La sangrienta guerra civil en Siria transformó, de manera irrevocable, el rostro de Siria. El régimen de Assad perdió el control efectivo en amplias zonas del estado, y se sabe que acepta su imposibilidad de restituir la rueda hacia atrás. Siria, que en el pasado controló con la fuerza de su ejército en Líbano, se apoya en la actualidad en las fuerzas de Hezbollah libanesa a fin de llevar a cabo la ofensiva militar contra los rebeldes, a la luz de las pesadas pérdidas que padeció el ejército desde marzo de 2011. Junto a las fuerzas de Hezbollah, el régimen de Assad se acerca, más y más, a las fuerzas de apoyo militar chiita de Irán, Irak y según algunos informes, también de Afganistán. En el último tiempo, el principal combate avanza en la zona de la capital Damasco y en la ciudad de Homs, en donde algunos de sus barrios, bajo control rebelde, se encuentran bajo fuertes y continuos ataques.
Entre la conducción de las fuerzas rebeldes comenzó a consolidarse una ofensiva debido a que la estrategia del régimen de Assad se basa en agitar la preparación del terreno para la creación de un estado alawita dentro de Siria, que pueda conservar la independencia de la etnia alawita y salvarla del genocidio a manos de la mayoría sunita, cuyos líderes persiguen la venganza del “ojo por ojo”.
La primera posibilidad que se presenta es la creación de un estado alawita al oeste, basado en distritos de Tartús-Latakia y que se extienda desde Turquía al norte, Líbano al sur y las ciudades de Jamaat y Homs al este. En ese estado habría mayoría alawita del 55%, frente al 37,5% de sunitas, 8,5% de ismaelitas y 5% de cristianos. Ese estado gozaría de la unión al Mar Mediterráneo por los dos grandes puertos de Tartús y Latakia, de los molinos de viento, existentes en la zona de la costa, de un territorio agrícola fructífero, que permitiría el hallazgo de gasoductos en sus aguas territoriales.
La segunda posibilidad es la creación de un gran estado alawita, en una zona montañosa y de costa occidental y también en el distrito de Homs, hasta el límite con Irak.
El estado alawita estaría unido a la zona chiita de Líbano (valle de Líbano y los pueblos chiitas del sur de Líbano) a Irak, que se mantiene bajo control del régimen chiita y desde allí a Irán.
El régimen de Assad aún no se recuperó y sus pasos militares demuestran que intenta conservar la mayoría de las cartas en su mano, poniendo énfasis en las zonas estratégicas desde su punto de vista, comenzando por la ocupación de la ciudad al-Qusayr, de importancia estratégica en la unión entre Damasco, a Tartus y Latakia y, en éstos días, en la ofensiva por el control de Homs, ciudad clave para la creación de un estado alawita.
El uso ilimitado de la fuerza militar (además del uso de armas químicas) está destinado a romper la fuerza de resistencia de los rebeldes y a generar amplia destrucción y, por su intermedio, incentivar la huida de los residentes sunitas de las zonas clave. Esa política ya provocó el abandono de sus hogares de más de un millón de sirios, la mayoría sunitas. En opinión del gobierno, el “transfer” de la población sunita es una importante condición para la concreción del estado alawita permanente.
Israel no está involucrado ni interesado en la crisis de Siria y las dos fuerzas enemigas son peligrosas, en la misma medida. Israel tiene interés en una Siria debilitada militarmente. La división de Siria en una política de entidades enemigas servirá a ese interés israelí.
Att. CIDIPAL
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