El informe anual sobre derechos humanos que elabora el Departamento de Estado es una herramienta útil, pero si se elabora de forma descuidada pierde credibilidad a chorros. Por desgracia, es lo que sucede con el informe más reciente del Departamento.
Por ejemplo, en su último informe sobre Emiratos Árabes Unidos, o los diplomáticos están en modo piloto automático, limitándose a cortar y pegar de informes anteriores sin tener en cuenta nueva información, o ignoran deliberadamente las clasificaciones del Gobierno estadounidense respecto a dos temas: uno, que parte del material en el que se basan procede de una fachada de Al Qaeda; y dos, que alguien a quien identifican como a un activista pro-derechos humanos oprimido es, en realidad, un simpatizante de Al Qaeda (si es que no es uno de sus activistas).
El problema se refiere a Alkarama, una autodenominada organización pro-derechos humanos, cuyos informes han incorporados a los suyos, sin cuestionarlos, el Departamento de Estado, Human Rights Watch y Amnistía Internacional. El problema es que el fundador de la organización, según el Departamento del Tesoro estadounidense, es una fuente de financiación de Al Qaeda. Recientemente, Murad Dina, director ejecutivo de Alkarama, firmó una carta de apoyo a Moazam Beg, un ex-recluso de Guantánamo que, desde entonces, ha vuelto al terrorismo.
Por desgracia, Kerry (y la embajada estadounidense en Abu Dabi) decidieron ignorar la inclusión de Abdul Rahman ben Umair al Nuaimi, fundador de Alkarama, en las listas de terroristas elaboradas por el Departamento del Tesoro, y utilizar información proporcionada por él, sin someterla a escrutinio, para castigar a Emiratos Árabes Unidos, un fiel aliado de Estados Unidos. El último informe sobre derechos humanos, por ejemplo, sigue otorgando credibilidad a la acusación realizada por Alkarama de que la detención en Emiratos del fundador de la Conferencia de la Umma, Hasán al Diqui, es inmerecida. Es un tema sobre el que he hablado anteriormente en mi blog, en relación con un informe de Human Rights Watch. Diqui no es ningún disidente político, como sugiere el Departamento de Estado: es un declarado defensor del terrorismo que merece estar en la cárcel tanto como el talibán norteamericano John Walker Lindh o como el jeque ciego Omar Abdel Rahman. No nos equivoquemos: hay problemas con los derechos humanos en Emiratos Árabes Unidos, pero señalar a Diqui como víctima empaña cualquier crítica legítima.
Puede que sea hora de que el secretario de Estado Kerry deje de considerar las millas de vuelo como medida del éxito y preste atención en serio a lo que sucede en su departamento, a menos, claro está, que crea verdaderamente que su organización debe considerar que los grupos afiliados a Al Qaeda son fuentes imparciales y fidedignas para evaluar los derechos humanos.
http://elmed.io/cree-kerry-que-al-qaeda-es-una-organizacion-pro-derechos-humanos/
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