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| domingo diciembre 22, 2024

El Califato islámico


al-qaeda

Las noticias sobre el flamante califato islámico proclamado por el jefe de la organización terrorista ISIS, Abu Bakr al-Bagdadi, llegan junto con la información acerca de la cosecha de cadáveres producida por la lucha por el retorno acelerado y violento del mundo árabe al siglo VII.

Según distintas fuentes, ya la lucha en Irak habría producido más de 1000 muertos y organizaciones humanitarias ya han consignado barbaridades de ambas partes. Según Human Rights Watch, en Tikrit se habrían encontrado fosas comunes llenas de cadáveres de soldados iraquíes.

Asimismo ISIS habría asesinado a 40 turcomanos chiítas, detonado 4 lugares de culto chiítas y saqueado casas y granjas en dos aldeas en las afueras de Mosul. Por su parte, Amnistía Internacional denunció ejecuciones extrajudiciales masivas perpetradas por fuerzas gubernamentales y milicias chiítas en Tal Afar, Mosul y Baquba. Y esto es solo un comienzo.

Pero aún más que las rápidas victorias de esta organización desprendida de Al Qaeda, que después de todo, cuenta con fuertes apoyos tribales sunnitas y con el concurso de numerosos militares muy bien entrenados del ex ejército de Saddam Hussein, asombró al mundo la audaz proclamación del califato islámico.

Si para el mundo no musulmán esta jactancia triunfalista puede parecer un acto táctico de mera propaganda, para los musulmanes no partidarios de Bagdadi es un desafío muy serio. Proclamarse califa significa auto-designarse sucesor del Profeta Mahoma y por lo tanto el jefe supremo de la Umma o sea la comunidad musulmana en el mundo integrada por 1.500 millones de seres humanos. De más está decir que no le pidió autorización a ningún rey, presidente o gobernante de facto árabe para proclamarse su jefe.

Según algunos analistas occidentales, este exceso será la perdición de Bagdadi y llevará a su derrota en un plazo relativamente breve. Hay demasiados intereses regionales, chiítas pero también sunnitas, interesados en que fracase. No solo son repudiados los métodos bárbaros que utiliza para someter a los poblados que conquista sino que las grandes masas tanto sunnitas como chiítas no comparten el ideal de un Islam riguroso apegado a la sharia. Pero no cabe la menor duda de que hasta que se concrete su derrota militar seguirá siendo un factor que seguirá creando destrucción y muerte en Siria y en Irak y ansiedad y legítimos temores en todos los países vecinos.

¿Quién es el carismático líder de este líder de un grupo terrorista que repentinamente se convirtió en un ejército de conquista en Siria y en Irak?

El periodista norteamericano David Ignatius, traza su semblanza en base a las declaraciones de un anónimo oficial de contraterrorismo norteamericano en el diario “Daily Star” de Beirut : “Bagdadi, es un líder terrorista cruel, resistente y ambicioso que ha demostrado poseer una gran habilidad táctica, así como una excelente visión estratégica. Fue un hábil oportunista al romper con Al Qaeda y establecer alianzas con los líderes tribales iraquíes.

Quizás sea más hábil como estratega bélico que Osama bin Laden y Musab al-Zarquawi, el líder de Al Qaeda en Irak. Crea su propio emirato resguardado por tanques y armas pesadas, algo con lo cual Bin Laden solo pudo soñar. Y ha sabido reclutar a líderes tribales sunnitas con métodos más eficaces que Zarquawi, cuyas tácticas violentas a la larga volcaron a la población iraquí contra él”.

¿Tiene Bagdadi chances de imponerse en todo Irak? Todo parece indicar que no. No tiene la menor chance de tomar la capital que es un factor clave. Pero sí tiene posibilidades reales de dividir a Irak y a Siria por un tiempo y de asegurar un período relativamente prolongado de caos y de inestabilidad.

Por otra parte, a pesar de la visión ingenua de los norteamericanos no hay una posible solución negociada a la vista. Como escribe muy bien el analista del diario norteamericano “Christian Science Monitor”, Dan Murphy: “Irak no es un lugar en que las fuerzas políticas estén ansiosas por llegar a la reconciliación. El gobierno de Maliki ha sido chauvinista y duro con la minoría sunnita iraquí, pero hay muy buenas razones para suponer que otro gobierno chiíta islamista no tendría una conducta mejor.

Los kurdos, que son iraquíes solo de nombre “se aprovechan de la situación para expandir su territorio a costa del gobierno central y jugar con la idea de proclamar su independencia. Los árabes sunnitas, muchos de los cuales creen erróneamente que son una mayoría demográfica, quieren apoderarse de todo el territorio que puedan”.

El pronóstico es más lucha, más muertos, más inestabilidad, más incertidumbre para la vida de millones y para el destino de toda una región. Todo ello, en aras de una gran utopía sangrienta. Volver al glorioso siglo VII, cuando los ejércitos árabes conquistaban el mundo. Pero eso sí, usando las armas del siglo XXI.

 
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