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| martes diciembre 24, 2024

La unidad antiterrorista israelí, al servicio de Kenia


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«El terrorismo es una amenaza global (…) Israel está hombro a hombro con el Gobierno y pueblo de Kenia en estos difíciles momentos. Nosotros en Israel conocemos el dolor del terrorismo y haremos todo lo que podamos para apoyar al pueblo de Kenia». Mientras el presidente de Israel, Simón Peres, hacía público este mensaje de condolencias a su homólogo keniano, Uhuru Kenyatta, varios miembros de la unidad de élite de la lucha antiterrorista israelí ya estaban en los alrededores del centro comercial Westgate.

No para irrumpir en el edificio atacado por el grupo terrorista Al Shabab sino para asesorar a las fuerzas locales en las negociaciones y la liberación de los rehenes. Un avión con destino a Nairobi partió el sábado desde el aeropuerto de Ben Gurion. A bordo, dos oficiales de la Yamam (Unidad Central Especial), perteneciente a la Policía israelí, dos expertos en material explosivo y tres en identificación e investigación delictivas.

Una fuente policial confirma estos datos al diario ‘Israel Hayom’ que a su vez destaca que los agentes se limitan a asesorar sin participar en el asalto keniano del complejo de Nairobi. Junto a los israelíes, expertos norteamericanos y británicos.

Yamam es la unidad de élite de la Policía israelí en la lucha antiterrorista. Pese a su reducido número de miembros, Yamam está considerada en el mundo como una de las más efectivas en todo lo que se refiere a negociación sobre rehenes y toma de control de edificios tomados por terroristas.

Qué decir, cómo responder a una demanda, cuándo hay que contestar, quién es el que habla, cómo asegurar la vida de los rehenes, identificar momentos de debilidad o exceso de confianza al otro lado del teléfono y dónde llevar las negociaciones con personas que consideran la muerte como el cumplimiento de la Yihad sin que acabe en una explosión del centro comercial.

«No quiero comentar este caso específico pero en general hay que decir que la responsabilidad final siempre recae en los efectivos locales», afirma Lior Lotan, ex oficial y uno de los principales expertos israelíes en la lucha antiterrorista y negociación con secuestradores. Según explica a la radio militar, «desde los atentados del 11-S, hay una cooperación internacional muy elevada para abortar ataques terroristas».

Más allá de la presencia puntual de la unidad especial de la Policía israelí, el Mosad está presente en Kenia. Su labor, como la de otras agencias de Inteligencia, se centra en evitar o al menos alertar sobre ataques de este tipo. Hace un año, los servicios secretos israelíes y kenianos desbarataron un atentado supuestamente contra diplomáticos israelíes al detener a dos iraníes con una importante carga explosiva. Said Mousav y Ahmed Mohammud-pertenecientes a la Guardia Republicana iraní- poseían 15 kilos del explosivo RDX y fueron sentenciados a cadena perpetua. Pretendían vengarse contra Israel al que Teherán acusó de asesinar a varios oficiales y científicos del programa nuclear iraní en Teherán.

«Desde los 60, Kenia e Israel mantienen excelentes relaciones diplomáticas, económicas y de seguridad. Kenia y Etiopía siempre han sido vistas como importantes aliados en el Cuerno de África. En la operación de rescate de Entebbe en el 76, por ejemplo, Kenia fue una base importante sobre todo para el regreso seguro de las fuerzas israelíes», nos explica Ely Karmon, experto en terrorismo y analista del Centro Interdisciplinar de Herzliya.

«Me imagino que en este caso, pueda haber también quizá ayuda de Israel a nivel de Inteligencia», añade a ELMUNDO.es.

Israel y Kenia estrecharon su colaboración en seguridad tras el atentado de un grupo vinculado a Al Qaeda contra el Hotel Paradise en Mombasa que provocó la muerte de 13 kenianos y tres israelíes el 28 de noviembre del 2002. Ese mismo día, 261 pasajeros a bordo del charter de la compañía israelí Arkia, que cubría el trayecto Mombasa- Tel Aviv, se salvaron de milagro ya que los dos misiles disparados contra el avión no lograron por muy poco dar con su objetivo. El entonces ministro de Exteriores, Benjamín Netanyahu, pidió una «unión contra el terrorismo».

Nueve años después y como jefe de Gobierno, Netanyahu recibió en Jerusalén a su homólogo Raila Odinga que le pidió ayuda en la lucha contra el terrorismo vinculado a Al Qaeda. Una asistencia que se traduce en asesoría, instrucción de agentes kenianos y venta de armas. Contratos que son rentables para la industria militar israelí. De forma paralela, Israel asiste a varios países africanos-entre ellos Kenia- en el campo agrícola.

Tras la visita del dirigente keniano a Israel, Al Shabab denunció que el objetivo era «una ayuda para destruir al pueblo musulmán y su religión», y amenazó con una represalia.

«Israel, que desgraciadamente tiene mucha experiencia con ataques terroristas, mantiene buenas relaciones con Kenia. Esto no quiere decir que nuestros chicos participen en el rescate», afirman fuentes israelíes a ELMUNDO.es.

 
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