Los Hijos de Israel se multiplican en Egipto. Amenazado por la creciente cantidad de israelitas, el Faraón los esclaviza y ordena a las parteras hebreas Shifra y Pua, matar a todos los varones que nazcan. Cuando ellas no cumplen, manda a su propia gente a arrojar a los bebes hebreos al Nilo.
Iojeved, la hija de Levi, y su marido Amram tienen un hijo. El niño es colocado en un canasto en el río, mientras su hermana, Miriam, observa desde lejos. La hija del Faraón descubre al niño, lo cría como propio y lo llama Moshe.
Ya de joven, Moshe deja el palacio y descubre las dificultades de sus hermanos. Ve a un egipcio golpeando a un hebreo y mata al egipcio. Al día siguiente ve dos judíos peleando entre ellos; cuando los reprednde, éstos revelan lo que Moshe hizo el día anterior, viéndose así forzado a huir de Egipto hacia Midián. Allí rescata a las hijas de Itró, se casa con una de ellas – Tzipora, y se vuelve el pastor del ganado de su suegro.
Di-s se aparece a Moshe en una zarza ardiente al pie del Monte Sinaí, y le instruye ir hacia el Faraón y exigirle: «Deja ir a mi pueblo, para que Me sirvan». Aarón, el hermano de Moshe, es designado como su portavoz. En Egipto, Moshe y Aarón reúnen a los ancianos del pueblo de Israel para decirles que el tiempo de la redención llegó. La gente les cree; pero el Faraón se niega a dejarlos ir, intensificando además el sufrimiento del pueblo.
Moshe retorna hacia Di-s y protesta: «¿Por qué has hecho el mal con esta gente?». Di-s le promete que la redención está cercana.
LA HORA MAS OSCURA
¿Cuál es la hora más oscura de la noche? Dicen nuestros Sabios: “Aquella que precede al amanecer”. Y eso lo vemos en nuestra Parashá. Cuando Di-s se revela a Moshé y le notifica que ha llegado la hora de liberar al pueblo de Israel de la esclavitud egipcia, y éste se presenta ante Faraón exigiendo que deje salir al pueblo, los sufrimientos de los judíos aumentaron… y ahí comenzó la liberación.
Todo lo que ocurrió con nuestros antepasados es una señal para nosotros, no sólo como pueblo, sino como a nivel individual.
Cuanto más oscuras se nos presentan las cosas, cuanto más sumergidos nos vemos en las tinieblas, más cerca está la luz.
Grandes expectativas
Por Yossy Goldman
Realmente no sabemos por qué ocurren las cosas. ¿Merecemos siempre todo lo que la vida nos arroja, bueno o malo? Permítanme compartir un mensaje de la Parashá de esta semana que puede derramar un poco de luz sobre los misterios de la vida y nuestros destinos más elevados.
Esta es la Parashá que describe el comienzo de la servidumbre del pueblo judío en Egipto. Moisés experimenta su primera revelación Divina oficial ante la Zarza Ardiente. Ahí le es encargada la formidable misión de confrontar al Faraón y demandarle que «Deje ir a Mi pueblo». Moisés está lleno de preguntas y repetidamente busca ser tranquilizado por Di-s.
En un intercambio ante la Zarza, Moisés pregunta «¿Quién soy yo para ir hasta Faraón y sacar a los Hijos de Israel de Egipto?» Rashi interpreta la primera parte de la pregunta de Moisés como si dudara de sus propias calificaciones para convertirse repentinamente en un actor en la corte del rey. En su manera típicamente humilde Moisés no se ve adecuado para desafiar al poderoso monarca de Egipto. La segunda parte del versículo es explicada por Rashi como que está cuestionando los merecimientos del Pueblo Judío. ¿Qué han hecho ellos realmente para merecer tan milagrosa redención?
A lo que el Todopoderoso responde, primero, no temas ni tengas dudas. «Estaré contigo». Y segundo «esta será tu señal de que te he enviado: cuando saques al pueblo de Egipto, servirán a Di-s en esta montaña».
Es muy lindo saber que esa montaña era, en efecto, el Monte Sinaí y que el encuentro de la Zarza Ardiente ocurrió en esa misma montaña. ¿Pero dónde se encuentra la respuesta de Di-s a la segunda pregunta de Moisés? Él preguntó «¿Quién soy yo?» Así que Di-s respondió a este tema y dijo que no se preocupara «Yo estaré contigo». Pero a la pregunta de en mérito a qué Israel merece la redención no vemos ninguna respuesta. Que ellos «servirán a Di-s sobre esta montaña» no parece para nada relevante a la discusión.
Es aquí donde encontramos una fascinante enseñanza acerca de los intrigantemente infinitos caminos de la Providencia. Di-s estaba diciendo que no era necesariamente por lo que ellos habían hecho en el pasado que Él estaba preparado para redimir al pueblo judío, sino por lo que Él había anticipado para ellos en el futuro. En esa misma montaña ellos recibirían Su Torá; se convertirían en sus mensajeros elegidos para ser una luz entre las naciones; ellos serían los abanderados de la moral para todo el mundo. No importaba lo que habían o no habían hecho en el pasado. Di-s tenía grandes planes para esta nación y todo comenzaría con el inminente Éxodo.
Que poderoso mensaje para todos nosotros. A veces las bondades que Di-s hace para nosotros no es por lo que hemos sido, sino lo que podemos llegar a ser. No es por lo que ya hemos hecho sino por lo que haremos.
Conozco a un hombre que a una edad mediana experimentó un infarto casi fatal. Afortunadamente su vida fue salvada por la rápida intervención de los médicos, paramédicos y cirujanos. Cuando lo visité en el hospital estaba abrumado por una idea: que estaba en deuda con Di-s, el Sanador de toda carne. «Rabí» dijo «Estuve a punto de morir. ¿Qué hice para merecer este don de vida?»
Por lo tanto compartí con él el Rashi mencionado antes y le dije que puede no ser algo que había hecho en el pasado sino algo que debía hacer en el futuro. Quizás Di-s le dio una nueva oportunidad en la vida por un motivo. No sólo para disfrutar más años con su familia sino para hacer algo significativo para Di-s, para Su pueblo, para el mundo.
La confianza del Todopoderoso probó estar justificada. El hombre comenzó a profundizar sus compromisos espirituales personales y también hizo una significativa contribución a la vida comunal judía.
Si alguno de nosotros somos beneficiarios de una bendición especial de lo Alto, en lugar de palmearnos en la espalda y concluir que debemos haber hecho algo maravilloso para ser recompensados de este modo, preguntémonos que espera Di-s que hagamos con esta bendición particular en el futuro. ¿Cómo lo podemos usar para realizar Su obra en la tierra? Las bendiciones especiales traen con ellas responsabilidades especiales.
Que cada uno de nosotros desarrolle exitosamente todo el potencial que Di-s ve en nosotros y lo usemos para nuestro propio desarrollo moral y para mejorar de alguna manera el mundo que nos rodea. (www.es.chabad.org)
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.