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| miércoles noviembre 20, 2024

Parasha Matot


parasha

Moshé enseña las leyes de anulación de promesas a los líderes de las tribus de Israel. Se lucha una guerra contra Midián por su rol en la destrucción moral de Israel, y la Torá da un recuento detallado del botín de guerra y cómo fue distribuido entre la gente, los guerreros, los Levitas y el Sumo Sacerdote.

Las tribus de Reubén y Gad (más tarde acompañados por media tribu de Menashé) piden las tierras del este del Jordán como su porción de la Tierra Prometida, siendo estas tierras aptas para la cría de ganado. Moshé inicialmente se enoja con este pedido, pero más tarde concuerda con la condición de que ellos se unan y lideren a Israel en la conquista de las tierras al oeste del Jordán.

LAS TRES SEMANAS

“Este es un Fariseo…”

“Cuidado con los Saduceos…”

“¡Hay que resistir al invasor!”

“Mantengamos la calma”

“¡Herejes!”

“Ustedes son los herejes”

“¡Cobardes!”

“¿Qué van a ganar enfrentando a Roma?”

Y estalló la violencia, los enfrentamientos, la matanza entre hermanos.

Y hace dos mil años Jerusalén caía en manos de los romanos y el Templo era destruido, comenzando el exilio que nos costó matanzas y persecuciones a lo largo de las centurias, persecuciones que culminaron con el Holocausto.

“Porque los religiosos…”

“Los laicos están…”

“La izquierda es…”

“A la derecha hay que…”

Otra vez enfrentamientos, sobre todo en Israel. Nuevamente hermano contra hermano. De las palabras se pasa a los hechos.

Divisionismo, ambiciones, negar la validez de la opinión del otro.

¿Qué consecuencias traerá?

Este martes 15 de julio (17 de Tamuz) comenzó el período de tres semanas de duelo que culmina con el ayuno del 9 de Av, día en que el Santo Templo fue destruido.

Debemos aprovechar estos días para reflexionar.

Nuestras desgracias comenzaron por la rivalidad entre hermanos, y sólo el amor entre hermanos posibilitará que estos días se conviertan no en días de duelo, sino en días de alegría.

¿Cómo debe ser este amor? Basado en el respeto a la forma de ser y de pensar del otro, basado en la comprensión y la aceptación de las diferencias, y en defender la libertad del otro de expresar sus opiniones, aunque ellas no coincidan con las nuestras. Ese es el verdadero amor entre hermanos, el “te amo a pesar de…”.

Y sólo a través de ese amor desinteresado llegará el día en que, de la mano del Mashíaj veamos al Templo reconstruido en todo su esplendor.

¿Quiere Di-s que disfrutemos?

Por Yanki Tauber

Hay algo que todavía no entiendo: ¿Di-s quiere o no quiere que disfrutemos?

Fui a ver las fuentes clásicas y el mensaje es complejo. Ahí va un ejemplo de lo que encontré:

El precepto bíblico, «Sean Santos» (Levítico 19:2), es entendido por los sabios del Talmud como una orden de «santificarse también absteniéndose de lo que se te está permitido» (Ievamot 20a); Najmánides llega hasta el punto de contar éste como uno de las 613 mitzvot.

Por otro lado, la Torá llama al Nazir (una persona que hace votos para abstenerse del vino) un «pecador». ¿Cuál es su pecado? El hecho de que él renunció uno de los placeres del mundo de Di-s. «Lo que la Torá te ha prohibido no es suficiente para tí,» explica el Talmud, «que asumes más prohibiciones?». Si una persona es un «pecador» es porque se abstiene del vino, el Talmud continúa deduciendo, imagine lo que la Torá diría sobre esos tipos-ascetas que constantemente ayunan y viven privándose de cosas.

Por otra parte, la Torá también llama al Nazir «santo», incitando a otro Sabio Talmúdico a aplicar el razonamiento de sus colegas por lo opuesto: si la Torá llama a una persona «santa» sólo por abstenerse del vino, imagine las alabanzas que Él daría al que se abstiene de todos los placeres mundanos… (se citan ambas opiniones en Nedarim 10a.)

¡Qué tal éste!, de Ética de los Padres 6:4: «Éste es el camino de la Torá: Coma pan con sal, beba agua en pequeña cantidad, duerma sobre el suelo y viva una vida de sufrimientos». Esto contrasta con la afirmación de Rav Najmán que una ley de la Torá puede entenderse correctamente después de disfrutar de un bife jugoso (Bava Kama 72a), o la declaración de Rab Jizkiah, «Una persona deberá responder por todo lo que su ojo miró y no consumió» (Talmud Ierushalmi, Kidushin 4:12).

¿Así que, cuál es? ¿Hay que conquistar el ego animal, transcendiendo lo mundano, revelando la supremacía del espíritu sobre la materia? ¿O hay que buscar bondad y virtud en cada parte del mundo de Di-s y en cada aspecto de la vida que Di-s nos dio?

Pienso que puede haber un indicio de una solución en las leyes de los votos de la Torá (Números 30), y la manera en que su profunda significación se entiende en las enseñanzas del Jasidismo. La Torá habla sobre una mujer joven, en el umbral de la madurez que jura abstenerse de una cierta indulgencia (por ejemplo «juro: ¡ningún chocolate durante una semana!»), y el derecho legal de su padre para anular su voto.

La idea es que hay circunstancias y etapas en nuestras vidas en que todavía estamos en nuestra adolescencia espiritual. En ese estado, «jurar» es necesario, porque una completa exploración de nuestra naturaleza material es más de lo que seguramente podemos manejar. Pero en un estado más avanzado de madurez espiritual (representado por el «padre» en el relato de la Torá) estos votos se anulan. De hecho, así como la «hija» en nosotros lucha con nuestro ego físico, el «padre» en nosotros lo acoge.

Éste es el concepto. Cómo debe aplicarse es otra cuestión–como dije antes, todavía no lo tengo claro. (www.es.chabad.org)

https://www.facebook.com/groups/446798878780085/

 
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