Jonathan Spyer
AURORA
Un suceso exóticamente raro en el mundo árabe contemporáneo tuvo lugar días atrás: esto es, el traspaso del poder sin derramamiento de sangre. El emir de Qatar, Sheikh Hamad bin Khalifa al-Thani, decidió jubilarse, debido a una enfermedad. El poder fue transferido a su hijo, Tamim bin Hamad al-Thani, de 33 años de edad.
Los rumores de la inminente abdicación habían abundado entre los observadores del Golfo, desde hacía algunos meses. Sin embargo, pocos esperaban que sucediera tan pronto.
El joven e inexperto, Tamim, asciende al poder en un momento de gran agitación histórica en la región, en el que el pequeño emirato de Qatar está jugando un papel central.
Hamad, tomó el poder de su propio padre mediante un golpe incruento (sin derramamiento de sangre) en 1995.
Durante los últimos dieciocho años, transformó astutamente las vastas riquezas de gas del pequeño emirato en una posición de influencia diplomática clave en la región.
El emir de Qatar se dio cuenta antes que otros del potencial dinámico de dos fuerzas emergentes – los medios de comunicación satelitales y el sunismo. Apostó por ellos, y la decisión demostró ser clarividente.
De hecho, llevó al país a niveles de poder e influencia hasta ese momento inimaginables.
Fundado en 1996, el canal satelital Al Jazeera, con sede en Doha, emergió como la principal fuerza formadora de opinión en los medios de comunicación árabes. Su cóctel de sentimiento populista anti-occidental y anti-israelí, y su disposición a criticar a los regímenes árabes existentes (a excepción del propio Qatar, por supuesto) ganó los corazones y las mentes de millones de personas en el mundo árabe parlante.
Las relaciones de Doha con los Hermanos Musulmanes son de larga data.
El patronazgo de Qatar sobre la Hermandad se remonta a la década de los sesenta. Al igual que los sauditas, los qataríes ofrecieron refugio a los activistas del movimiento que huían de la persecución del régimen de Gamal Abdel Nasser en Egipto.
En el caso de los sauditas, la relación se echo a perder cuando las ideas de la Hermandad comenzaron a infectar y a radicalizar sectores importantes de la propia población de Arabia Saudita. En cambio, Qatar nunca ha tenido que preocuparse por la radicalización interna. Sobre una población total de 1,9 millones, 1,7 millones no son ciudadanos.
Se trata principalmente de trabajadores procedentes del subcontinente indio, sin derechos políticos y, a menudo mantenidos en condiciones espantosas. Los 200 mil ciudadanos de Qatar son un grupo inmensamente privilegiado. El emirato es el mayor exportador mundial de gas natural licuado. Esta pequeña ciudadanía es la beneficiaria de la riqueza, con un ingreso per cápita mayor que cualquier país del mundo.
Un islamismo revolucionario que trate de volverlos en contra de la familia gobernante Thani, tendría por lo tanto pocas esperanzas de avanzar. Qatar, a diferencia de Arabia Saudita, puede patrocinar a los Hermanos Musulmanes sin miedo.
El resultado ha sido una alianza exitosa. El jeque Yusuf al-Qaradawi, el más influyente de los predicadores de la Hermandad, estableció su hogar en Doha. Al Jazeera proporcionó la plataforma para las altamente influyentes y populares emisiones de Qaradawi, en la que emite fatwas y comenta sobre la política regional.
La influencia de los medios de comunicación y las apelaciones populistas han ido de la mano con la generosidad económica de Qatar – en el Líbano, entre los palestinos, y en Sudán. Todo esto se traduce en influencia política – véase Qatar hospedando, por ejemplo, las conversaciones entre Fatah y Hamas,y el diálogo entre las facciones libanesas enfrentadas en 2008.
El ascenso del sunismo y de los Hermanos Musulmanes
en el Oriente Medio en la última década (y en forma acelerada en los últimos dos años) ha llevado a Qatar a una posición de influencia sin precedentes.
El pequeño emirato se encuentra ahora en las grandes ligas. Esto ha traído consigo nuevos problemas y dilemas.
Qatar se encuentra, en la actualidad, en algún lugar cerca del centro de la escena en todos los principales puntos álgidos de la región. Es el principal apoyo financiero de la Hermandad en Egipto. Doha está por reemplazar a Irán como el principal patrocinador de Hamas, que a su vez representa el elemento más dinámico de la política palestina. El emirato tiene una estrecha relación con el gobierno de Erdogan en Turquía y con el gobierno Nahda en Túnez – ambos movimientos influenciados por la Hermandad.
Qatar es también uno de los apoyos centrales de la rebelión armada en Siria. El dinero de Qatar financia muchas de las unidades de combate más activas entre los rebeldes. En particular, Doha (en cooperación con los turcos) apoya a las unidades rebeldes cuya orientación ideológica es del tipo de la Hermandad, como la Brigada Tawhid de Aleppo.
Los logros de Qatar han despertado la ira de los dos actores regionales mucho más importantes – Irán y Arabia Saudita.
Los iraníes, que comparten con Qatar un enorme campo de gas natural, están furiosos con el apoyo qatarí a la rebelión contra el régimen de su cliente en Damasco.
Los sauditas no están menos indignados por lo que consideran como el apoyo irresponsable de Qatar a los Hermanos Musulmanes, a los que Riad considera como la principal amenaza para sí mismo y para otras monarquías conservadoras del Golfo.
La rivalidad de Arabia Saudita con Qatar es de larga data, pero la creciente influencia de Doha la ha intensificado.
La alianza de Qatar con la Hermandad antioccidental se hace aún más compleja por su dependencia de la protección de EE.UU. contra la amenaza iraní. Los estadounidenses mantienen su base aérea más grande en la región de al-Udeid, al oeste de la capital qatarí.
Esta combinación de circunstancias estará ahora bajo la responsabilidad del joven Tamim.
¿Existe algún indicio de que ofrezca una orientación sobre cómo va a responder a ellas? En primer lugar, cualquier esperanza de que el nuevo emir promueva un enfoque menos pro-islamista parece poco probable que se materialice. Fuentes bien informadas indican que Tamim es, en todo caso, más pro-Hermanos Musulmanes que su padre.
La alianza estratégica entre Doha y la Hermandad, que tanto ha indignado a los sauditas, es probable que continúe. Además, la naturaleza afable de la transición sugiere que es poco probable que la ruptura con el viejo sistema de poder sea completa.
Mientras que el influyente primer ministro Sheikh Hamad bin Jassim al-Thani, será reemplazado; es probable que el antiguo emir tenga un papel continuo en la formulación de políticas. El ascenso de Tamim no representa el triunfo de una nueva rama de la familia Thani, o un nuevo enfoque. Se trata del «establishment» existente que está garantizando su futuro.
La conclusión es, entonces, que la perspectiva más probable para Qatar es: más de lo mismo. Más apoyo a la Hermandad en Egipto, Siria, Gaza y más allá; más promoción selectiva de reformas en el exterior, mientras se mantiene un sistema laboral casi esclavista en casa; seguir pellizcándole la nariz (o mojarle la oreja) a Irán mientras se acurruca bajo el paraguas protector de la Fuerza Aérea de EE.UU.; y una mayor competencia con Arabia Saudita.
Francois Voltaire escribió: «Un gran poderío conlleva una gran responsabilidad.»
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