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| domingo noviembre 17, 2024

El espanto de la mutilación genital femenina


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El pasado día 21 tuvo lugar un hecho histórico en relación con los derechos de la mujer en los países islámicos. En Egipto, por primera vez un médico se sentó en el banquillo acusado de provocar la muerte a una niña a la que había extirpado el clítoris a petición de su familia.

Una reacción alérgica súbita a los antibióticos administrados para evitar infecciones posteriores a la intervención provocó el fallecimiento de Sohair al Batá, de 13 años de edad, en junio de 2013 en el pequeño pueblo del norte de Egipto en el que vivía con sus padres y hermanos. El doctor Raslán Fadel se enfrenta a una pena de entre tres y siete años de cárcel, al igual que el padre de la víctima, que dio su autorización para la operación.

Lo significativo en todo este asunto es que ha sido sólo la muerte de la niña lo que ha dado inicio al proceso judicial, sin que se mencione la ablación del clítoris como causa originaria del fallecimiento. Lo mismo ha ocurrido en otros casos anteriores, según denuncian las activistas en pro de los derechos de la mujer, en los que sólo se ha procedido contra los autores de una mutilación genital cuando la víctima ha fallecido; no por el mero hecho de haberla sometido a una práctica prohibida llevada a cabo en la clandestinidad.

La ablación del clítoris está prohibida por ley en Egipto desde 2008, lo que podría suponer un agravante de las penas que finalmente imponga el tribunal en este caso, pero el informe de la autopsia de Sohair no menciona en ningún momento esta circunstancia, lo que ha provocado fuertes protestas de las ONG dedicadas a la erradicación de esta costumbre brutal practicada con las niñas principalmente en países africanos.

El padre de Sohair colaboró en el intento de hacer pasar inadvertida la cirugía ilegal. En un primer momento reconoció ante la Policía que había llevado a su hija al doctor para que le extirpara el clítoris. Sin embargo, más tarde cambió su declaración para no contradecir al médico, que, por su parte, aseguró a las autoridades que había tratado a la niña solamente de unas verrugas genitales.

El Fondo de Población de la ONU, organización dedicada al desarrollo del Tercer Mundo, asegura que la ablación genital es una práctica decreciente en Egipto. No obstante, las cifras de mutiladas, especialmente en las zonas rurales, sigue siendo escalofriante: el último informe eleva al 91% la tasa de egipcias de entre 15 y 49 años víctimas de la ablación. Si situamos el rango de edad entre los 15 y los 17 años el porcentaje desciende hasta el 74%, con la expectativa de que siga bajando hasta el 45% en el próximo lustro, según los datos que maneja esta organización.

Según la tradición del lugar donde se practique, hay varias formas de mutilación genital, que van desde la extirpación parcial del clítoris a la infibulación. Esta última es la más agresiva de todas, y consiste en extirpar junto, con el clítoris, los labios mayores y menores; a continuación se cose el tejido de esa zona, dejando solamente un pequeño orificio para la orina y la menstruación. Este procedimiento, casi siempre realizado en condiciones insalubres y con instrumental tosco y contaminado, se lleva a cabo en las niñas cuando se aproximan a la adolescencia. En algunas comunidades rurales se considera una especie de ritual para pasar de la niñez a la edad adulta con el que la mujer queda preparada para contraer matrimonio.

Las organizaciones no gubernamentales que luchan por erradicar esta brutal costumbre, culpable de centenares de muertes cada año, así como de males como la incontinencia urinaria o la infertilidad (sin contar las secuelas de orden psicológico y sexual), tienen por delante una larga tarea, especialmente en las zonas rurales.

Buena prueba de lo dificultoso de esta misión es la reacción de la familia de Sohair, cuyos miembros aseguran no tener nada en contra del médico que la mutiló. El abuelo de la víctima atribuye a la voluntad de Dios la muerte de la muchacha, y justificó la ablación genital a que la habían sometido asegurando que es algo necesario porque, a la edad de Sohair, “las chicas están llenas de deseo sexual”.

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