En los últimos días, la Unión Europea y la ONU han emitido declaraciones de condena sobre Israel por la aprobación de licencias de construcción de nuevas viviendas en las comunidades judías de la Margen Occidental. Naturalmente, ambas declaraciones atribuyen esta decisión de Israel a su deseo de sabotear el proceso de paz, una afirmación completamente deshonesta que sólo facilita a los palestinos el uso de esos mismos argumentos como el pretexto que andan buscando para abandonar las negociaciones de paz. Al oponerse a la construcción de viviendas para los judíos en comunidades que bajo casi cualquier acuerdo concebible seguirían siendo parte de Israel, estos organismos internacionales ignoran por completo la mayor amenaza para la paz en la zona: el crecimiento de los niveles de violencia islamista en los territorios en disputa y el completo abandono de la Autoridad Palestina de su responsabilidad de hacerle frente.
De hecho, la misma Oficina del Coordinador Especial de la ONU para el Proceso de Paz en Oriente Medio (UNSCO, por sus siglas en inglés), que había emitido la declaración de condena sobre la construcción de asentamientos, había hecho público otro comunicado sólo unos días antes criticando las actividades de las Fuerzas de Seguridad israelíes que trabajan en la Margen Occidental, pidiendo una investigación sobre posibles violaciones del derecho internacional.
En respuesta a la publicación israelí de los planes para proseguir con la construcción de nuevos proyectos de viviendas en los asentamientos existentes en Cisjordania, Catherine Ashton, responsable de la diplomacia de la Unión Europea, dijo “estar profundamente decepcionada por ese propósito israelí de expandir los asentamientos” y lamentó que “una acción unilateral que prejuzga el status final de la zona amenace las actuales negociaciones de paz”. Sin embargo, esto es sólo una tergiversación de lo que realmente está ocurriendo aquí. El concepto de “expansión” de los asentamientos da la sensación de que Israel se está apropiando de más territorios pero, en realidad, todos los edificios en esas comunidades se están levantando dentro de los límites perimetrales establecidos en la actualidad. La sugerencia de que crear más viviendas en esas ubicaciones prejuzga de alguna manera “las cuestiones relativas al status final” no es menos problemática, porque siempre se ha entendido que los principales bloques de asentamientos serán anexionados a Israel bajo cualquier acuerdo de paz.
Para todos los que apoyan la propuesta de dos Estados hay una pregunta fundamental, que necesita respuesta, acerca de por qué los asentamientos son tan problemáticos para su plan. El proyecto de dos Estados casi siempre contempla los asentamientos, bien sea anexados a Israel, bien evacuados. Sin embargo, la necesidad de tales acuerdos solo pone de relieve el hecho de que los palestinos han rechazado la posibilidad de vivir junto a un Estado judío, y también rehusan vivir pacíficamente junto a vecinos judíos. Los palestinos ya han dejado claro que no tienen ninguna intención de tolerar una minoría judía en su Estado de la manera que Israel ha acogido a una minoría árabe dentro de sus fronteras. Cuando Ashton aborda el tema de los asentamientos, parece que no se ha parado a pensar un momento y a preguntarse a sí misma por qué está apoyando al mismo tiempo el establecimiento de un Estado judío libre.
Si los funcionarios de la UE y la ONU creen sinceramente que las acciones unilaterales socavan las perspectivas de un acuerdo, ¿dónde están sus declaraciones condenando igualmente las actuaciones palestinas? Parecería que no escuchan las declaraciones casi diarias del presidente palestino Abás, afirmando su rechazo a firmar el acuerdo-marco de negociaciones promovido por EEUU y su intención de acabar con las conversaciones y volver a buscar la creación de un Estado palestino de forma unilateral.
Teniendo en cuenta que los colegios palestinos y los medios de difusión (en muchos casos financiados por la UE y la ONU) han promovido una incesante línea de incitación contra Israel, contraviniendo directamente los acuerdos firmados por la Autoridad Palestina, ¿escucharemos alguna vez alguna protesta acerca de ello por parte de Ashton o del enviado de la ONU a Oriente Medio, Robert Serry? En lugar de ello, ambos personajes allanan el camino de Abás para abandonar las conversaciones, apoyando su narrativa de que la construcción de asentamientos justifica esta reacción.
Estos diplomáticos internacionales viven en una realidad paralela en la que las casas para los judíos son la antítesis de la paz, mientras que la proliferación de grupos terroristas islamistas en la Margen Occidental no merecen ningún comentario. De hecho, en su entrevista con Bloomberg, el presidente Obama calificó repetidamente los asentamientos como “agresivos”, como si el construir casas para los judíos fuera algo comparable con actos violentos. Al mismo tiempo, el presidente norteamericano alabó a Abás por haber rechazado la violencia. En realidad, la Autoridad Palestina continúa glorificando y honrando al terrorismo, aunque ahora también parece que Abás ha adoptado una política paralela de inacción que sólo contribuye a una mayor proliferación del terrorismo contra Israel.
La creciente amenaza del terror proveniente de la Margen Occidental se ha convertido en algo cada vez más evidente en los últimos meses. Todo indica que, bajo la presión de un apoyo palestino a los grupos yihadistas, las Fuerzas de Seguridad de la Autoridad Palestina simplemente han cesado de controlar ciertos barrios de ciudades tan radicalizadas como Yenín y Nablús. Esto ha obligado a los militares israelíes a implicarse con mayor intensidad en estas zonas y el pasado fin de semana las IDF se vieron involucradas en un intercambio de fuego en Yenín cuando perseguían al activista de Hamás Hamza Abu al Hiya, al que ha habían intentado arrestar el pasado mes de diciembre. A pesar de que estas medidas eran obligadas a causa de la inacción palestina, la Autoridad Palestina condenó esta incursión de Israel.
El pasado domingo, agentes de la policía fronteriza israelí fueron heridos por agitadores palestinos durante un disturbio cerca de la Tumba de Raquel en Belén, lugar sagrado para los judíos. Mientras tanto, un grupo de palestinos asaltó a un israelí cerca de Nablús, después de que la policía palestina dispersara a un grupo de israelíes que estaban de visita en la antigua comunidad judía de Homesh. Estos son los tipos de actividades que por su propia naturaleza rompen la paz y, aunque Rober Serry prefiera permanecer en silencio acerca de las actividades de los grupos terroristas, su oficina no tiene reparos en castigar a las Fuerzas de Seguridad israelíes por intentar lidiar con esta amenaza.
Ashton acusa a Israel de “desaprovechar” oportunidades para la paz. ¿Qué palabra debería utilizar entonces para describir la política de Abás, de presidir un Gobierno que promueve y permite este tipo de violencia?
http://elmed.io/la-ue-y-la-onu-condenan-los-asentamientos-no-la-violencia-palestina/
No es novedad la postura vendida de la ONU y la UE..