Cincuenta años después del asesinato de John F. Kennedy, fueran quienes fueran los asesinos, casi todos los autores coinciden en la incidencia del régimen cubano en el asunto. Es una ironía que se vuelva a repetir hoy el error de arrodillarse ante otros sátrapas.
Kennedy tuvo dos oportunidades de ahorrar a Cuba, Asia, África y América Latina cientos de miles de cadáveres y mutilados, además de billones en pérdidas económicas causadas por Fidel Castro y su cuadrilla; pero le temblaron las piernas.
Es fácil establecer un nexo directo entre el arribo al poder de los ayatolás en Irán, en 1979, y la proliferación del terrorismo islámico a escala mundial. El régimen iraní se ha convertido en causa principal de la inestabilidad en Oriente Medio y, más allá, está involucrado en todos los conflictos, así como en la propagación del terrorismo en África, Asia y América. Su objetivo es claro: pulverizar la civilización occidental, y está dispuesto a sacrificar a su pueblo con tal de conseguirlo. No puedo olvidar las palabras de Lenin cuando profetizó: “Con las sogas que nos vendan los capitalistas les ahorcaremos”. Son de la misma calaña.
Se repite el mismo cuadro. El supuesto poder imperial se inclina ante otros facinerosos encajados en el poder a fuerza de violencia y terror contra sus conciudadanos. Son quienes, además, exportan su odio a todos los confines. Pregunten a los familiares de los asesinados en la AMIA de Buenos Aires, o en Madrid, Moscú, Nueva York, Estambul, Escocia, Boston: ¿a quién deben su dolor? Se sabe de su influencia macabra en las matanzas de Siria y el Líbano. Con esos tipos estamos pactando, de ellos esperamos buena fe. ¿En serio? ¿Como en Múnich, 1938?
Las tibias sanciones contra el régimen de Irán lograron que los ayatolás pidieran tregua y negociación (hudna). Al parecer, las sanciones estaban logrando su objetivo: detener la carrera nuclear de estas bestias.
De acuerdo a algunas fuentes diplomáticas citadas en el Jerusalem Post, dichas sanciones han puesto a Irán en una posición en la que no tiene más remedio que hacer concesiones con el fin de garantizar la supervivencia de su régimen. Precisamente ahora, Barack Hussein Obama emplea toda su influencia y el liderazgo norteamericano en aflojar la presión a favor de nuestros enemigos, tal cual hizo Kennedy en 1961 y 1962.
“En el momento en que las sanciones se quiten, la capacidad de obligar al régimen iraní para que renuncie a sus objetivos se reducirá significativamente”, dijo la fuente anteriormente citada, y añadió que el acuerdo era tan malo que no debía firmarse:
Hay la necesidad y la posibilidad de conseguir un acuerdo mucho mejor (…) Y si los iraníes se niegan, entonces el mundo de inmediato tiene que aumentar las sanciones.
Según el ministro de Defensa de Israel, ya Irán cuenta con suficiente material y la infraestructura terrorista para plantar “bombas sucias” en cualquier lugar de Occidente. ¿Alguien duda de su disposición de hacerlo o de su desprecio por la vida humana?
Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dirigiéndose a la Knéset (Parlamento) este pasado domingo, declaró:
Lo alcanzado ayer por la noche en Ginebra no es un acuerdo histórico, es un error histórico (…) Hoy el mundo se convirtió en un lugar mucho más peligroso, porque el régimen más peligroso del mundo dio un paso importante en la obtención de las armas más peligrosas del mundo.
Y agregó que Israel no se consideraba comprometido por dicho acuerdo.
A modo de ejemplo de cómo las dictaduras se burlan de los tratados, cito lo ocurrido el pasado 29 de marzo, cuando algunas naciones civilizadas intentaron que la ONU adoptara un tratado sobre el tráfico ilegal de armas. Veintinueve países se opusieron al tratado: la Liga Árabe, con sus 22 naciones, además de Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Cuba e Indonesia. La mayoría gobernados por regímenes dictatoriales o cuasi dictatoriales con atroces expedientes en violaciones de los derechos humanos de sus ciudadanos. De más está decir que Corea del Norte e Irán se unieron.
Estamos frente a un nuevo Arthur Neville Chamberlain ante las fauces de otro Adolf Hitler. Las consecuencias han de verse pronto. Lo nefasto es que… ¿dónde está nuestro Winston Churchill? No creo que esta vez el mundo sobreviva. ¿A Ud. no le parece? A mí, sí.
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