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| martes noviembre 19, 2024

Sobre Irán, los Israelíes Están de Acuerdo Con la Evaluación de Netanyahu, Discuten su Enfoque


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Cuando el drama central de la recién concluida Asamblea General de las Naciones Unidas se representaba, el Primer Ministro Israelí, Benjamin Netanyahu, el último orador de la sesión, representó un papel secundario pero crucial. Apareció en el escenario como el arruinador del estado de ánimo, el hombre que interrumpió la narrativa central de un nuevo y no amenazador Irán, con el Presidente Hasan Rouhani dispuesto a reconciliarse con el mundo. Netanyahu le dijo al mundo que despierte y se dé cuenta de que la nueva imagen de Irán era una ficción.

Las severas palabras del primer ministro provocaron una amplia gama de respuestas, incluyendo duras críticas. En Israel, muchos consideraron discordante el discurso. Hubo mucha discusión sobre el mensaje de Netanyahu, y un torrente de discusiones. Los israelíes conocen a su primer ministro y están familiarizados con su habilidad para esgrimir palabras como armas punzantes. Sólo el 51 por ciento dijo que le gustó el discurso.

Lo que es notable es que las críticas en Israel se centraron mayormente en el estilo y en la táctica, más que en la sustancia y los objetivos del discurso. Sobre el mensaje central, que Irán sigue siendo tan peligroso como siempre y no es confiable, mayormente no hubo controversia.

Desde la tribuna de la ONU, el primer ministro israelí denominó al nuevo presidente de Irán «un lobo con piel de cordero», explicando las razones por las que son falsas las afirmaciones de Irán de que no está construyendo una bomba nuclear, e instando al mundo a no cejar en las sanciones. Netanyahu advirtió que, de ser necesario, Israel tomaría a Irán por su cuenta.

Todavía en EE.UU., Netanyahu aseguró al público que no estaba sorprendido, y ciertamente no desalentado, por la respuesta negativa a su discurso en las páginas editoriales de algunos diarios importantes. Le dijo a Charlie Rose que cuando se trata de la seguridad de Israel no le presta atención a lo que está de moda. Si se lo hiciera, dijo, «se obtendrían buenos editoriales y más tarde se obtendrían buenos elogios».

En Israel, los periodistas no hicieron brotar precisamente elogios por el desempeño del primer ministro. La mayor parte de la crítica se hizo eco de los sentimientos de la población, centrándose más en la sabiduría táctica del enfoque de Netanyahu que en el desacuerdo con su punto de vista sobre Irán.

La reacción de gran parte de la nación confirmó, una vez más, que una abrumadora mayoría de los israelíes todavía ven el programa nuclear de Irán como la amenaza más peligrosa que enfrenta su país. De hecho, ha emergido un intensificado nerviosismo, con el temor de que la nueva cara de Irán sea un peligro mayor, ya que podría sumir al resto del mundo en la autocomplacencia.

Como las encuestas posteriores a la intervención lo confirmaron, incluso entre los críticos de Netanyahu, la gran mayoría está de acuerdo en que el mundo no debería tomar las promesas de Rouhani por su valor nominal.

Una encuesta de los israelíes de lengua hebrea, encargada por el periódico de tendencia derechista Israel Hayom el día después del discurso, concluyó que el 84 por ciento cree que la diplomacia no podrá impedir que Irán desarrolle un arsenal nuclear.

No fue sorprendente, entonces, que algunos de los rivales de Netanyahu, incluyendo los partidos de oposición de centro izquierda, Meretz y Laborista, reprocharan al primer ministro sobre otros aspectos del discurso, acusándolo de usar una demasiado pequeña parte del discurso a la cuestión de la paz con los palestinos. La laborista Shelly Yachimovich, líder de la oposición, intervino en el tema de Irán, diciendo que Netanyahu estuvo mal en hacer parecer que Irán era primordialmente un problema israelí. «La manera de tratar con Irán es dejar que EE.UU. conduzca un esfuerzo internacional», dijo.

Casi nadie parecía desafiar la premisa central del discurso de Netanyahu: que Irán no ha cambiado.

Los partidarios del primer ministro vitorearon su estilo contundente. El Viceministro Ophir Akunis lo llamó «el discurso más importante de Netanyahu en las últimas décadas».

Pero no todo el mundo estuvo de acuerdo en que su actuación fue tan magistral. El ex jefe del Mossad, Efraim Halevy, dijo que el primer ministro estuvo equivocado en personalizar el discurso tanto como lo hizo, centrándose en Rouhani.

Conocidos escritores describen el discurso con poca piedad, como es común en la prensa israelí. Barak Ravid del izquierdista Haaretz calificó el discurso de «cansador, molesto y aburrido». Netanyahu, dijo Ravid, «sonaba como un viejo y rayado disco de vinilo».

Yossie Verter, también en Haaretz, dijo que Netanyahu había prometido, antes de partir hacia EE.UU., la ruina del partido de la ONU». Hizo ruinas. Realmente se volvió loco, no dejando un plato sin destrozar».

Las quejas sobre el estilo de Netanyahu llegan a un punto importante acerca del discurso: el primer ministro quería ser discordante. Quería inquietar.

Gran parte de su mensaje, sin embargo, estuvo más acorde con los puntos de vista internacionales sobre Irán, que lo que el tono del discurso sugería. A pesar de lo que algunos piensan que oyeron, el primer ministro israelí no llamó al mundo a bombardear a Irán. Su mensaje fue que las sanciones no deben ser debilitadas.

La posición del P5+1, los países que negocian con Irán, sigue siendo que la diplomacia, respaldada por sanciones, es el mejor camino para presionar a Irán a que se abstenga de desarrollar armas nucleares. Por ahora, eso es precisamente lo que Netanyahu está pidiendo. De hecho, el primer ministro israelí mantendrá reuniones con líderes europeos con el objeto de convencerlos de que «las sanciones contra Irán pueden alcanzar el resultado deseado».

EE.UU. ha insistido en que buscará acciones, no palabras, como prueba de que Irán ha cambiado. Pero ya el Departamento de Estado ha pedido al Congreso que retrase nuevas sanciones, algo a lo que Israel se opone.

Los israelíes están más preocupados por lo que EE.UU. hará que por cómo su primer ministro sonaba. El repliegue del presidente Barack Obama en relación a Siria produjo un temblor nervioso en todo el país, al que le preocupa que Obama resulte similarmente reacio a emprender una acción militar contra Irán si la diplomacia y las sanciones fracasan.

La principal pregunta que enfrenta Israel es qué hacer si los puntos de vista estadounidenses e israelí sobre Irán comienzan a divergir considerablemente. Entonces, ¿Qué? Hay poco desacuerdo dentro del establishment de seguridad de Israel de que Irán es la amenaza más grave que el Estado de Israel ha enfrentado. Pero hay un profundo desacuerdo sobre la conveniencia de hacerse cargo de Irán sin EE.UU.

En la encuesta post-discurso, dos tercios dijeron que pensaban que Israel debe atacar a Irán por sí mismo si su país estuviera en peligro de ataque, aunque no está claro donde trazarían la línea para disparar. Pero aunque muchos israelíes creen que la amenaza de Irán es real, no quieren que su país asuma el papel de protagonista si este drama se convierte en tragedia.

Frida Ghitis es una comentarista independiente sobre asuntos mundiales y colaboradora editorial de World Politics Review. Su columna semanal de WPR, Ciudadano del Mundo, aparece todos los jueves.

 

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

http://www.worldpoliticsreview.com/articles/13288/world-citizen-on-iran-israelis-agree-with-netanyahu-s-assessment-debate-his-approach

 
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