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| viernes noviembre 22, 2024

Parasha Kedoshim


parasha

En esta Parashá se exhorta a los hijos de Israel a mantener una elevada naturaleza de santidad. Este nivel espiritual puede ser alcanzado si uno respeta a los padres, observa el Shabat y rechaza los ritos paganos. Las mezclas, tales como la cruza de animales, o el entretejido de lana y lino (shaatnez), están prohibidas. No se deben comer los frutos de un árbol durante los primeros tres años después de haber sido plantado.

El judío se ha de distinguir por su compasión hacia el pobre y el extranjero. Además debe hacer tratos con sus semejantes sobre bases totalmente honestas. En consecuencia, actos tales como robar, mentir y calumniar, deben ser estrictamente evitados. El empleador debe pagar a los obreros sin demora. El comerciante debe observar completa honestidad asegurándose de que sus balanzas y pesas sean totalmente correctas. El juez no debe mostrar parcialidad en favor del pobre ni del influyente. Por otro lado, el judío no debe odiar a nadie, sino amar a su semejante como a sí mismo.

Finalmente, debe evitar los aberrantes pecados de adulterio e incesto.

PESAS JUSTAS, MEDIDAS JUSTAS

Toda forma de engaño está prohibida. Toda clase de robo y despojo a nuestro semejante están prohibidos.

El comerciante debe usar pesas y medidas justas para no engañar al cliente.

El empleador debe pagar en término el salario del empleado.

Nosotros, en nuestro trato con nuestro prójimo, ¿Usamos pesas y medidas justas? ¿Lo medimos con la misma vara con que nos medimos a nosotros mismos? ¿O usamos una medida alterada que exagera sus defectos y atenúa sus virtudes?
“Ama a tu prójimo como a ti mismo” dice la Parashá. Midamos y pesemos a nuestro semejante con la misma medida y la misma pesa que usamos para nosotros.

PIRKEI AVOT

En preparación de la fiesta de Shavuot, se estudia uno de los seis capítulos de Ética de los Padres («Avot») del Talmud en la tarde de cada uno de los seis Shabatot entre Pesaj y Shavuot, esta semana, siendo el primer Shabat después de Pesaj, se estudia el capítulo uno. (En muchas comunidades – y tal es la costumbre de Jabad – el ciclo de estudio se repite durante todo el verano, hasta el Shabat antes de Rosh HaShaná.). ¿Qué tiene de particular este tratado del Talmud? Mientras los otros tratados se ocupan de temas netamente legales, Avot trata de las relaciones del hombre con Di-s y con su prójimo. Y por ello es adecuado que en este período entre Pesaj y Shavuot, cuando vamos perfeccionando nuestros rasgos de carácter para llegar a la Suprema Revelación de la Entrega de la Torá tengamos en cuenta que parte de ese perfeccionamiento es mejorar nuestra relación con aquellos que nos rodean y con el Creador.

“La vela de Di-s es el alma del hombre”- el alma de la persona es como una vela: así como la vela a veces está encendida y en otras ocasiones está apagada, de la misma forma se comporta el alma de la persona- algunas veces ilumina y otras parece apagada, pero es posible encenderla de nuevo con facilidad.

SOMOS UNO
Por Tzvi Freeman

Algunas personas piensan en la gente como si fuesen autos en una carretera: Cada uno con su propio origen y destino, relacionándose con los demás solo para negociar cambios de carril y giros. Para los autos, la proximidad es peligro y la soledad es libertad… ¿Y para nosotros?

Las personas no son autos. Los seres vivos se necesitan, se fortalecen uno a otro, comparten sus destinos y los alcanzan juntos. Cuando estamos vivos, proximidad es calor, soledad es opresión.

La gente pertenece a las familias. Las familias establecen comunidades. Las comunidades constituyen la gran cantidad de gente colorida del mundo. Y toda esa gente conforma un cuerpo solo, magnífico, con una sola alma llamada humanidad.

Algunos dividen este cuerpo en seis mil millones de fragmentos y los enrollan nuevamente en una sola masa. Quisieran que cada persona haga lo suyo a su manera y al mismo tiempo se relacionara con cada individuo en el planeta. Ellos no ven diferencias entre las personas.

Pero somos como hojas extendidas de las ramitas que se ramifican de ramitas más grandes en las ramas de ramas más grandes hasta que alcanzamos el tronco y las raíces comunes a todos nosotros.

Cada uno tiene su lugar en este árbol de la vida, cada uno su fuente de fortaleza – y en esto confía el árbol para su misma supervivencia.

Ningunos de nosotros camina solo. Cada uno lleva las experiencias de antepasados dondequiera que vaya, junto con sus apuros, sus traumas, sus victorias, sus esperanzas y sus aspiraciones. Nuestros pensamientos crecen de sus pensamientos, nuestro destino se forma de sus metas. En el pico más alto al que conseguimos llegar, allí están ellos, sosteniendo nuestra mano, empujándonos hacia arriba, proporcionando los hombros sobre quienes estar parados. Y compartimos esos hombros, ese sentido, esa herencia con todos los hermanos y hermanas de nuestro pueblo.

Es por eso que nuestra propia gente es tan importante: Si deseamos estar en paz con cualquier otra persona en el mundo, debemos comenzar con nuestros propios hermanos y hermanas. Para eso debes encontrar la paz dentro de ti mismo. Y solamente cuando la encuentres, puedes ayudarnos a encontrar la paz para el mundo entero.

Cada judío es un hermano o hermana de una gran familia de muchos millares de años. Donde camina un judío, allí caminan sabios y mártires, héroes y heroínas, leyendas y milagros, todo el camino nos lleva de nuevo a Abraham y Sara, los primeros dos judíos que desafiaron el mundo entero con sus ideales.

Caminan con él los jirones, la sangre y la audacia de milenios, la herencia de los que vivieron, anhelaron y murieron por un Mundo por venir, un mundo a la manera que fue concebido para ser.

Su destino es nuestro destino. Se satisfacen en nosotros. En cada uno de nosotros y en todos nosotros juntos. Para nosotros es que somos uno.

Cuando un judío hace un acto de la amabilidad, todas nuestras manos se extienden con la suya. Si se cae un judío, todos nosotros tropezamos. Si uno sufre, todos sentimos dolor. Cuando uno se alegra, todos nos sentimos felices. En nuestra unidad encontraremos nuestro destino y nuestro destino es ser uno. Para nosotros somos un solo cuerpo, respirando con un solo sistema de pulmones, palpitando con un solo corazón, conduciendo en un solo sentido del bien.
Somos uno. Dejemos que sea con amor. (Extraído de www.es.chabad.org)

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