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| martes noviembre 19, 2024

El (único) rostro de Hamas (1ª Parte)


Marcelo Wio

Revista de Medio Oriente
20 de Junio de 2013

Algo extraño le sucede a la prensa con Hamas. Al parecer, los baremos que utiliza en casos como el de Al-Qaeda, por citar un ejemplo, carecen de validez cuando el grupo terrorista palestino es mencionado en las páginas de los periódicos. Lo evidente se desdibuja, y lo que es incuestionablemente terrorismo cuando se trata de ETA, de Al-Qaeda o de Irlanda del Norte, pasa a denominarse simplemente Movimiento de Resistencia Islámico, «organización islamista» o, simplemente, «la formación que gobierna Gaza». Y los terroristas, en este lavado de imagen, se convierten en militantes, milicianos (con reminiscencias románticas) o miembros del «brazo» o «ala» militar de Hamas – hecho extraño que tenga que dividirse al «movimiento» Hamas en brazos o alas políticas y militares. No parece necesario con los partidos políticos o movimientos de los países democráticos occidentales. ¿Por qué será?Como sea, la ideología o la parcialidad informativa encuentran en el lenguaje fórmulas para evitar lo obvio.

Obvio, porque los hechos son bien distintos, aunque los medios los ignoren o los minimicen y a nadie parezca importarle mucho. Y debería, porque la percepción parece querer reemplazar a la realidad; al menos, en esa parte del mundo y cuando Israel se encuentra de por medio.

¿Cómo sería considerado Hamas si, en lugar de lanzar cohetes contra Israel los lanzara, por ejemplo, contra Suecia? ¿O si en lugar de haber atentado en cafés, autobuses y hoteles en Israel lo hubiera hecho en Alemania o Inglaterra?

Un blog de CAMERA (15 de noviembre de 2012) refería que mucha de la cobertura de los eventos en los que Israel responde a los ataques terroristas ignora por completo el contexto, invirtiendo la temporalidad de las acciones (Israel «ataca», en lugar de «responde») y promoviendo una narrativa de «violencia cíclica» que termina por igualar las actividades terroristas ilegales de Hamas con la respuesta legal del gobierno y ejército israelíes.

En la misma entrada del mencionado blog, se señalaba que The Times, por ejemplo, definía a Hamas, justamente, como una «organización militante considerada como un grupo terrorista por Israel». Algo que también repite, a coro, gran parte del periodismo internacional, la prensa en español con ellos.

La duda instalada sugerida en la frase «considerada como grupo terrorista por Israel» pretende disfrazar la realidad de relativismo: todo depende de quién lo diga, y cuando lo dice Israel… Bueno, que es como si lo dijera el mentiroso del poblado. Pero, como todo relativismo, termina por morderse la cola, porque, si todo es relativo, también es relativa la propia perspectiva que instala el medio y, así, no hay nada verdadero y todo son meras percepciones. Lo cual es una falacia gigante y peligrosa.

Pero la afirmación, o el eufemismo de The Times y tantos otros, están muy lejos de la realidad. En su ensayo Grupos radicales en Oriente Medio: Estrategia, capacidades y alianzas, Javier Jordán, de la Universidad de Granada señalaba que:

«Hamás aparece en los listados de organizaciones terroristas de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Japón. Además de apuñalamientos, tiroteos y lanzamiento casi diario de cohetes contra la población civil, la práctica durante casi una década de atentados suicidas en lugares públicos hace a la organización sobradamente merecedora del apelativo terrorista.

Hamás tiene un doble objetivo: liberación de todo el territorio de Palestina, mediante la destrucción de Israel, e instauración de un estado islámico…».
En este sentido, esta omisión o esta negligencia a la hora de mencionar esta información, a la larga se parece más a una mentira que a un olvido o a un mero posicionamiento ideológico. El terrorismo lo es en función de los propios objetivos que persiguen con sus actos los terroristas, no porque sea de una u otra nacionalidad u organización, o porque su objetivo sea un país determinado o un grupo de personas en concreto.

El Título 22 del Código de Estados Unidos, Sección 2656f(d) define terrorismo como aquella «violencia premeditada y políticamente motivada perpetrada contra objetivos no combatientes por grupos subnacionales o por agentes clandestinos, usualmente con la intención de influir sobre un público».

En tanto, la Oficina Federal de Investigación (FBI) lo define como «la utilización ilegal de la fuerza o la violencia contra personas o propiedades con el fin de intimidar o coaccionar al gobierno, a la población civil, o cualquier segmento de los mismos, en cumplimiento de objetivos políticos o sociales».

El Real Instituto El Cano, publicó un trabajo en 2006 en el que indicaba que:

«…un acto se califica de terrorista si perseguía alguno de los siguientes objetivos: constituir una amenaza para el orden o paz públicos (España, Francia); influir en el buen funcionamiento del gobierno y de las instituciones (España, Reino Unido, Portugal); o intimidar a personas o grupos de personas (Reino Unido, Portugal).»

Y, aún así, según explicaba Matthew Levitt, ex analista de contraterrorismo del FBI y Senior Fellow en estudios sobre terrorismo en The Washington Institute for Near East Policy, en un artículo de 2004:

«El defensor del lector del Washington Post escribió un artículo [en septiembre de 2003] explicando que, ya que Hamas es un ‘movimiento nacionalista’ que se dedica a ‘algún trabajo social’, los perpetradores de ataques suicidas palestinos deben ser descritos en la prensa como ‘militantes’ o ‘pistoleros’, en contraposición a los ‘terroristas’ de Al Qaeda».  

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Fuente: blog.camera.org

Sólo doce días antes (el 9 de septiembre) Hamas asumió la responsabilidad por el ataque al popular Café Hillel en Jerusalén occidental. El ataque le costó la vida a siete personas e hirió a otras cincuenta.Pero al defensor del lector del Washington Post estimaba más relevante la defensa del victimario que de las víctimas inocentes del terrorismo. Por otra parte, el mismo no parece capacitado para definir lo que es o no terrorismo; y su argumento es una muestra de voluntarismo preñado de desconocimiento e ideología.

Esta serie de artículos de fondo se propone mostrar por qué Hamas es una organización o grupo terrorista. Para ello, se intentará delinear su origen ideológico y se dejará que hablen los propios líderes de Hamas, y su Carta Fundacional.  Introducción

Antes de entrar en más detalle, se pueden anticipar algunos aspectos salientes de su carta fundacional, que, en su Introducción, establece:»Nuestra lucha contra los judíos es muy grande y muy seria».

Vaya, así, de entrada, y sin mencionar siquiera a Israel que, se supone, se argumenta, es la «causa» del terrorismo de Hamas.
En el artículo 7, en tanto, aclara, por si quedara duda alguna, que:

«El Profeta, que Alá le bendiga y le dé la salvación, ha dicho: ‘El Día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes combatan contra los judíos (matando a los judíos), cuando el judío se esconderá detrás de piedras y árboles. Las piedras y los árboles dirán: Oh musulmanes, oh Abdulla, hay un judío detrás de mí, ven a matarlo. Sólo el árbol gharkad (cierta clase de árbol) no lo hará, porque es uno de los árboles de los judíos'».

Y en su artículo 8, anuncia que «la Yihad es su senda, y la muerte por Alá es su más alto anhelo». Y en el 13 postula que «no hay solución para la cuestión palestina si no es a través de la Yihad», porque «las iniciativas, y las llamadas soluciones pacíficas y conferencias internacionales, están en contradicción con los principios del Movimiento de Resistencia Islámica».

Matthias Küntzel, politólogo alemán, e investigador asociado en el Centro Vidal Sassoon para el Estudio del Antisemitismo (Universidad Hebrea de Jerusalén) señalaba en su libro Jihad and Jew Hatred que:

«Increíblemente, esta fuente de explicaciones tan obvia, el programa de Hamas, rara vez concita la atención en las interminables reflexiones periodísticas sobre las motivaciones para los ataques suicidas».

Lo mismo podría decirse de los ataques indiscriminados contra la población civil israelí con cohetes y morteros perpetrados desde la Franja de Gaza; o, incluso, sobre los motivos para el rechazo de Hamas a la solución de dos Estados.

Küntzel, además, rescata una frase que el historiador francés, de origen ruso, León Poliakov, escribió en 1969:

«… cualquiera que no denuncie el antisemitismo en su forma primitiva y elemental, y que no lo haga precisamente porque es primitiva y elemental, tendrá que enfrentarse con la pregunta sobre si así no está enviando un signo de aprobación secreta a los antisemitas de todo el mundo».

La cosmovisión antisemita, en la cual los judíos son demonizados como el mal absoluto, produce inevitablemente la intención de destruir este mal. Así sucedió en el pasado. Quienes minimizan o relativizan estos los hechos para otorgarle, aunque sea, un margen de duda a las intenciones (declaradas sin ambages) de Hamas contribuyen, consciente o inconscientemente, que puedan volver a tener lugar.

El historiador franco-israelí, Saul Friedländer, apuntaba en su libro Una psicosis colectiva, que la desaparición de las estructuras sociales tradicionales y la anomia resultante provocan una intensa necesidad de fusión social. Y que un odio común, por ejemplo el odio al judío, se convierte en un poderoso instrumento de fusión social.

Para ello, se deben ubicar los males en el «otro», lo que implica, por fuerza, identificar el «nosotros» con la virtud.
El artículo 9 de la carta fundacional expone:

«El Movimiento de Resistencia Islámica se encontró en una época en la que el islam ha desaparecido de la vida. De ahí que las normas se tambalearan, los conceptos se trastocaran, los valores cambiaran y gente perversa tomara el control, que prevalecieran la opresión y las tinieblas… que el estado de justicia desapareciera y el estado de falsedad lo reemplazara. Nada permaneció en su lugar debido. Así, cuando el islam está ausente del escenario, todo cambia».

El sexto artículo ya abría esa línea auto-descriptiva:

«Lucha por alzar el estandarte de Alá sobre cada pulgada de Palestina, pues bajo la protección del islam los seguidores de todas las religiones pueden coexistir con toda seguridad en lo que se refiere a sus vidas, posesiones y derechos. En ausencia del islam abunda la discordia, se extiende la opresión, prevalece el mal y estallan cismas y guerras».

Además de ser un instrumento de fusión social, el odio común funciona como mecanismo proyectivo de defensa, por medio del cual la agresividad (resultante de las frustraciones y la humillación percibidas; de la baja autoestima, del conflicto interno por la definición de una identidad) se transfieren al «otro», externo, amenazante, causa de los males que «nos» aquejan. El «nosotros», en comparación con el «otro», representa, como ya se señaló, todas las características positivas: superioridad moral y espiritual, justificación histórica y divina, y un largo etcétera. El «otro», en consecuencia, pasa a ser el elemento fundacional de la propia identidad: el espejo invertido que define los atributos propios. La antítesis necesaria.   

Entonces, el artículo 20 indica esa imagen opuesta:»Su política [de los judíos] de amedrentamiento es para todos. Atacan a las personas en lo que concierne a su sustento, extorsionando su dinero y amenazando su honor. Tratan a las personas como si fueran los peores criminales de guerra. La deportación de la patria es una forma de asesinato».

Esa representación es más detallada en el artículo 22, una reproducción del libelo Los Protocolos de los Sabios de Sión:

«Durante mucho tiempo los enemigos han estado planeando, hábilmente y con precisión, para el logro de lo que han conseguido. Tomaron en consideración las causas que incidían en la marcha de los acontecimientos. Se esforzaron por amasar una grande y sustantiva riqueza material, que dedicaron a la realización de su sueño».

Friedländer decía que la acumulación de rasgos negativos termina por quitar al judío toda forma humana. Y es evidente que el judío, en boca de Hamas, termina por adquirir proporciones y rasgos monstruosos.

Atallah Abu Al-Subh, ex Ministro de Cultura de Hamas, en un sermón transmitido por la cadena de televisión Al-Aqsa, el 8 de abril de 2011 (traducción de MEMRI) declaró:

«Los judíos son la nación más vil y despreciable que se arrastra sobre la faz de la tierra, porque han mostrado hostilidad hacia Alá.
Alá va a matar a los judíos en el infierno del mundo por venir, al igual que ellos mataron a los creyentes en el infierno de este mundo.

Los judíos matan a cualquiera que crea en Alá. Ellos no quieren la paz en la Tierra».

Menos mal que Al-Subh fue ministro de cultura. 

No parece haber una justificación lógica para obviar el contenido de la Carta de Hamas ni las declaraciones de sus líderes. Menos aún, teniendo en cuenta lo que el historiador inglés Paul Johnson, enunciaba en su libro La historia de los judíos:

«En el curso de los siglos, con frecuencia los escritos antisemitas fueron los que crearon el propio y terrible impulso que culminó en un gran derramamiento de sangre judía».

¿Por qué es desdeñable la amenaza genocida de Hamas?

Un vídeo oficial de Hamas llama a que Alá mate a los judíos, a los cristianos y a los comunistas y sus partidarios. Y dice: «cuéntalos y mata hasta el último, no dejes siquiera uno».

¿Por qué la prensa no toma seriamente estos hechos? Esta amenaza es persistente y está plasmada de manera deliberada en su programa (en el mencionado artículo 7, por ejemplo) y en sus declaraciones para consumo interno. Todo ello advierte inequívocamente de unas intenciones demasiado conocidas y recientes para ser descartadas como locuras de unos pocos, mera retórica o cualquier otra expresión que sirva para desdeñar la realidad.

Sería razonable inferir que la historia sirve para aprender del pasado, para saber reconocer los indicios y las evidencias de una catástrofe. Pero no.

Irwing Cotler, legislador canadiense, y ex Ministro de Justicia y ex Fiscal General de ese país, enumeraba en un artículo publicado por el Huffington Post, las lecciones que, a su entender, dejó el genocidio de Ruanda. La primera y principal, refería, es que estos genocidios no ocurren simplemente por la existencia de una maquinaria de muerte, sino que también por la incitación al odio sancionada por el estado. Y explicaba que «los actos de genocidio fueron precedidos por una deshumanización y demonización orquestadas contra la minoría Tutsi, invocando metáforas epidemiológicas – los Tutsis como ‘cucarachas’ – como prólogo para – una justificación para – su exterminio». Cotler resumía que justamente es en esta enseñanza del desprecio – en la demonización del «otro» – donde todo comienza. En el caso de Hamas, los ejemplos abundan. Y el silencio también. Pero no es sólo silencio, sino una voluntad de lavar su imagen.

Una incitación que, como informó Palestinian Media Watch el 3 de abril de 2013, también tiene lugar, de manera reiterada, en Cisjordania (Judea y Samaria), bajo control de la Autoridad Palestina:

«A principios de este mes, se les inculcó a los niños palestinos el odio (basado en el Islam) hacia los judíos en un programa (El mejor hogar) semanal de la televisión de la Autoridad Palestina. Una niña recitó un poema repleto tanto de mensajes de odio islámico y otros libelos demonizando a los judíos. El poema le enseñaba a los niños palestinos que los judíos, ‘enemigos de Alá, los hijos de los cerdos’, profanaron el Corán y Jerusalén, ambos, crímenes contra el Islam, y ‘asesinaron niños’, ‘les cortaron sus extremidades’ y ‘y violaron a las mujeres en las plazas de la ciudad'».

En tanto, Cotler proponía que la segunda lección que se desprende del genocidio ruandés es el peligro de la indiferencia y las consecuencias de la inacción.
Durante la Operación Pilar Defensivo de Israel contra objetivos terroristas en la Franja Gaza, en noviembre de 2012, y según informó Palestinian Media Watch, Hamas transmitió varios mensajes ideológicos a través del canal oficial Al-Aqsa. Un mensaje recurrente llamaba a la matanza de judíos, a la que Hamas definió como un acto de adoración religiosa a Alá. Durante uno vídeo musical, en la pantalla aparecía el siguiente texto:
«Matar a los judíos es una adoración

que nos acerca a Alá».

La prensa, indiferente.

David Keyes, director ejecutivo de Advancing Human Rights decía que es difícil no tomar estas palabras como, lisa y llanamente, una incitación al genocidio. Pero, si la prensa ni siquiera las menciona, es muy fácil no tener que pronunciarse sobre las mismas.

Los «brazos» sin cuerpo que ofrece la prensa Hablar de «brazo militar», como algo ajeno – o no del todo propio – a Hamas; como un grupo «díscolo» dentro de la organización, que no responde al «brazo político», sino que es autónomo en sus acciones, es, simplemente, incurrir en una falacia. ¿Cómo, entonces, cuando el «brazo político» pacta una tregua con Israel, el «brazo armado» acata las órdenes? ¿Cómo es posible, por otra parte, que el «brazo armado», en tanto armado – y por tanto, depositario de la fuerza -, no controle también el gobierno en Gaza?

Ricki Hollander, analista de CAMERA sostiene que Hamás funciona como un sólo cuerpo en las actividades terroristas y servicios sociales caritativos, bajo el control de su liderazgo político. Y que son los propis líderes quienes han repetido y afirmado públicamente que Hamas es «un solo cuerpo» cuya «ala política determina la política global del movimiento»: el anterior líder de Hamás, Sheik Ahmed Yassin declaró en una entrevista el 1 de junio de 2001 que «el ala militar implementa las políticas elaboradas por el ala política».

Matthew Levitt reproducía en un artículo declaraciones de Yassin:

«No podemos separar el ala del cuerpo. Si lo hacemos, el cuerpo no podría volar. Hamas es un cuerpo».

No importa, Yassin, aunque usted fuese el fundador Hamas, la prensa dice que no, que Hamas no es un cuerpo.

Otro líder de Hamas, Abdel Aziz al-Rantisi, le dijo a la agencia Reuters, según relata Levitt, en 2001, que «el liderazgo político [de Hamas] ha liberado la mano de las brigadas [de Izz ad-Din al-Qassam] para que hagan lo que quieran contra los hermanos de los monos y los cerdos [i.e., los judíos]».

David Aufhauser, ex Consejero General del Departamento del Tesoro y presidente del comité de coordinación política sobre financiación terrorista del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, describió – como indicó Levitt – la distinción entre las «alas» militar y benéfica de Hamas como una «sofistería» y sostuvo que «la idea de que haya una división entre ambas desafía al sentido común».

Pero, para que no queden dudas de la estrecha conexión entre las alas «política» y «militar», el propio Matthew Levitt explica en su libro Hamas: Politics, Charity, and Terrorism in the Service of Jihad que Abdel Aziz al-Rantissi ayudó a fundar Hamas durante la primera intifada en 1987, y que, según el gobierno de Estados Unidos, operó directamente bajo Yassin y mantuvo «una línea de comunicación directa para la coordinación de operaciones militares» con el líder de Hamas.

Debido a este papel, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos designó a Al-Rantissi como una entidad Terrorista Global Especialmente Designada.

En una entrevista con la radio de la BBC en 2002, Al-Rantissi anunció que Hamas estaba planeando nuevos ataques. Y en diciembre de 2003, le dijo a la agencia Reuters que «las operaciones de martirio vienen como olas, por lo que hay espacios entre olas. Estamos sólo en el período de un espacio entre olas».

¿Cómo sabía el «portavoz político» de Hamas lo que ocurría en el «ala militar» si no hubiese habido un contacto estrecho entre ambos; si una no estuviese subordinada la una a la otra?

Khaled Meshal supervisaba desde Damasco a las células terroristas y sus operaciones. Según un informe de agosto de 2003 del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, «Meshal ha sido responsable de supervisar operaciones de asesinato, atentados y matanzas de colonos israelíes. Para ejecutar las actividades militares de Hamas, Meshal mantiene una conexión directa con el líder de Hamas en Gaza, Abdel Aziz al-Rantissi».

En tanto, un informe de Human Rights Watch de 2002 (Erased in a Moment: Suicide Bombing Attacks Against Israeli Civilians) concluía que Hamas funciona como una entidad unificada, donde los operativos militares están subordinados al liderazgo político.

Y, a pesar de todo ello, Hamas sigue beneficiándose de la distinción irreal entre «brazo político» y «brazo armado». Así, su fachada caritativa – que le permite financiarse – opera, como indicaba Levitt en un artículo de 2004, en muchas capitales europeas y de Medio Oriente.

Resulta preocupante, razonaba Hollander en un artículo, que incluso cuando Hamas apunta deliberadamente contra civiles israelíes, pone en peligro el bienestar de los palestinos e, incluso, mientras proclama su compromiso definitivo con la destrucción de Israel, siempre existen los que continúan sugiriendo que Hamas simplemente lucha por la libertad. Esto es falso, y es desmentido por los estatutos de Hamás, por sus acciones, por las declaraciones de sus propios representantes.

 
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