Desde la época preciosa de estudiante y luego, cuando la corriente de la vida te lleva a la otra orilla, como profesor, siempre mi debilidad fue preguntar por qué e ir hasta el fondo de la cuestión y si fuera posible, mas allá también.
Necesitado de una introducción al tema no he caído en la ya remanida sucesión que plagan los diarios: Aserciones, vuelta para atrás, entradas en escena no queridas, aprobaciones y desaprobaciones oportunas e inoportunas, las mas.
Asi que no voy a tratar de inducir mediciones sobre si este o aquel estuvieron bien o mal; que dijeron, que dicen que dijeron ni que dicen que dirán.
Los últimos episodios del ya culebrón nos llevan a ver florecer una solución: el malo ofrece algo para sacarse el yugo del cuello: ofrece o le han hecho ofrecer mostrar sus chiches fatales quimicos o quimicoides, entregarlos, sin dejar de derramar una lágrima, aunque mas no sea “for export”, bajar los ojos en señal de arrepentimiento, y todos contentos. No habrá ataques, no habrá réplicas, todos a sus tareas cotidianas.
Y ahí se acabó la cosa. Pero no. Es posible, y casi probable, que el chico malo quiera readquirir sus juguetes con los cuales metía o intentaba meter miedo en el vecindario. Y volver a hacer las mismas o mayores travesuras, por sí o por interpósita persona. Y lo podrá hacer, con seguridad. Lo que no sabemos los ciudadanos de a pié, o por lo menos uno, yo, dónde el chico malo compra esos juguetes, en cantidades horrorosas, quien o quiénes le dan crédito, o descuentos suculentos por pago al contado u otras exquisiteces del mercadeo moderno.
En estas cuestiones siempre hay un efecto secundario. Cuando la proximidad de una conflagración de magnitud, la industria se recupera. Las cadenas de montaje se aceleran, las órdenes de provisión de toda clase de materiales proliferan, los bancos dan mas crédito a las empresas y las empresas, a lo mejor, toman mas personal o adquieren mas bienes intermedios para fabricar toda clase de armas y pertrechos bélicos…y seguramente chiches de los que gustan tanto exhibir los hombres malos.
Que un tal Karl Marx haya dicho antes que yo lo que dije arriba, no es culpa mía. Lo que si puedo asegurar es que el no está en condiciones de copiarse de nadie y las verdades vuelan solas o en bandada. No importa quien lo dijo si no que dijo.
Algo está podrido en Dinamarca…
Emilio Baby, Haifa, 2013
Difusion: Porisrael.org/diariojudio.com
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