Sal Emergui
Jerusalen
elmundo.es
Siete productoras y representantes del Ministerio llegan a Jerusalén
Una delegación española formada por siete productoras y representantes del Instituto de la Cinematografía (ICAA) del Ministerio de Educación y Cultura, ha abandonado Jerusalén tras dejar la semilla de proyectos conjuntos con la industria cinematográfica israelí. Paralelamente a los actos de la trigésima edición del Festival de Cine de Jerusalén, 11 representantes españoles han mantenido varias reuniones con productores y cineastas de Israel.
«Aún no sabemos cuántos proyectos conjuntos se acabarán realizando porque hacer películas suele llevar meses o años pero la valoración general es muy positiva en ambas partes. Somos optimistas», afirma a ELMUNDO.es Susana de la Sierra, directora general del ICAA, al frente de la expedición española a Jerusalén. Su peregrinaje a Tierra Santa es el resultado del acuerdo de coproducción cinematográfica entre los dos países firmado el pasado 20 de febrero. «A nivel económico, hay una gran diferencia. En las producciones en España, el presupuesto medio de una película son 2.5 millones de euros mientras en Israel es un millón. Quizá esta diferencia, aunque no sea insalvable, pueda ser un factor que dificulte en algunos casos un proyecto conjunto», explica de la Sierra que apunta el documental como un camino interesante para la cooperación.
Lo que el dinero separa, la creatividad une. «A nivel artístico, los dos cines exploran la diversidad cultural de sus respectivos países. Las afinidades culturales que tenemos y la voluntad de generar inquietud creativa y artística pueden ser un buen punto para colaborar», opina la directora general de ICAA, organismo que ha participado en el encuentro junto a FAPAE (Confederación de Productores Audiovisuales), la Fundación de Cine de Israel y el Festival de Cine de Jerusalén.
¿El conflicto israelí-palestino afecta a este tipo de coproducciones? «Los artistas tratan todos los temas. Algunos trataran esta cuestión y otros no. Todo depende del director, productor y proyecto. Por lo que he visto es algo muy natural y presente en la cinematografía israelí ya que toca todos los temas», responde.
La apretada agenda les otorga herramientas de cara al futuro pero también les ha evitado disfrutar al máximo del presente, esto es, de la cita anual del cine con la milenaria ciudad. «El Festival de Jerusalén es muy valiente y viendo su programación valoro su esfuerzo por ofrecer un mosaico de lo mas plural posible. Es un festival que crece y se conoce cada vez más fuera de Israel», añade sobre un cartel que este año ha contado con seis obras españolas.
De la Sierra ha comprobado estos días el enorme tirón que tiene el cine español en Israel. Desde Pedro Almodóvar hasta Fernando Trueba (aquí se proyecta estos días ‘El artista y la modelo’) pasando Pablo Berger que presenta en Jerusalén su película ‘Blancanieves’.
Este seguimiento no es recíproco. «En España no se conoce mucho el cine israelí que es muy diverso y plural. Creo, sin embargo, que gracias a las nuevas maneras de distribución y exhibición fundamentalmente a través de internet, los grandes beneficiados serán los ciudadanos que quieren ver este tipo de películas que no entran en los canales ordinarios», comenta De la Sierra tras poner la primera piedra en el puente con Israel y antes de sellar un convenio con China.
Un iraní en Jerusalén
El Festival de Cine de Jerusalén vivió anoche uno de sus momentos más esperados con la presencia de Mohsen Makhmalbaf. Este conocido director iraní en el exilio y exponente de la lucha contra el régimen islámico de su país, presentó su nueva obra ‘El jardinero’.
El hecho que trate de la comunidad Bahai -perseguida en Irán- y haya sido filmado en Israel (en parte, en los impresionantes jardines en Haifa) aumentará la hostilidad de los jerarcas iraníes hacia su persona y obra.
«Quise demostrar que se puede trabajar con el llamado ‘enemigo’. A Irán no les gustan los Bahai y dicen que es una religión inventada por Israel», contó ayer el director iraní, aclamado por el auditorio israelí, confesando que desea «volver hacer películas en Irán pero hoy es imposible».
«Estoy muy contento de estar en Jerusalén. Para mi, tiene mucha importancia. Traigo un mensaje de paz del pueblo iraní. Debemos conocernos unos a otros a través de literatura, el cine y la cultura para que no haya ningún motivo de una guerra entre nosotros», sentencia en la ciudad que le ha adoptado sin pensárselo dos veces.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/10/cultura/1373448548.html
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