En abril de este año publiqué un artículo con el título, algo inexacto, de «Apoyar a Asad»; habría sido mejor titularlo «Apoyar al bando que vaya perdiendo en la guerra civil siria». En aquel entonces, parecía que el régimen de Asad estaba condenado, pero, sólo un mes más tarde, ya no era así y, ocho meses después, se ha establecido un consenso respecto a que el presidente sirio está ganando lentamente.
Por ejemplo, Jeffrey White, miembro especializado en Defensa en el Washington Institute de Política de Oriente Próximo, escribe en «La solución militar del régimen sirio para la guerra» que la guerra civil en Siria.
podría tener un resultado militar y, a la luz de las actuales tendencias, dicho resultado podría ser una victoria del régimen. Las líneas generales de su estrategia para ganar la guerra son evidentes; ésta gira en torno a la resistencia del régimen y de sus aliados, a la generación de fuerzas adecuadas, al éxito operativo y a las constantes divisiones en el seno de las fuerzas rebeldes. Esta estrategia está sometida a graves limitaciones, especialmente en lo relativo al tamaño y efectividad de las fuerzas del régimen y de sus asociados, y podría verse alterada por elementos que dieran un vuelco a la partida. Pero es posible una victoria del régimen, y éste cuenta con ello.
A menos que se produzca un colapso repentino de la resistencia armada, algo que en lo que respecta al núcleo islamista parece improbable, el régimen sólo podrá derrotar a las fuerzas rebeldes y recuperar territorio lentamente. Pero es implacable y sus aliados se mantienen firmes.
En vista de estos acontecimientos, no es una sorpresa que, como informa John Hudson, «Estados Unidos sopesa estrechar vínculos con islamistas radicales en Siria»:
Mientras la facción moderada en la rebelión siria implosiona, sometida a la tensión de una feroz lucha interna y de unos recursos reducidos, Estados Unidos, en su intento de ganar influencia en la guerra civil siria, mira cada vez más a los islamistas radicales. Esta evolución de los acontecimientos ha alarmado a observadores estadounidenses, preocupados porque los radicales salafistas no comparten los valores estadounidenses, y ha consternado a los partidarios del Ejército Libre Sirio, que creen que los moderados están condenados a fracasar.
El lunes, el Departamento de Estado confirmó estar abierto a contactar con el Frente Islámico, después de que el grupo tomara un cuartel del Ejército Libre Sirio la semana pasada, en el que había armas de pequeño calibre y alimentos, ambos suministrados por Estados Unidos. ‘No descartamos la posibilidad de reunirnos con el Frente Islámico’, declaró el lunes la portavoz del Departamento de Estado, Marie Harf. ‘Podemos contactar con el Frente Islámico, por supuesto, porque no están categorizados como terroristas (…) Siempre estamos abiertos a reunirnos con una amplia variedad de grupos opositores. Evidentemente, tendría sentido hacerlo en algún momento próximo, y si tenemos algo que anunciar, lo haremos’.
Hudson señala que «pese a que el Frente Islámico no está en la lista estadounidense de grupos terroristas, muchos de sus miembros tienen creencias fuertemente antiamericanas, y no tienen intención de establecer una democracia secular en Siria». Bueno, claro. Pero eso no debería ser un problema, porque ninguno de los bandos es proamericano, ni pretende establecer cualquier clase de democracia, y no deberíamos apoyar a ninguna de las partes con la esperanza de que gane; sólo con la de que evitará que gane el otro bando.
En vista de lo cual, trago saliva y apruebo apoyar al Frente Islámico. Una vez más: no apoyarlo para que gane, sino para que viva y luche un día más contra el abyecto régimen de Asad y contra sus partidarios, Irán y Hezbolá.
Israel es un pais democrático un protestocontra Menahem Begin acabo con su renuncia ,un protesto contra AL ASSAD dio una guerra civil