Es muy posible que la frase “todo tiene que ver con todo” sea ingenua, superficial o hasta ligeramente ridícula, porque ese “todo tiene que ver con todo” describe una verdad tan obvia y evidente que hasta da un poco de pudor reiterarla. Sin embargo, lo que me ocupa hoy revela que, efectivamente, todo tiene que ver con todo. La enorme foto que aparece este martes 13 de agosto la página 15 del diario La Nación pertenece a ese conjunto de imágenes que lo dicen todo sin las palabras.
Se trata de cinco personas de género masculino que miran a la cámara. Detrás de ellos cuelga un cartel que dice “Día internacional del Quds”. Quds es Jerusalén en árabe. En un primerísimo primer plano aparecen Roberto Cirilo Perdía, Santiago Paz Bullrich (también conocido como Abdul Karim Paz), Luis D´Elía, Fernando Esteche y una quinta persona poco conocida y sin relieve para el comentario. Están celebrando, en la mezquita porteña At-Tahuid en el barrio de Floresta, Felipe Vallese al 3600, el día que cada año los países árabes reclaman la “recuperación” de la ciudad de Jerusalén.
Fernando Esteche es el cabecilla de la organización Quebracho. Es profesor de la Facultad “Néstor Kirchner”, de la Universidad Nacional de La Plata, en la que dicen “enseñar” periodismo. Es, además, un hombre que ha estado durante muchas ocasiones en la cárcel, precisamente por generar manifestaciones y destrozos en la vía pública, siempre en reclamo de su reivindicación permanente, la lucha por la desaparición de Israel. Ahí está Esteche, el profesor de la estatal Facultad “Néstor Kirchner”.
Ahí está también Luis D´Elía, que hace unos doce años era conocido como líder piquetero y, con el tiempo, se fue convirtiendo en dos cosas: por un lado, una especie de embajador oficioso de Irán en la Argentina. Por otro lado, un furibundo activista en contra de Israel y en general de las comunidades judías. Es, además, un encendido partidario de Cristina Kirchner, como lo fue en su momento de Néstor Kirchner.
Está también Roberto Cirilo Perdía, que en la década de los años Setenta integraba la conducción nacional de la organización Montoneros y que, con los años, se fue acercando al kirchnerismo y hoy aparece como uno de sus más entusiastas defensores.
De Santiago Paz Bullrich, políticamente poco importa lo que él pueda decir respecto de la Argentina. Es, eso sí, un fervoroso partidario del pacto con Irán, tal como lo ha sido, paradójicamente, Héctor Timerman. Este “Abdul Karim Paz” (Santiago Paz Bullrich), fue entrenado durante largos años como religioso islámico de la confesión chiita en Irán. Ahora es líder espiritual de esa comunidad en la Argentina.
Todo esto pertenecería al mundo de las conjeturas, o de las opiniones personales, si no fuera por dos cosas. Este grupo que aparece en la foto tiene una enorme afinidad con el Gobierno de la Argentina, una conexión directa con el régimen de Irán y grupo defiende entusiastamente el accionar internacional de Hezbolá. Hezbolá quiere decir Partido de Dios. Esta es la traducción de la palabra, que -en rigor de verdad- debería pronunciarse “Hizbalá”. Es la milicia chiita que opera en el sur del Líbano como cliente directo del régimen iraní.
Todas estas personas se han declarado manifiestamente en favor de la destrucción del Estado de Israel, un país con el que la Argentina mantiene relaciones diplomáticas. Prometieron en este acto de la mezquita de la calle Felipe Vallese, el último viernes de Ramadán, que habrán de acosar permanentemente a la embajada de Israel en la Argentina, mientras exista lo que ellos llaman “ese Estado opresor”. No emiten una sola palabra sobre los 200.000 muertos provocados por la guerra civil en Siria. De eso no hablan, de eso no se ocupan. Todo esto coincide con la llegada al país del nuevo encargado de negocios de Irán, Ahmad Reza Kheirmand.
¿Qué dijo este Santiago Paz Bullrich, también conocido como Abdul Karim Paz? Dijo que “la Argentina ha entendido cómo son las cosas, quiere dar vuelta la página e independizarse de lo que Estados Unidos dice de Israel”. En una palabra, Paz, D’Elía, Perdía y Esteche hacen una explícita manifestación de apoyo al pacto que firmó el gobierno argentino y revalidó el Congreso dominado por el kirchnerismo, con el régimen de Teherán.
Como si todo esto fuera poco, Fernando Esteche, que se proclama líder de una organización revolucionaria, guevarista y partidaria de la lucha armada, cuyos integrantes siempre se caracterizan por ir a todas las manifestaciones con la cara cubierta con pañuelos palestinos y garrotes en las manos, ha dicho: “hemos aprendido del imam Jomeini (el fundador de la revolución iraní) que religión y política no pueden estar separados”. Interesante constatación, sobre todo para la izquierda que suele maravillarse con el régimen iraní: sus militantes revalidan el carácter confesional y medieval del régimen iraní. No solo no se distancian o marcan una diferencia desde un cierto marxismo ateo, sino que -por el contrario- Esteche se ha enamorado del islamismo religioso como si fuera una causa revolucionaria.
Esta gente simpatiza con el gobierno argentino. El Gobierno argentino jamás se ha separado ni distanciado de ellos. Es una foto que debería hacer pensar claramente a la comunidad judía argentina, a los partidos democráticos en general y específicamente a las entidades directivas de la comunidad judía argentina, en particular la DAIA y la AMIA, que siguen sin ser lo suficientemente claras que deberían ser respecto de las evidentes complicidades, conexiones y solidaridad entre el gobierno de Cristina Kirchner y personajes como Esteche, D´Elía y Perdía. Por eso, hoy -más que nunca- en este tema todo tiene que ver con todo. Esta foto involucra al mismísimo Poder Ejecutivo Nacional.
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