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| lunes diciembre 23, 2024

Yuval Steinitz: «La lección de Siria es que no podemos esperar que nos defiendan»

El ministro de Asuntos Estratégicos de Israel nos ofreció un repaso de la posición de su gobierno sobre los principales retos a los que se enfrentan


yuvalsteinitz

Yuval Steinitz es uno de los ministros destacados de la actual política israelí, no tanto por la cartera que le asignó su amigo Bibi Netanyahu –aunque junto con ella le ha encargado dos tareas tan relevantes como los asuntos relacionados con Irán y el control de los famosísimos servicios secretos israelíes, el Mossad- como por su importancia política dentro del Likud y su cercanía con el primer ministro, del que es considerado su mano derecha.

Poco antes de correr a la Knesset –el parlamento israelí- para la elección de Rivlin como presidente de Israel, Steinitz recibió a un grupo de periodistas españoles en su despacho, dentro del complejo de oficinas del primer ministro.

Unas oficinas situadas en la zona de Jerusalén en la que se encuentran la mayoría de las instituciones oficiales del país hebreo –los ministerios, la Knesset, el Tribunal Supremo…– y que son tan austeras como impenetrables: antes de acceder a ellas tenemos que superar un amable pero concienzudo interrogatorio por un grupo de educados y jovencísimos funcionarios que preguntan cosas –aparentemente intrascendentes– con la esperanza de encontrar una incoherencia o una flaqueza que descubran al visitante con malas intenciones.

Un ministro en mangas de camisa

Steinitz llega a la reunión en mangas de camisa, con una falta de protocolo y una naturalidad muy propias de la política israelí, un país joven y quizá tan atareado que ha desarrollado una casi insólita llaneza para la cosa pública, también relacionada, quizá, con la forma de los israelíes de ser directos y atender cualquier asunto sin rodeos.

Y sin rodeos Steinitz empieza a hablarnos de los problemas de Israel, que nacen sobre todo de estar en «un país muy pequeño» que además está «rodeado de un océano de árabes e iraníes, la vecindad más problemática y hostil» de todo el mundo. Pese a ello –presume como casi cualquier israelí que hable de la agitada historia de su nación– el país «ha atravesado guerras y oleadas de terrorismo» no sólo manteniéndose con vida sino desarrollando una floreciente economía y un alto nivel de vida, con un PIB per cápita «similar al estándar de los países europeos».

Hay otros detalles significativos que Steinitz no olvida mencionar, como que Israel es «la única sociedad occidental que está creciendo demográficamente».

Amenazas

Pero esa historia de éxito se ve amenazada por varios problemas, algunos de ellos muy acuciantes según la opinión del gobierno del que Steinitz forma parte. Nuestro interlocutor los aborda después de una breve interrupción para despachar con Benjamin Netanyahu, que está trabajando sólo unas puertas más allá.

La primera de estas amenazas es la clásica: la relación con los palestinos. Lo cierto es que, sin embargo es a la que menos tiempo dedica el ministro, que se conforma con afirmar vehementemente que nadie quiere la paz más que Israel –»ni los EEUU ni la UE»- y a describir qué tipo de acuerdo necesita su país con un juego de palabras: «Tiene que ser una paz de verdad y no un pedazo de papel (a genuine peace and not a piece of paper)».

Irán nuclear

La segunda amenaza para Israel a la que se refiere está dentro de las propias competencias de Steinitz dentro del gabinete: Irán y su desarrollo nuclear, así que no es extraño que sea este reto «crucial de nuestro tiempo» al que dedica más espacio.

El ministro dibuja lo que podría ser el panorama dentro de diez años, si no se pone remedio antes: «Un Irán con cientos de cabezas nucleares apuntando a Israel, sí, pero también a París, Londres, Berlín o Madrid, algo que ya pueden hacer los misiles iraníes, y probablemente Washington y Nueva York con nuevos misiles».

Es lo que Steinitz denomina «un escenario difícil, no solo para Israel sino para todo Occidente. No es sobre la seguridad en Israel, sino en todo Oriente Medio y en Europa» explica, advirtiéndonos de, por ejemplo, los miles de millones que tendría que invertir España en crear un sistema de defensa antimisiles.

Al contrario de lo que pueda parecer –y de lo que muchos piensan o quieren pensar– para el gobierno israelí el debate sobre el Irán nuclear no parece estar tanto en la posibilidad o no de que los ayatolas usen la bomba, sino en la escalada que se produciría en la región: «Si Irán desarrolla ya no la bomba, sino la capacidad de tenerla, si se convierte en un estado en el umbral nuclear (nuclear threshold state) que puede tenerla en unos meses o un año, el mundo no podrá decirle a otros países que no hagan lo mismo, a Arabia Saudí, a Egipto… y son países problemáticos, no son democracias».

Steinitz explica que Israel sigue confiando en una solución diplomática para la cuestión, pero tiene muy claro cómo debe ser el acuerdo y también que «tenemos todas las opciones sobre la mesa». De hecho, no tiene problema en recordar no sólo el ataque a las instalaciones nucleares iraquíes en los años 80, sino también el bombardeo de una instalación siria hace tres años. Un ataque que Israel no ha reconocido como propio pero sobre el que el ministro sorprendentemente no duda en presumir y bromear: «Se rumorea que fue obra de unos suecos».

¿Prevención o inspección?

Tal y como recuerda el israelí, hay dos situaciones históricas que son comparables con la actual respecto de Irán: los intentos de Libia y Corea del Norte por desarrollar sus propios arsenales.

En ambos casos hubo un acuerdo diplomático pero, nos explica Steinitz, mientras que «en el caso de Libia estaba enfocado a la prevención, en el de Corea a la inspección». El resultado de estos tipos de acuerdo fue que el primero «funcionó, Libia no llegó a enriquecer uranio», pero el segundo fue un gran fracaso y hoy el régimen totalitario de Corea tiene su pequeño arsenal nuclear.

La lección, por tanto, está clara: «El acuerdo con Irán debe basarse en la prevención y no en la inspección». Y para llegar a este acuerdo no hay que olvidar la verdadera naturaleza del régimen, por mucho que desde que Ahmadineyad dejase la presidencia su discurso oficial sea «más moderado y en mejor inglés» lo cierto es que a juicio de Steinitz su comportamiento es el mismo: «Siguen las ejecuciones masivas, promueven el terrorismo internacional y están interviniendo con fuerza en la Guerra de Siria, tanto a través de miembros de Hezbolá como con expertos iraníes en el terreno».

Lecciones de la guerra en Siria

Precisamente la guerra civil en Siria fue la otra cuestión que ocupó tiempo en la reunión, ya que el propio político israelí señaló lo que ocurre en uno de los dos vecinos norte del país como otro de los grandes retos a los que se enfrenta.

Steinitz destacó que, tras ser la frontera más tranquila de Israel desde la Guerra del Yom Kippur, en los últimos años se han vuelto a producir incidentes. Además, la inestabilidad ha llevado a las Fuerzas de Defensa Israelíes a incrementar sus esfuerzos en seguridad en el área: hay más soldados, de batallones más importantes, con más carros de combate y con un mayor esfuerzo en inteligencia.

«Es muy difícil predecir qué puede ocurrir en Siria –aseguró el ministro- pero si Assad prevalece está claro que van a intentar convertirla en un estado chiíta, parte del eje que Irán quiere construir desde Teherán hasta el Mediterráneo». En cualquier caso, el desenlace se hará esperar bastante tiempo.

Sin embargo, lo que destacó Steinitz fue el terrible abandono en el que el mundo ha dejado a Siria, pese a la brutalidad extrema de la guerra: «Hay 150.000 muertos, cientos de miles de torturados, armas químicas… y el mundo no hace nada».

Esto ha llevado a muchos israelíes y al gobierno de Netanyahu a extraer una conclusión fundamental del conflicto sirio: «No podemos esperar que nadie nos defienda, no podemos esperar nada de EEUU y la UE», dice tajante.

Eso sí, Israel sí esta dispuesto a defenderse por sí mismo: «Tenemos que ser fuertes porque nunca vamos a asumir correr el riesgo de un segundo Holocausto, después del primero nos dijimos que nunca más».

 
Comentarios

Soy de Paraguay. Conozco el cinismo del mundo que condena pero tranza. Hitler se usó para combatir comunismo; luego se los dejó ir porque seguía el comunismo. Las dictaduras y democracias corruptas son apoyadas desde el extranjero. Sé lo que es el mundo. Peor que holocausto es perder dignidad.

No hay nada peor ni comparable al holocausto, lo que el mundo no hace es prevenir la formacion y el avance de gigantes monstruos como HITLER o STALIN se desarrollen ,no darles campo de accion como pueblos sufridos , disconformes que creen que son su salvacion, Las dictaduras y los regimens totalitarios se fortalecen en pueblos sumergidos en la desesperanza y la angustia de no tener un horizonte claro,se aferran a las promesas de un paraiso que le daran estos falsos salvadores de pueblos sumergidos, y de estos en la actualidad hay muchos.-

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