, se pierde Palestina para siempre”.
Lo que suena como un tono cada vez más desafiante y provocador, puede ser una expresión de la conciencia de Nasrallah sobre su difícil situación en caso que la Siria de Assad desaparezca. Pero por otro lado, si Siria recibe baterías anti aéreas que refuerzan considerablemente su posición, el gran enemigo de Israel, Hezbolá, tendrá lo que festejar y se sentirá fortalecido.
Israel proclama desde el comienzo de la crisis en Siria, que es un asunto interno sirio en el que no interviene. Las sofisticadas baterías rusas, podrían empujarle a cambiar de dirección.
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