(Firmas Press) El ejército israelí no debería abandonar Gaza sin antes descabezar a la cúpula de Hamás y a sus cuadros intermedios (en el sentido figurado del término, claro), hasta el punto en que la organización terrorista no pueda revitalizarse.
Destruir los misiles y los túneles es una labor conveniente, pero provisional. Antes de un año los misiles habrán sido reemplazados por otros más letales y precisos, existirán nuevos túneles y la violencia resurgirá, probablemente más virulenta.
El problema es Hamás. Es el problema de los israelíes y de los gazatíes. Sus fanáticos suicidas, a lo largo de los años, han cometido 72 atentados y han matado 1410 judíos, incluidos 96 niños. Pero también han asesinado o ejecutado a centenares de palestinos vinculados a Al Fatah, la organización que gobierna la Autoridad Palestina en Cisjordania.
Al Fatah también tiene las manos manchadas de sangre, pero es Hamás la que ha segregado una extraña filosofía de la muerte. En el artículo 8 de su carta fundacional, divulgada el 18 de agosto de 1988, lo dice claramente: “Alá es su meta, el apóstol, su modelo, el Corán su constitución, la yihad su camino, y la muerte sobre el camino de Dios, la más eminente de sus expectativas”.
Matar y morir son motivos de goce en esta extraña cofradía del horror. Enviaron miles de cohetes contra Israel para provocar la reacción del Estado Judío. Querían que el poderoso ejército vecino les causara bajas. Por eso utilizaban escudos humanos, escondían los misiles y las armas en las escuelas y hospitales y amenazaban a los civiles cuando huían de la zona de combate.
Israel hace bien en defender a su pueblo –incluido ese 18% de árabes-israelíes–, pero, aunque no sea ése el propósito, la lucha contra Hamás beneficiará mucho más a los palestinos, rehenes de esta delirante banda de fanáticos religiosos. ¿Qué puede desearle, realmente, cualquier gazatí sensato, a una organización que les trae tanto dolor a sus hogares?
No es la primera vez que liquidar a un enemigo con esas características acaba por favorecer a la sociedad de la que éste proviene.
Un ejemplo extraordinario es Japón. En mayo de 1945 los alemanes se habían rendido, pero los japoneses seguían tercamente en pie de lucha. En Washington ya gobernaba Harry S. Truman y le pidieron al profesor William Shockley una prospección matemática sobre el costo en vidas humanas de una hipotética invasión a Japón, semejante a la que desalojó del poder al nazismo.
Shockley, quien ganara el Premio Nobel en 1956 por la invención del transistor, regresó con una predicción sombría: los norteamericanos, a juzgar por la historia, tendrían que matar entre 5 y 10 millones de japoneses, mientras los estadounidenses sufrirían de 1.4 a 4 millones de bajas, de las cuales morirían 800 000 soldados.
Truman se tomó en serio los cálculos de Shockley. En julio de 1945 Estados Unidos probó muy satisfactoriamente la primera bomba atómica. Washington se apresuró a advertirles a los japoneses que debían rendirse o serían víctimas de un arma terrible. No le hicieron caso. El 6 de agosto los norteamericanos lanzaron el primer artefacto sobre Hiroshima. Murieron, súbitamente, unas 150 000 personas y la ciudad fue pulverizada. El 9 de agosto le tocó a Nagasaki. Fueron carbonizados unos 80 000 japoneses. El día 15 Japón se rindió.
Fue algo terrible, pero la barbarie atómica, de la que el mundo quedó justamente espantado, al costo de 230 000, muertos les ahorró a los japoneses 10 millones de cadáveres, mientras los norteamericanos salvaron 800 000 vidas. Unos años más tarde, con sus virtudes sociales y la ayuda estadounidense, los japoneses estaban a la cabeza del mundo y las ciudades destrozadas habían renacido espléndidamente de las cenizas.
Espero que nadie piense que defiendo el uso de bombas atómicas para acabar con Hamas. Deploro las guerras y creo que las armas nucleares deberían prohibirse, pero sostengo que es muy importante salvar vidas árabes e israelíes.
No tengo idea de cuántos árabes o israelíes conservarán la vida si Hamás deja de existir, pero supongo que serán muchas decenas de millares. Por otra parte, será mucho más fácil crear un Estado palestino junto a Israel. Parece que Al Fatah está dispuesto a intentarlo, pero Hamás se le interpone. Si quieren la paz en el Medio Oriente, no queda más remedio que liquidar a Hamás. Ése es el camino de la esperanza.
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CAM es periodista y escritor. Su último libro es la novela Tiempo de Canallas.
Carlos: No te iva a dejar ningún comentario, pero viendo como justificas tu radicalidad y te arrogas tu solo el derecho a ser radical, es decir que los demás no pueden ser, solo tu puedes ser radical, si, los demás son radicales son unos terroristas, es decir que si tu tienes una hija que sale puta y tienes barias hijas hay que matarlas a todas por si sale algunas mas, mientras que no empecemos por reconocer los derechos de los demás siempre estaremos en el mismo sitio
Y AHORA TE DEJO ESTE TROZO PARA QUE REFLESIONES SI ES QUE QUIERES Y SINO SIGUE CON TUS TEORIAS. PERO TE PIDO POR FABOR QUE SE ERES TAM BALIENTE ANALICES TU PASADO HABER DONDE ESTAN TUS ORIGENES. PORQUE CON ESOS APEYIDOS DONDE YO VIVO HAY UNA CALLE QUE SE LLAMA «MUNTANER»
Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa. No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho. Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros. ¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos? El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales