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| lunes diciembre 23, 2024

Tel Aviv, la ciudad Bauhaus


RAFAEL ANÍBAL

bauhaus

La ciudad israelí cuenta con cerca de 4.000 construcciones de esta escuela prohibida por los nazis.

Arte urbano, playas abarrotadas y el mayor catálogo de arquitectura de la Bauhaus.

La Escuela Bauhaus es a Tel Aviv lo que el modernismo a Barcelona. Así explicaba recientemente un periodista israelí el significado de esta corriente arquitectónica para la segunda ciudad en importancia de Israel. Con, aproximadamente, 4.000 edificios repartidos entre sus no más de 50 kilómetros cuadrados, Tel Aviv ostenta orgullosa el título de la ciudad con mayor número de construcciones de estilo Bauhaus del mundo. No en vano en el año 2003 la Unesco reconocía este dato, declarando a la Ciudad Blanca lugar Patrimonio de la Humanidad “por integrar las tendencias arquitectónicas del Movimiento Moderno en el entorno local”.

La estrecha relación entre la escuela Bauhaus y Tel Aviv se remonta a los años 30, cuando un destacado grupo de arquitectos judíos huyó de su Alemania natal ante el ascenso de los nazis al poder. Pertenecientes al grupo articulado en torno a Walter Gropius en 1929, Arieh Sharon, Shmuel Mestechkin, Munio Gitai-Weinraub y Shlomo Bernstein, entre otros, implantaron un novedoso y moderno plan de urbanismo. Respetando las directrices arquitectónicas básicas de la Bauhaus, diseñaron una ciudad que pudiera adaptarse a las singularidades de un clima desértico y mediterráneo. De este modo, las nuevas construcciones estarían caracterizadas por colores claros, como el blanco, ventanas traqueteadas para impedir la entrada del calor o los asentamientos sobre pilares al aire libre, permitiendo así que el viento pase por debajo de los apartamentos.

Sin embargo, el éxito de esta corriente en Israel no puede ser entendido exclusivamente en términos arquitectónicos. La filosofía de la escuela Bauhaus –que sería prohibida por los nazis al considerarla “degenerada”– entroncaba perfectamente con el ideario de la creación de un nuevo estado. De hecho, el movimiento sionista-socialista de principios de los años 30 adoptó esta corriente “de la manera más natural”. Aplicaron las teorías de la Bauhaus, que hablaban de la creación “desde la nada”, lo cual, para el caso israelí, supuso levantar casas y edificios a partir de la misma arena del desierto. La máxima de “edificios sin pasado, hacia un nuevo futuro, cumplió aquí sus mayores expectativas”, explican desde el Bauhaus Center de Tel Aviv.

A pesar de que muchos de los 4.000 edificios se encuentran en un estado más que descuidado, el Ayuntamiento de la ciudad parece haber entendido la importancia cultural e histórica de los mismos y ha puesto en marcha un importante plan de mejora. De momento, ya se han rehabilitado algunos y se espera que en los próximos años se restauren alrededor de 1.500.

Debido al elevado número de lugares de interés, lo más oportuno es llevar a cabo un plan bien trazado, seleccionando de antemano qué es lo que más conviene ver. Una buena manera de empezar es el edificio del Bauhaus Center de Tel Aviv. Fundado en el año 2000, ofrece una gran cantidad de información a este respecto, además de vender libros sobre arquitectura, así como diferentes planos de la ciudad. Dentro de las diversas actividades que se realizan, están las visitas guiadas. Si bien es una buena opción, también se pueden tener en cuenta otras. El Tel Aviv-Bauhaus Walking Tour, gratuito y organizado por el Ayuntamiento, tiene lugar todos los sábados a las 11:00 y parte desde Rothschild número 46. Si se busca algo más concreto, solo hay que preguntar en cualquier oficina de turismo de la ciudad, donde informan de las muchas ofertas y precios.

El Museo Bauhaus, en el 21 de Bialik Street, es, a pesar de su reducido tamaño, otra de las mejores opciones para comprender y conocer la importancia de la escuela alemana en el urbanismo de la ciudad. Abierto solo dos días a la semana, miércoles y viernes, posee también una muestra con objetos diseñados por Mies Van Der Rohe, Marcel Breuer y otros arquitectos significativos del Movimiento Moderno.

Aunque, sin duda, la mejor manera de disfrutar de la arquitectura Bauhaus es perderse por Rothschild Boulevard, Shenkin, Dizengoff, Bialik, Mazeh o Kalisher Street, donde se encuentran algunos de los edificios más característicos y mejor conservados de la ciudad. La cercanía entre sí y la posibilidad de hacer la ruta a pie hacen que merezca la pena dedicar unas cuantas horas a este recorrido.

 
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