«Pensar fuera de la caja». Esta es la traducción literal de una frase en hebreo, que se refiere a la capacidad de pensamiento original, de abordar un problema desde ángulos poco comunes y no en forma estructurada y previsible.
Pensamos mucho estos días en dicha expresión, al ver lo que está sucediendo en el terreno entre israelíes y palestinos, desde el secuestro de tres jovencitos israelíes el jueves 12 de junio por la noche, obra-según el Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu-de la organización islamista palestina Hamas.
Bajo el título de «Volved hermanos», las Fuerzas de Defensa de Israel lanzaron un intenso operativo de búsqueda para intentar ubicar a los tres chicos, concentrándose en la zona de Hebron, al sur de Cisjordania, al parecer en base a información de Inteligencia cuyos datos, por cierto, no han sido revelados. Revisan casas particulares, pero también cuevas y pozos de agua, aljibes y hasta terrazas de piedras tras las cuales puede haber alguna cavidad que haya servido de escondite a los secuestradores. Trabajando en base a la premisa de que los jóvenes aún están vivos, el rastreo es una carrera contra el tiempo.
Claro está que la necesidad de rescatar a sus chicos secuestrados, dio también una oportunidad a Israel para golpear la infraestructura armada de Hamas en Cisjordania, la cual si bien es incomparablemente menor que la de años atrás, sigue teniendo su fuerza.En términos políticos, Israel no podía «permitirse» lanzar ese operativo ni cuando estaba negociando con la Autoridad Palestina , ni cuando la ANP formó un gobierno junto con Hamas y estaba recibiendo reconocimiento internacional. Pero ahora, con un secuestro de fondo, es otra cosa.
¿Qué tiene que ver el «pensar fuera de la caja»? Que por un lado, además de lo ineludible de salir a buscar a los secuestrados y tratar de devolverlos a sus casas, también resulta claro que Israel no podía dejar de tomar medidas contra la organización a la que acusa del secuestro. Pero que por otro, esta situación de tropas israelíes en territorios controlados por la Autoridad Palestina, de toques de queda y bloqueos impuestos para facilitar los rastreos y de arrestos, es una marcha atrás.
Veíamos las escenas y sentíamos que en esta compleja película,ya hemos estado.
Y nos preguntábamos si habrá algún gobernante capaz de elaborar una nueva fórmula, de hallar el modo de luchar contra el terrorismo sin caer en un roce negativo con la población en cuyo seno opera, tomando medidas que en algún momento, aunque esa no sea la intención, afecta también a los inocentes.
Miles de soldados participaron desde el viernes de la otra semana en el operativo que aún continúa. Si la intención del ejército israelí, o las órdenes que recibe de sus autoridades, fueran arrasar con todo, entrar a matar, actuar sin tapujos, el resultado del operativo , en los diez días que ya van del mismo, habría sido terrible. Sin afán de minimizar la muerte de dos palestinos (uno en Ramallah y otro en Nablus) durante el fin de semana, y muy especialmente la de un adolescente de 14 en la aldea Dura al sur de Hebron hace pocos días, claro está que el resultado habría sido otro , numéricamente mucho mayor, si las instrucciones recibidas por los efectivos en el terreno no fueran actuar con firmeza pero también con sumo cuidado.
El problema es que estas situaciones echan a andar una dinámica que nunca apacigua la situación sino que la convierte en más álgida todavía. El hecho es que tras los primeros días de rastreos sin ningún tipo de incidentes, ha aumentado el roce, la oposición y por ende también los incidentes de ataques a los soldados.Y esto no es receta para ningún tipo de estabilidad.
Y buscamos a alguien que piense «fuera de la caja»…que logre combatir el terrorismo sin dar a los terroristas el incentivo para seguir atacando, por el odio que siguen acumulando cuando Israel entra a sus territorios. Alguien que tenga una mágica ocurrencia acerca de cómo rescatar a los muchachos y hacer imposible que haya otros secuestros y atentados, sin esa necesidad imperiosa de entrar al terreno, desarmar laboratorios explosivos y rastrear las casas.
Probablemente también Netanyahu y su Ministro de Defensa tengan clarísimo que a Hamas no lo podrán arrasar militarmente. Que no hay una solución militar al conflicto. El gran problema, sin embargo, es que con Hamas tampoco hay diálogo. Israel, oficialmente al menos, no quiere ese diálogo. Y Hamas, nunca lo ha concebido, ya que no reconoce a Israel. ¿Cómo plantear entonces una alternativa al uso de la fuerza para combatirlo, si el propio Hamas sostiene que no considera siquiera hablar con Israel?
La opción formal , como interlocutor de Israel, desde hace años, con sus altibajos y problemas, ha sido la Autoridad Nacional Palestina. El Presidente Mahmud Abbas es merecedor de no pocas críticas por distintas actitudes, por varias cosas que ha hecho y varias que no quiso hacer. Pero hace pocos días, volvió a confirmar que sí hay con quién hablar.
Nada más ni nada menos que en la Conferencia de Países Islámicos en Jeddah, Arabia Saudita, acusó categóricamente a los secuestradores, sean quienes sean, de querer destruir a los propios palestinos, les exigió que devuelvan a los chicos a sus casas y defendió la continuación de la coordinación de seguridad con Israel. Habló en árabe, no en inglés.Ante un público complejo. Sabiendo cuánto se le criticaría. Lo hizo igual. Eso sólo amerita desplegar un esfuerzo especial para hallar la forma de reanudar el diálogo con él. Exigirle públicamente que deje su gobierno de unidad con Hamas y pretender que él diga abiertamente «está bien, haremos lo que pide Israel», es instarlo al suicidio.
Buscamos a alguien de pensamiento tan original, que haga posible que la ciudadanía confíe en que su gobierno y su ejército le protegerán siempre, pero sin transmitir la sensación de que alrededor hay sólo enemigos con los que nunca se llegará a nada bueno. Alguien que logre separar la necesidad de estar alerta , de una esperanza en el futuro. ¿Es mucho pedir?
CADA PERSONA ES DIFERENTE UNA DE LA OTRA ,NO HAY RÉPLICA ,NOSOTROS LOS SERES HUMANOS SOMOS FALLOS