“Israel: Demasiada historia para tan poca geografía.”
David Ben Gurión
Publicado en La Ilustración Liberal No. 47, edición impresa,
Primavera del 2011
Israel nació por un ideal: el ideal sionista. Volver a la Tierra de Israel era el sueño de miles de judíos diaspóricos, perseguidos y errantes. Discriminados y segregados, en cuanto se integraban a una sociedad les hacían sentir que no pertenecían a ese lugar.
El sionismo ha sido el movimiento nacional del pueblo judío, errante, perseguido, víctima de un genocidio y al que todos sus vecinos declararon la guerra el mismo día de la fundación del Estado, cuando siete ejércitos lo invadieron para un nuevo exterminio. Pero fue la fe, la fuerza interior de nuestro pueblo, y el deseo de defender nuestra tierra lo que permitió que, a pesar de seguir siendo el pequeño David, pudiera vencer, otra vez, al gigante Goliat.
A finales del siglo XIX, comienza la concreción de un sueño: volver a la tierra de nuestros ancestros, de la que habíamos sido expulsados. Volver a buscar aquello que nos correspondía por derecho histórico. Y así empezó la vuelta a casa para recuperar nuestro legado.
Israel es un país desconocido para el mundo. No se ha dado en la historia un caso tan extraordinario de resurgimiento. Resurgió el idioma bíblico adaptándolo a la modernidad. Resurgieron ciudades antiguas y se construyeron nuevas. Renació la música, los teatros, las universidades. Se desarrollaron los medios de difusión —radios, periódicos, televisión—, los kibutzim o granjas colectivas, la Histadrut (central obrera), los hospitales y un sistema de salud que hoy es un ejemplo para el mundo. Los pioneros judíos pudieron concretarlo, imbuidos del espíritu de los Macabeos. Los movía el amor a Eretz Israel. Todo se restauró o se construyó. Piedra sobre piedra, idea sobre idea, corazón sobre corazón y vida sobre muerte. Era un yermo, arenas y desiertos, al sur, y zonas pantanosas con mosquitos y malaria, al norte. Había que plantar árboles y disecar los pantanos. Uno por uno. La voluntad de construir una nación. Hoy son grandes bosques y tierras fértiles gracias a la labor del hombre. Los árabes destruían y se volvía a levantar. Era luchar por el único trozo de tierra nuestro. Un fenómeno sin igual. “La vuelta a casa”, al lugar donde dirigimos siempre nuestros rezos con la esperanza de regresar. Siempre hubo judíos en esta tierra, pero eran grupos dispersos en asentamientos en todo el país: Jerusalem, Hebrón, Tiberias, Safed, Yavne.
La Tierra de Israel, Eretz Israel, con Jerusalén como milenaria Capital, es mucho más que un simple territorio. Es la que le da el alma y el corazón al pueblo judío. Sin la Tierra de Israel seguiríamos errantes por todo el mundo. Sin la Tierra Prometida, recuperada y que cobija toda Nuestra Memoria, seriamos huérfanos otra vez.
Éste, y no otro, es el lugar donde habitaron los judíos desde el comienzo de nuestra historia. Desde que el patriarca Abraham vino a poblarla hasta hoy, habiendo pasado por todas las conquistas de los grandes pueblos de la humanidad. Todos: babilonios, persas, griegos, romanos, islámicos, cruzados, tártaros, mamelucos, mongoles, turcos, ingleses. Todos pasaban y dejaban una parte de su historia.
Como dijo Ben Gurión: “Demasiada historia para tan poca geografía”
Y hoy, los israelíes somos parte de esa historia. Hemos vuelto a nuestras raíces. Tenemos el privilegio de ser parte de un proyecto de vida desarrollado hace siglos para iluminar al mundo con nuestros logros.
A Israel la construyeron izquierdas y derechas, dada la diversidad de pensamiento y de nacionalidades del pueblo judío en la Diáspora. Las grandes masas inmigratorias traían su ideario y lo volcaban a las nuevas instituciones que estaban en formación. Comenzó siendo un país socialista, con leyes laborales y sociales, necesarias para la organización y protección de los que iban llegando. El sistema hospitalario de Israel es, aun hoy, uno de los mejores del mundo, y data de esa época. Era una estructura donde el kibutz y la Histadrut representaban el ideal social y donde las ideas de Borojov y Katzenelson tomaban fuerza a través de un sostenido sentimiento comunitario y sionista. Pero no menos sionistas y solidarias eran las ideas nacionalistas de Zeev Jabotinsky y Rav Kook, uno laico y el otro religioso. Se daban todas las tendencias dentro del sionismo.
Comenzó siendo un país fuertemente agrícola, famoso por sus cítricos. Israel exportaba naranjas apreciadas en el mundo entero. Después vinieron las flores y así siguió con diversos productos que eran requeridos desde el exterior. Ya empezaban con la investigación para mejorar los frutos. De aquí salio el tomate cherry y muchísimas variedades de frutos que hoy se consumen en las mesas familiares sin que el mundo lo sepa. Israel se especializa en producir variedades exóticas de frutos tropicales para exportación y consumo interno. Entrar a un supermercado y ver los vegetales sobre las góndolas es una explosión de color y sabor, natural y sano. La agricultura todavía desempeña un papel de importancia en la economía israelí, representando hoy en día aproximadamente el 2,0% del PIB y un 3,5% de las exportaciones. En términos monetarios, Israel produce casi el 70% de lo necesario para su alimentación.
El éxito de la agricultura en el país se basa en la determinación y el ingenio de los granjeros y científicos, que se dedicaron a desarrollar una agricultura floreciente en un país cuya superficie es en su mayor parte desértica, demostrando así que el valor real de la tierra es función de cómo se la utiliza.
Y así como en agricultura se utilizó el ingenio, también en otras áreas Israel comenzó una carrera meteórica en Investigación y Desarrollo. Se dedicaron grandes esfuerzos para captar, especialmente, a los profesionales, científicos, ingenieros y técnicos que inmigraron, en los años 90, desde la ex Unión Soviética. La gran cantidad de profesionales capacitados es la causa principal de los logros científicos y tecnológicos del país. Esa tendencia seguirá en alza en las décadas venideras con la nueva generación de jóvenes creadores de Start ups —empresas de programación — y de empresas que desarrollan altas tecnologías de nivel muy especializado. Nanotecnología o tecnología de la miniaturización. Israel exporta tecnologías sofisticadas a todo el mundo. Y las investigaciones se llevan a cabo en siete universidades, establecidas por todo el país, en decenas de institutos de investigación, públicos y estatales, y en cientos de empresas civiles y militares. Investigaciones muy importantes se desarrollan en el Instituto Weitzman de Rejovot y en el Tejnion de Haifa
¿Y los israelíes? ¿Como son los israelíes? Hay de todo, como es todas partes. No siempre son modelo de educación. Caracteres fuertes debido a las guerras que han pasado. No han podido darse el lujo de bajar los brazos. Pero son como el higo del desierto: espinosos por fuera y dulces por dentro. Todos son presidentes, todos le dicen al primer ministro qué debe hacer. Discuten de política en la caja del supermercado, cuando van a pagar, y si te falta una moneda te la ofrecen —me ha pasado—, o si subes al autobús y el conductor no tiene cambio, te dan el dinero del pasaje. Es un pueblo increíblemente solidario. Quizá se deba a todas las penurias pasadas.
Pero hay algo más conmovedor aún: para el Día del Holocausto, Iom Hashoa, o para el Día de la Recordación de los Muertos por Israel, cuando suena la sirena en el país y se congela todo el Estado, el recogimiento y el respeto por nuestros muertos, el sentimiento de la población, que detiene toda actividad y se queda en silencio en el lugar donde está. Simplemente esta emoción hace algo maravilloso de esta nación. Algo que nos recuerda que cayeron muchos, que no los olvidamos y que siguen en nuestro corazón. Y cuando un país tiene alma y corazón no puede ser exterminado como quieren muchos. Ése es el concepto de “nación” que no todos entienden. Somos una nación, Am Israel, unida por la mística de la Tierra de Israel. Eretz Israel. Y allí donde haya un judío estará unido a nuestra tierra por lazos inquebrantables de sangre y de tradición. No hay Israel sin judíos ni judíos sin Israel. Aquel que lo niegue no conoce su identidad.
Hemos vuelto a recuperar nuestra tierra y nuestra historia. No somos perfectos y nos exigen serlo cuando ningún país lo es. Somos un gran shtetl ** en el que desarrollamos el ingenio para sobrevivir. Somos los mismos judíos expulsados de España o asesinados en Alemania, que, al desaparecer, dejaron un hueco de intelectualidad y sabiduría. Esos judíos, expulsados o asesinados, son los mismos que se desarrollaron en Israel para construir este “Pequeño Gran País” en el cual tengo el privilegio de vivir.
Vine desde Argentina para encontrarme con mis raíces y cumplir un sueño en la Tierra de los Milagros. ¡Y aquí estoy! Porque a pesar de todo y de todos, ¡LOS HEBREOS, ESTAMOS EN PIE!
**Shtetl. Pequeña aldea judía de la Europa Oriental
***Dori Lustron es ciudadana israelí nacida en Argentina. Licenciada en Letras. Escritora y periodista de política internacional, experta en hasbara/esclarecimiento. Es Directora de la Web www.porisrael.org Escribe para diferentes publicaciones. Ha realizado giras de conferencias por España y Latinoamérica explicando la situación de Israel y el conflicto. Asimismo, se ha presentado en debates en universidades, radio y televisión.
Mensaje de Desmond Tutu:
Pedí a la multitud que corease conmigo: «Nos oponemos a la injusticia que supone la ocupación ilegal de Palestina. Nos oponemos a las matanzas indiscriminadas en Gaza. Nos oponemos a la humillación a la que someten a los Palestinos en los retenes y controles de carreteras. Nos oponemos a la violencia perpetrada por todas las partes. Pero no nos oponemos al pueblo judío».
«Les ruego que lleven este mensaje a casa: cambiemos el rumbo de la violencia y el odio sumándonos al movimiento pacífico para que la justicia llegue a toda la gente de la región».
La violencia engendra violencia y odio, que sólo engendra más violencia y más odio.
Nosotros, los sudafricanos, conocemos bien la violencia y el odio. Comprendemos el dolor que supone ser los apestados del mundo, cuando parece que nadie te entiende ni tiene el deseo de escuchar siquiera cuál es tu punto de vista. Nosotros venimos de ahí. También conocemos los beneficios que, con el tiempo, trajo el diálogo entre nuestros líderes; cuando fueron levantadas las prohibiciones sobre las organizaciones etiquetadas como «terroristas» y sus líderes, incluyendo a Nelson Mandela, fueron liberados del encarcelamiento, del destierro y del exilio.
Sabemos que cuando nuestros líderes comenzaron a dialogar, la justificación de la violencia que había arruinado nuestra sociedad se disipó y desapareció. Los actos de terrorismo perpetrados tras el inicio del diálogo, como los ataques a una iglesia o a un bar, fueron condenados casi universalmente, y el partido responsable se resintió en las urnas.
La euforia que siguió a nuestra primera votación conjunta no fue del dominio exclusivo de los negros Sudafricanos. El verdadero triunfo de nuestra solución pacífica fue que todos nos sentimos incluidos. Y más tarde, cuando presentamos una constitución tan tolerante, compasiva e inclusiva que habría hecho que Dios se sintiera orgulloso, todos nos sentimos liberados.
Por supuesto, ayudó que contáramos con un conjunto de líderes extraordinarios.
Pero lo que forzó definitivamente que estos líderes se sentaran en torno a la mesa de negociaciones fue el cóctel de persuasivas herramientas no violentas desarrolladas para aislar a Sudáfrica económica, académica, cultural y psicológicamente.
Llegados a cierto punto el gobierno se dio cuenta de que el coste de intentar mantener el apartheid sobrepasaba sus beneficios. En los 80, la suspensión del comercio con Sudáfrica por parte de empresas multinacionales sensibilizadas fue una de las claves que permitió doblegar el apartheid sin derramar sangre. Esas empresasentendieron que contribuyendo a la economía sudafricana eran partícipes del mantenimiento de un statu quo injusto..
Por último, los sucesos en Gaza del pasado mes servirán para demostrar quién cree en la valía de los seres humanos. Se está volviendo cada vez más evidente que políticos y diplomáticos no están siendo capaces de encontrar respuestas, y que la responsabilidad para mediar una solución sostenible a la crisis en Tierra Santa recae en manos de la sociedad civil y de los ciudadanos de Israel y Palestina Además de la reciente devastación de Gaza, seres humanos decentes de todas partes -incluyendo muchos en Israel- están profundamente molestos por las diarias violaciones a la dignidad humana y a la libertad de movimiento impuesta a los Palestinos en los retenes y controles de carretera. Las políticas de ocupación ilegal de Israel, junto con la construcción de asentamientos en tierras ocupadas complican aún más el ya difícil objetivo de lograr un acuerdo futuro aceptable para todas las partes.
El Estado de Israel se está comportando como si el mañana no existiera. Sus gentes no tendrán las vidas pacíficas y seguras que anhelan –y merecen– mientras que sus líderes perpetúen las condiciones que sostienen el conflicto.
He condenado a los palestinos responsables del lanzamiento de misiles y cohetes a Israel. Están dando fuelle a las llamas del odio. Me opongo a todas las manifestaciones de violencia.
Pero debemos tener muy en claro que el pueblo de Palestina tiene todo el derecho de luchar por su dignidad y libertad. Ésta es una lucha que tiene el apoyo de muchos alrededor del mundo.
No existe problema humano irresoluble cuando los seres humanos aúnan sus esfuerzos con el sincero deseo de superarlo. No hay paz imposible cuando la gente tiene la determinación de lograrla.
La paz requiere que las personas de Israel y Palestina reconozcan al ser humano que habita en ellos y en el otro y entiendan su interdependencia.
Los misiles, las bombas y la crudeza del insulto no son parte de la solución. No hay solución militar.
Es más probable que la solución proceda de esa caja de herramientas no violentas que desarrollamos en Sudáfrica en los años 80 para persuadir al gobierno de la necesidad de modiMi ruego al pueblo de Israel es que vea más allá del momento, que vea más allá de la rabia de sentirse perennemente asediado, para ver un mundo en el que Israel y Palestina puedan coexistir – un mundo en el que reinen la dignidad y el respeto mutuos.
Requiere un cambio de mentalidad. Un cambio de pensamiento que reconozca que el intento de perpetuar el statu quo actual condena a las futuras generaciones a la violencia y a la inseguridad. Un cambio de mentalidad que cese de interpretar la crítica legítima a las políticas de Estado como un ataque al Judaísmo. Un cambio de mentalidad que empiece en casa y se extienda por todas las comunidades y naciones y regiones, llegando a la diáspora diseminada por todo el mundo. El único mundo que compartimos.
Las personas unidas en pos de una causa justa son imparables. Dios no interfiere en los asuntos de la gente, esperando que crezcamos y aprendamos resolviendo nuestras dificultades y diferencias por nosotros mismos. Pero Dios no está dormido. Las escrituras Judías nos dicen que Dios tiene preferencia por los débiles, los desposeídos, las viudas, los huérfanos, por el extranjero que libera a los esclavos en el éxodo hacia la Tierra Prometida. Fue el profeta Amos quien dijo que debemos dejar a la justicia fluir como un río.
La bondad prevalece al final. La búsqueda de la libertad por parte del pueblo de Palestino frente a las políticas de Israel es una causa justa. Es una causa que el pueblo de Israel debe apoyar.
Nelson Mandela pronunció aquella célebre frase donde dijo que los sudafricanos no se sentirán libres mientras los palestinos no lo sean.
Hubiera podido agregar que la liberación de Palestina liberará a Israel ademásficar sus políticas.