Todo el mundo se sorprendió por el estallido de las revoluciones árabes: la Primavera Árabe en 2011, el invierno islámico en 2012, y la reacción de los regímenes árabes en 2013. Ahora llega la era «los rusos están de vuelta» antes de 2014.
A pesar de la gran frustración del mundo sunita en relación al diálogo estadounidense con Irán, el cortejo de Rusia de los países árabes no deja de sorprender, teniendo en cuenta su consistente apoyo al régimen de Bashar Assad desde el inicio de la revolución en Siria. Rusia ha proporcionado apoyo constante a un régimen responsable de la muerte de 120.000 árabes sirios.
Rusia, que fue el país más odiado en el mundo sunita al comienzo de la revolución en Siria, está ganando cada vez más popularidad en el mundo árabe. Una serie de errores por parte del gobierno estadounidense condujo al retorno de los rusos al Medio Oriente. ¿Cuán graves serán los resultados de la vuelta rusa?
Las negociaciones entre Estados Unidos e Irán aún no han producido nada, pero sus bajos resultados, mientras tanto, son desastrosos para Estados Unidos y su visión democrática en Medio Oriente. La serie de errores cometidos por parte de EE.UU. incluyeron su acuerdo de no atacar al régimen sirio a cambio de su (supuesta) eliminación total de armas químicas, su disposición a negociar con el régimen iraní sobre la cuestión nuclear, y la reducción de la ayuda al régimen egipcio que combate a la Hermandad Musulmana. Las consecuencias podrían generar una conmoción estratégica en la región.
Hasta ahora, Medio Oriente estaba dividido de la siguiente manera: El mundo chiita, liderado por Irán, estaba apoyado por Rusia; y el mundo sunita, liderado por Egipto y Arabia Saudita, estaba apoyado por EE.UU. Pero las últimas medidas estadounidenses son vistas como una grave traición por el eje sunita.
Contrariamente a Estados Unidos, durante la crisis de Siria Rusia se reveló como un amigo leal del régimen de Assad. El reino saudita invirtió miles de millones en la oposición siria y sufrió una gran decepción con la cancelación del ataque estadounidense. La negativa de Arabia Saudita a estar representado en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en octubre marcó su cambio de política con respecto a EE.UU.
Arabia Saudita está preocupada, más que todos los países de la región, de que Irán logre capacidades nucleares. A diferencia del conflicto iraní-israelí, que recién se inició con la Revolución Islámica de 1979, el conflicto iraní-saudita tiene una historia de unos 1.300 años de lucha entre chiítas y sunitas. Si Irán logra una bomba nuclear, los chiítas tendrán una ventaja sobre el mundo sunita, por primera vez en la historia del Islam. El jefe de inteligencia saudita, Príncipe Turki al-Faisal, declaró en el pasado que si Irán obtenía capacidades nucleares, Arabia Saudita haría lo mismo.
Y así, desde el momento en que los estadounidenses comenzaron a considerar aliviar las sanciones contra Irán, Arabia Saudita inició conversaciones con Pakistán, el único país musulmán (y sunita) con un arma nuclear. El Ministro de Relaciones Exteriores saudita, Saud al-Faisal, dijo recientemente que consideraría también la posibilidad de aceptar ayuda rusa. Los rusos, por su parte, se apresuraron a expresar su consentimiento para ayudar a desarrollar los reactores sauditas. Al mismo tiempo, se iniciaron conversaciones en el Consejo de Cooperación del Golfo sobre el desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos. Se espera que los rusos participen también en ese proyecto.
Llenar el vacío estadounidense
Los rusos están tomando muy buena ventaja del vacío creado por la política estadounidense. La llegada a Egipto, la semana pasada, de los ministros rusos de relaciones exteriores y de defensa para mantener conversaciones, fue un acontecimiento histórico sin precedentes, ya que los países rompieron relaciones en 1979. En la década de 1970, el presidente egipcio Anwar Sadat rompió relaciones con la Unión Soviética, se volvió hacia EE.UU. en busca de ayuda y firmó el tratado de paz con Israel.
El presidente Hosni Mubarak consideró la apertura de un reactor nuclear civil con la ayuda de Rusia, pero abandonó la idea después de la catástrofe de Chernobyl en 1986. De acuerdo con un informe reciente en la prensa árabe, una parte importante de la ayuda que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos le dieron a Egipto, que se suponía iba a ayudar a la economía del país, serán utilizada para comprarle armas modernas a Rusia, incluyendo submarinos y aviones de combate MiG-29.
Se espera que Rusia y Egipto firmen, pronto, acuerdos militares a largo plazo, que abrirán un nuevo capítulo en las relaciones entre los dos países. Un informe publicado en uno de los diarios rusos afirmó incluso que los acuerdos futuros incluyen la creación de un reactor nuclear civil ruso en Egipto junto al mar Mediterráneo.
El apetito por las armas nucleares no ha eludido a Jordania, que hace unas dos semanas declaró oficialmente que está construyendo un reactor nuclear con fines pacíficos. Este reactor, que será utilizable en 2021, fue adquirido a una empresa rusa con la aprobación del gobierno ruso. El objetivo declarado es la producción de energía y reducir el precio de la electricidad. La financiación rusa del proyecto, que asciende al 49%, demuestra cuán importante es para los rusos construir el reactor.
Supuestamente, los reactores están destinados a resolver el problema de energía en Medio Oriente, especialmente en los países con dificultades, como Egipto y Jordania. La energía nuclear se supone que prepara a los países ricos como Arabia Saudita y los emiratos del Golfo para una época en la que se agotarán las reservas de petróleo. Pero la carrera nuclear, tanto para fines pacíficos como para fines bélicos, finalmente conducirá a la nuclearización de Medio Oriente.
No hay un límite a los peligros que esta nueva situación podría crear en el futuro. El reactor jordano se construirá muy cerca del Gran Valle del Rift, y su mantenimiento será problemático para el humilde reino. El reactor, construido en el sur del reino, que necesitará el agua del Mar Rojo para enfriar las centrifugadoras, será una amenaza constante en toda la zona. Los reactores que se espera que aparezcan como hongos en Arabia Saudita y tal vez también en Egipto más tarde, podrían vulnerar la ventaja estratégica de Israel sobre el mundo árabe.
En el juego de ajedrez de Medio Oriente entre EE.UU. y Rusia, el primero disfrutó de una larga ventaja de varias décadas. Pero un movimiento en falso, sacrificando piezas seguras para alcanzar logros vagos, cambió la situación en el tablero.
EE.UU. enfrenta un nuevo e inesperado desafío: debe lograr que el eje sunita vuelva a su lado y recuperar su confianza. Cuanto más tarde EE.UU. en hacerlo, más profundizará Rusia sus lazos en la región.
La crisis creada debería haber acercado a dos viejos enemigos, Arabia Saudita e Israel, ambos frustrados por la política de EE.UU. y ambos que quieren evitar la bomba iraní a cualquier precio. Si los líderes de los dos países son lo suficientemente sabios para darse cuenta del poder oculto en la mutua cooperación, será «el comienzo de una hermosa amistad».
El Dr. Yaron Friedman , comentarista de Ynet sobre el mundo árabe, es un graduado de la Sorbona. Es profesor de árabe y da conferencias sobre el Islam en el Technion, en Beit Hagefen y en el Academic College de Galilea. Su libro, «El Nusayri Alawis: Una Introducción a la Religión, Historia e Identidad de la Minoría Gobernante en Siria», fue publicado en 2010 por Brill-Leiden
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4454140,00.html
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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