En marzo de 2011 una serie de manifestaciones violentas se iniciaron en las ciudades de Siria, que expresaban el deseo de sus ciudadanos de vivir en un estado más decente.
Dos años y medio más tarde, más de 100.000 han muerto y cuatro millones son refugiados en Siria y en el extranjero. Cientos de miles de casas y apartamentos han sido convertidos en escombros y la infraestructura en grandes partes del país se ha hecho añicos.
Sin lugar a dudas, ha habido tiempo suficiente, suficientes muertes, refugiados y destrucción, para que el mundo -que presume de ser guiado por consideraciones morales- despierte y haga algo más allá de la condena verbal.
Pero esto ha sucedido. El mundo desvía la mirada. Por lo que respecta a los sirios, se pueden morir como insectos simplemente, porque quieren deshacerse del dictador que presume de servir como su oficial de enlace con el paraíso, transformando a Siria en el infierno.
El mundo occidental, que inventó el concepto de «derechos humanos», ha olvidado que los sirios también son «humanos». No hay nadie para hacer lobby a su favor porque no hay petróleo en su país. Los caballeros de los derechos humanos no se han movido por los acontecimientos en Siria, ya que ni judíos ni israelíes están involucrados en evitar ese desastre. ¿Qué van a decir, que Israel ha hecho a sus ciudadanos árabes sólo el uno por ciento de lo que el régimen en Siria está haciendo a sus ciudadanos?
Un documento escrito por el general Martin Dempsey, jefe del Estado mayor conjunto de los EE.UU., revela la verdad: Los Estados Unidos no intervendrán en Siria, ya que no tienen ningún interés nacional en hacerlo. Ni un solo país, incluso aquellos que anunciaron un boicot a los productos fabricados por las empresas pertenecientes al gobierno sirio. El mundo tiene miedo de enfrentarse a Siria y a Irán, Irán ha amenazado con actuar en contra de la industria petrolera en el Golfo si el presidente sirio Bashar Assad es derrocado.
El mundo también ha estado inerte al ver como islamistas atacan a los cristianos coptos en Egipto, ante la quema de decenas de sus iglesias y muerte de sus adherentes.
Estas conclusiones tristes del silencio del mundo ante el sufrimiento en el Medio Oriente, son muy importantes para nosotros como israelíes:
1. Aunque decenas de miles de israelíes fueran asesinados, heridos o desplazados por la guerra o el terrorismo, el mundo no responderá ni reaccionará.
2. Israel no debe hacer concesiones a cambio de garantías internacionales, porque cuando se ponen a prueba, cada estado funciona de acuerdo con sus intereses actuales, no en función de sus compromisos anteriores o consideraciones morales.
3. Las consideraciones morales no afectan a las acciones. El antisemitismo, sin embargo, empuja impostores morales para boicotear los productos israelíes.
4. Incluso aquellos que utilizan medios no violentos pueden estar expuestos a una reacción violenta, y el mundo acepta esta ecuación inmoral.
5. Si Irán no amenaza a Occidente, Occidente volverá a estar dispuestos a sacrificar los judíos hasta el punto de exterminio, mientras el petróleo desde el Golfo Pérsico siga fluyendo en el mercado energético.
6. En un sistema internacional que opera sin una brújula moral, Israel debe actuar de acuerdo a sus propios intereses. Y si el interés de la seguridad -la existencia de Israel- significa aferrarse a toda la Tierra de Israel, o parte de ella – otras consideraciones no deben participar en la decisión.
7. Las consideraciones éticas tales como «los palestinos también merecen un estado» deben compararse a decir que «los sirios merecen vivir.» Un europeo o norteamericano que no se preocupa por la vida de los sirios no tiene derecho a exigir que Israel sea más moral que él.
8. La paz en Oriente Medio sólo se logrará mediante el que sea capaz de demostrar a sus adversarios que es invencible.
Mordejai Keidar es Director del Centro de Estudios de Oriente Medio y el Islam (en formación) en la Universidad de Bar-Ilan, Israel
Vision de Israel
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