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| domingo diciembre 22, 2024

Siria divide al mundo árabe


La guerra que se vive en Siria desde hace ya más de dos años, no sólo ha dividido a dicho país, enfrentando al régimen de Bashar el-Assad con sus propios ciudadanos, sino que ha creado evidentes divisiones dentro del mundo árabe y parte del mundo musulmán.

Mientras Irán (país islámico, no árabe), Argelia , la organización pro iraní libanesa Hizbala (considerada una milicia pero que es parte clave del gobierno del Líbano)  apoyan en forma activa al régimen de Damasco, Arabia Saudita encabeza el bloque que explícita y abiertamente pide mano dura con Assad (y que incluye a países como Emiratos Arabes Unidos y Qatar), mientras otros evitan adoptar una posición categórica por distintas consideraciones.

Por un lado, en el 2011-año en que comenzó la revuelta contra Assad y la cruenta represión de la misma- la Liga Arabe suspendió a Siria y permitió que la oposición al régimen tenga representación en la organización. Por otro,en sus recientes reuniones de fin de agosto y el 1º de setiembre,  exhortó a las Naciones Unidas y la comunidad internacional “a asumir sus responsabilidades de acuerdo a la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho internacional, tomando las medidas disuasivas necesarias”.Según el analista israelí Yoel Gozansky del Instituto de Investigaciones de Seguridad Nacional, ello equivalió a “evadir un apoyo explícito a una intervención militar de Estados Unidos”.

Con diferentes actitudes y por distintas razones, países árabes han impedido de hecho que sean tomadas decisiones más terminantes respecto a Siria, que podrían dar a Estados Unidos el apoyo regional que deseaba para que un operativo militar contra Assad fuese visto no como un capricho norteamericano sino casi como una necesidad de la región.

El citado investigador israelí explica que Irak hace lavado de dinero sirio y la vista gorda al uso de su territorio para la transferencia de armas iraníes al régimen de Assad, Egipto quizás aspira a mantener cierto grado de influencia en Siria y  Jordania teme ser atacado por Siria.

Esto ha llevado a declaraciones que le complican los planes a Obama. Jordania aclaró recientemente que su territorio no servirá de base para una intervención militar de Estados Unidos en Siria (cabe recordar que Damasco aclaró que atacaría Jordania, Turquía e Israel si participan en el ataque en su contra) .Y Egipto, aunque condenó el ataque  con armas químicas por parte del régimen contra civiles el reciente 21 de agosto en los suburbios de Damasco, aclaró que la solución a buscar debe ser política y no militar.

El país que más abierta y firmemente ha condenado a Assad en el mundo árabe, es Arabia Saudita, que analiza la situación por la mirilla del choque entre los dos mundos que componen el Islam: el sunita y el chiita, lo cual va íntimamente ligado al poderío de Irán que Riyad teme y rechaza.

Teherán es desde hace años un constante aliado de Assad en Siria y la guerra que se libra en el país desde hace dos años y medio, ha sido el escenario en el que dicha alianza se tradujo en forma muy práctica y contundente, no sólo mediante un constante abastecimiento armamentista sino también con la participación activa de las Guardias Revolucionarias iraníes y su “proxy” Hizbala, en los combates dentro de Siria.

La cautela de varios gobiernos árabes, que aumenta a medida que parece acercarse un ataque norteamericano, contrasta con las posiciones de los pueblos en el mundo sunita, contra el régimen de Assad.

En el mencionado análisis, Gozansky recuerda que ya antes del ataque químico del 21 de agosto, aplastantes mayorías de las poblaciones sunitas condenaban a Damasco: el 90% de los libaneses sunitas, el 90

% de los jordanos y el 81% de los egipcios, expresaban posiciones negativas sobre el régimen egipcio.

 

Gran parte de la explicación acerca de la diferencia entre estas posturas y las adoptadas oficialmente por los gobiernos, radica en las dudas de estos últimos respecto a la determinación norteamericana contra Assad. El mundo árabe capta que inclusive si se concreta un ataque, el resultado bien podría ser que Assad se mantenga en el poder-el propio Presidente Obama ha aclarado que su intención no es derribarlo- y por lo tanto, quede fortalecido al sobrevivir un operativo militar de Estados Unidos.Ante esta eventualidad, prefieren actuar con cuidado.

 

Probablemente esta sea la más clara señal de la desconfianza que la región está mostrando ante la política de ´Washington, en la que algunos de sus aliados conocidos y otros menos explícitos, ya no confían tanto. No pocos preferirían que Estados Unidos haga el trabajo sucio de terminar con Assad, pero como no creen que Obama llegue a ese punto, optan por maniobrar como en la cuerda floja.

 

 
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