En muchos idiomas, la palabra noticias se traduce como “novedad” o “nuevas” (news en inglés, nouvelles en francés,jadashót en hebreo, etc.). Sin embargo, cuando la información trata sobre Israel y/o los judíos, lo “nuevo” de la información suele escasear y abunda lo contrario: le reiteración (literal o enmascarada) de viejos tópicos y prejuicios.
Nosotros hace tiempo que hemos descubierto ese fenómeno, que hemos aprovechado para los días de vacaciones y festivos en que no podemos elaborar nuestros informativos habituales. Entonces solemos programar una sección llamada “Viejas nuevas” en la que redifundimos el informativo del mismo día de hace 8 o 9 años. El resultado es asombroso: si obviamos los nombres de algunos protagonistas (especialmente en países democráticos en los que se produce un recambio en el poder), pocos advierten el truco.
Los manuales de periodismo definen los criterios de la selección de las noticias en base a su excepcionalidad, proximidad, relevancia de los implicados, implicación emocional, actualidad, como relleno y efecto agenda (temas que se perciben como más importantes en un momento dado). Eso puede estar muy bien para un medio generalista, pero no para uno dedicado a información sobre el mundo judío e israelí.
Primero (excepcionalidad), porque en más de 3.000 años de historia es difícil que a los judíos nos sorprendan con algo realmente “nunca visto”. Segundo (proximidad), porque gracias a nuestra dispersión diaspórica por todos los confines de este planeta, todo nos incumbe y nos afecta directamente. Tercero (relevancia de los implicados), porque nuestra historia, incluso la muy cercana, nos ha enseñado a tomarnos en serio a señores insignificantes de bigotitos recortados y presidentes de estados que pretenden borrarnos del mapa. Cuarto (implicación emocional), porque todos nuestros libros están cargados de armas de empatía desde el “veahavta lereeja kamoja”: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Quinto (actualidad), en nuestro caso, porque somos una radio por Internet que no emite online, por lo que nunca podríamos competir con la inmediatez de otros medios, especialmente con la velocidad de propagación de las redes sociales. Y sexto y séptimo (relleno y efecto agenda) porque la urgencia de los primeros puntos nos impide recrearnos ociosamente.
¿Qué criterio nos queda entonces? El de la amenaza. Suena fatal y victimista, pero revisen diariamente los titulares de los periódicos en busca de información relacionada con Israel y los judíos, y comprobarán que la mayoría se resume en esa palabra: ataques, declaraciones incitando al odio, mentiras incendiarias, analogías degradantes, discursos fóbicos, etc. Claro que de vez en cuando también surge alguna noticia positiva y esperanzadora que nos permite, al menos por unos momentos, guiarnos por la excepcionalidad, proximidad o relevancia de los implicados. Pero es lo irregular que confirma la regla. Poco de nuevo traen estas “news”. Por eso, en un arrebato de terrorismo léxico me atrevo a proponer que a partir de ahora, cuando se hable de judíos y/o de Israel, las “noticias” se llamen “viejicias”.
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