El equipo negociador John Kerry-Martin Indyk tiene que aceptar el hecho que el meollo del conflicto de Medio Oriente tiene sus raíces en el «Derecho al Retorno» palestino, la demanda colectiva reclamando un derecho legal y moral de los refugiados palestinos y, más importante, para sus descendientes de todo el mundo, a regresar a sus hogares ancestrales en Israel que alguna vez fueron parte de la Palestina del Mandato. El «derecho al retorno» es central para la identidad nacional palestina y es el obstáculo para cualquier acuerdo de paz exitoso.
Indyk es muy consciente, por su participación anterior en Camp David en el año 2000, que insistir en el Derecho al Retorno palestino es un claro imposible para Israel, ya que se utiliza sobre todo para desviar la atención de las verdaderas y honestas difíciles conversaciones. Los verdaderos temas incluyen el reconocimiento mutuo y una discusión sobre intercambios de tierras.
Aunque puede ser más fácil o conveniente, a veces, creer que el conflicto palestino-israelí es puramente territorial, una mirada más cercana a la realidad revela que el rechazo palestino de un estado judío, en general, es lo que prolonga el conflicto y no la cuestión de Jerusalén o las fronteras de 1949 o 1967. A tal efecto, la identidad palestina como refugiados perpetuos se ha convertido en la razón de ser de UNRWA.
Por lo tanto, aquellos que esperan ver un genuino progreso en la próxima ronda de negociaciones enfrentan dos obstáculos principales: el anómalo tratamiento de UNRWA de los refugiados palestinos que prolonga el conflicto, y, en segundo lugar, la falta de una identidad palestina independiente que no sea anti-sionista en su núcleo. Ambos han permitido que UNRWA se convierta en un accesorio esencial en la sociedad palestina que alimenta el conflicto en lugar de desactivarlo.
Facilitadores tóxicos
Recientemente, The Guardian expuso una anomalía en un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) sobre las tendencias mundiales de los refugiados. En el informe, la agencia omite a los refugiados palestinos al contar el número de refugiados en todo el mundo. Por otra parte, The Guardian señaló correctamente que, «tal vez mencionar a los refugiados palestinos podría abrir en las mentes de la gente la pregunta de cómo fue que casi 5 millones de personas y sus descendientes … se convirtieron en refugiados».
Tales preguntas cuestionarían claramente el papel de UNRWA en la perpetuación y expansión del número de refugiados palestinos en todo el mundo, en lugar de disminuir su clientela – algo que su agencia hermana ACNUR, que tiene una definición más pragmática de refugiados, realmente hace.
Hay una clara agenda política en el hecho que generación tras generación de palestinos repita las falacias de 1948. Es notable que incluso ACNUR parezca reconocer este absurdo.
Sin embargo, la agencia ha logrado mantenerse en actividad durante los últimos 65 años convenciendo al mundo de que los palestinos son «especiales». Los funcionarios de la agencia han prometido continuamente el derecho al retorno, como señaló el portavoz de UNRWA Chris Gunness en 2011, “principios establecidos y la práctica – así como las realidades sobre el terreno – claramente refutan el argumento de que el derecho al retorno de los refugiados palestinos fuera a desaparecer o ser abandonado si ACNUR fuera el responsable de estos refugiados».
Como la «refugiedad» palestina es, sobre todo, sinónimo de la identidad nacional palestina, ha sido usado como una «insignia de honor» y un recordatorio perenne de la Nakba – la supuesta catástrofe del nacimiento de Israel. En esta historia, los árabes de Palestina carecen de culpa y no tienen ningún tipo de responsabilidad por su desafortunado destino; sus propias decisiones y las de sus líderes no se mencionan.
De hecho, históricamente, el mundo árabe tiene una cantidad significativa de responsabilidad por la situación, por haber fomentado y facilitado, en gran medida, la huida de los refugiados. Pero en este relato ningún otro más que la ONU y UNRWA son los facilitadores tóxicos que ahora están ayudando a alimentar esta historia durante generaciones.
Es evidente por qué UNRWA hace esto: su existencia está en peligro. Tiene buenas razones para enredarse en la sociedad palestina y convertirse en un obstáculo más para un acuerdo negociado entre Israel y los palestinos. Es precisamente por esta razón que, si estas reanudadas negociaciones tendrán alguna posibilidad de éxito, tanto Washington como Jerusalén tienen que aprender de los errores del pasado y aprovechar la significativa cantidad de dólares que hemos vertido en UNRWA, que sólo perpetúa el problema, y buscar soluciones reales comenzando por terminar con el derecho al retorno.
Asaf Romirowsky es un analista de Medio Oriente, con sede en Filadelfia, investigador adjunto en Middle East Forum.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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