Hace unas semanas preguntaban a Jen Psaki, portavoz del Departamento de Estado, si consideraba que los talibanes eran una organización terrorista. La pregunta pareció dejarle perpleja. “Bueno, no estoy segura de cómo están considerados en este momento”, respondió a los periodistas.
Así las cosas, resulta esperanzador escuchar cómo Malala Yusafzai, una chica pakistaní de 16 años, subida al podio de la ONU, denuncia claramente y sin titubear que los talibanes son terroristas, y cuestiona su valor e inteligencia.
Yusafzai sostuvo que los talibanes “tienen miedo de las mujeres”; y añadió:
Recuerdo que había un niño en mi escuela al que un periodista le preguntó por qué los talibanes estaban en contra de la educación. Él sencillamente respondió señalando su libro y diciendo que los talibanes no sabían qué contenía.
Conviene tener presente que fue precisamente un talibán quien el año pasado disparó a quemarropa a Yusafzai en la cabeza, cuando cogía un bus para volver de su escuela, en el norte de Pakistán. Yusafzai estuvo al borde de la muerte y sufrió largos meses de hospitalización y operaciones. Un portavoz de los talibanes describió el ataque como una “advertencia” a los jóvenes de la zona, que serían “los próximos” si seguían su ejemplo.
Los talibanes, por su interpretación de los textos islámicos, se oponen a la educación de las niñas. Yusafzai es una musulmana que rechaza este fundamentalismo, tal y como dijo claramente en la ONU. De hecho, tuvo problemas tras provocar a los salafistas –musulmanes que quieren mantener el islam tal y como se concebía en el siglo VII– al decir que había aprendido lo que era la compasión de “Mahoma, el profeta de la piedad”, y que también le habían inspirado “Jesucristo y Buda”, así como Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr., Nelson Mandela y Mohamed Alí Yinah.
El último de esa lista, hombre moderado y tolerante, fue uno de los padres fundadores de Pakistán. Hace cuatro años di una conferencia en la Universidad de Karachi sobre terrorismo, y me centré en el caso de los talibanes. Pregunté al público si los pakistaníes todavía anhelaban construir una nación como la que soñó Yinah. Un estudiante me lanzó un zapato. (En la página de extrema izquierda democraticunderground.com, la aprobación fue generalizada. Y un miembro de los ultraderechistas Ron Paul Forums llegó a insinuar que este joven merecía el Premio Nobel).
Yusafzai concluyó su alocución llamando a “una gloriosa lucha contra el analfabetismo, la pobreza y el terrorismo”; pero no precisamente el tipo de lucha –en árabe, yihad– que los talibanes tienen en mente.
Tampoco cabe esperar que el jeque Yusuf al Qaradawi, predicador de los Hermanos Musulmanes que aparece en Al Yazira, elogie a Yusafzai, dado que este canal, al igual que Al Yazira English y Al Yazira America, son propiedad de los gobernantes de Qatar. Qaradawi, que ha llamado a matar americanos en Irak y promovido ataques suicidas contra israelíes, lanzó una fetua en la que se decía que el derrocamiento del presidente egipcio Mohamed Morsi constituía una violación de la ley islámica. Pues bien, su hijo Abdelramán, de 42 años, dio una vuelta de tuerca al debate al publicar en un periódico egipcio una réplica, que tradujo MEMRI y titulada “Lo siento, padre, pero Morsi no tiene legitimidad”, en la que se oponía a la fetua y subrayaba que el derrocamiento de Morsi era justificable y necesario.
Abdelramán se define como “revolucionario”, y dice que estuvo en la plaza Tahrir en 2011 oponiéndose al régimen dictatorial de Hosni Mubarak y que posteriormente volvió a ella para rechazar el autoritarismo de Morsi. Y añade:
Yo no me comprometo para reclamar que se instaure la sharia, de hecho no creo tener derecho a imponérsela a nadie. Es más, me comprometo para animar a la gente a ser libre, ya que desde mi punto de vista la libertad y la sharia son lo mismo. Es hora de que esta nación complete la difícil [misión] de separar religión y Estado, de modo que sepamos si quienes se dirigen a nosotros son clérigos o políticos.
No se me malinterprete. Ni deduzco ni sugiero que el hijo de Qaradawi sea un demócrata jeffersoniano. Pero sí parece que en Oriente Medio puede estar empezando a tomar forma un debate muy fructífero, poco predecible y realmente provocativo. Esto me recuerda el vídeo con la entrevista a Alí Ahmed, un niño egipcio de 12 años, que ha llegado a ser viral y prohibido en China. En ella Ahmed explica sencilla y sintéticamente por qué millones de sus compatriotas rechazaron obedecer las órdenes de los Hermanos Musulmanes: “No nos hemos deshecho de un régimen militar para sustituirlo por una teocracia fascista”. La entrevistadora, perpleja, le pide que aclare los términos, y Ahmed sin dudar responde: “Una teocracia fascista consiste en manipular la religión y en hacer cumplir normas extremas en nombre de la religión, incluso si la religión no lo ordena”. También dice:
[Las mujeres] son la mitad de la sociedad. ¿Cómo puede haber solamente siete mujeres en la Asamblea Constituyente, seis de ellas islamistas?
¿No querría el lector oír también a este joven en la ONU? ¿No le gustaría contratarlo como portavoz del Departamento de Estado?
Foundation for the Defense of Democracies
Link en ingles:
http://defenddemocracy.org/media-hit/the-new-muslim-generation/
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