Esta vez, no hacemos comparaciones. No entramos aquí en cuestionamientos sobre cuántos se rasgan las ropas por los palestinos en Gaza, pero no dicen nada sobre catástrofes inconmensurablemente mayores que ocurren en otros sitios. No es en eso que queremos entrar aquí.
Ahora simplemente nos preguntamos por qué las calles del mundo no están repletas de gente manifestando azoradas contra lo que están haciendo fanáticos fundamentalistas del Estado Islámico de Irak y el Levante (conocido por su sigla en inglés ISIS o en árabe, DAASH).
¿Cómo es que el terrible video de la decapitación sangrienta del periodista norteamericano James Wright Folley no sacó multitudes a protestar en el mundo entero? Bueno..si no lo lograron las imágenes de las cabezas cortadas, las crucifixiones y las fosas comunes y ejecuciones masivas en diferentes partes de Irak, tampoco lo iba a lograr una decapitación, por más terrible que sea ver una cabeza cortada a navaja..una cabeza real, de un ser vivo.
Nos permitimos pensar en voz alta…y en tono quizás ingenuo..sin grandes análisis políticos de fondo…y preguntarnos ¿cómo pueden? ¿Cómo puede un ser humano hacer algo así a un semejante? ¿Cómo puede haber algo en lo que crea, que a su entender justifique esas barbaridades? ¿Cómo alguien puede seguir viviendo después de cometer atrocidades de ese tipo?
Sinceramente, la mayor expectativa no la tenemos de quienes reaccionan con consideraciones morales sólo dependiendo de quiénes son los muertos y de dónde vinieron las bombas. De ellos, no esperamos nada. Quienes sí creemos que deberían ir al frente de las protestas internacionales son los propios musulmanes, todos aquellos justificadamente preocupados por la posibilidad que su fe sea vista como sinónimo de las dementes aberraciones cometidas por DAASH.
Esto nos recuerda un debate llevado a cabo en una universidad de Estados Unidos, en el que una joven musulmana del público, preguntó a los panelistas sobre la problemática de la ideología jihadista y el hecho que la enorme mayoría de los musulmanes del mundo tienen otra concepción, de enfoque moderado y no fanático. Probablemente entre nuestros lectores haya no pocos que hayan visto la filmación circulando por la red. Pues una de las panelistas era la periodista libanesa hoy norteamericana Brigitte Gabriel, cristiana maronita, aguda crítica del extremismo en el Islam, que ella vio también en su país natal.
Gabriel recalcó que en efecto, de los 1200 millones de musulmanes del globo, la estimación de los servicios de Inteligencia es que los radicales son entre un 15 y un 25%. El restante 75%, admitió, son pacíficos. El problema quedó en claro cuando lo tradujo a números absolutos: entre 180 y 300 millones de musulmanes “dedicados a la destrucción de la civilización occidental”, según dijo, recordando que eso es como la población de Estados Unidos toda.
Pero el problema va más allá de ello. “La mayoría de los alemanes eran pacíficos, pero los nazis impusieron su agenda y como resultado 60 millones de personas murieron, 14 millones en campos de concentración, entre ellos 6 millones de judíos”, recalcó. “Cuando los rusos mataron a 20 millones de personas, la mayoría pacífica era irrelevante. Cuando los chinos mataron a 70 millones, la mayoría pacífica era irrelevante”.
Y agregó: “El 11 de setiembre del 2001, en Estados Unidos había 2.3 millones de árabes musulmanes. Alcanzaron 19 radicales para destruir el World Trade Center, atacar el Pentágono y matar a casi 3 mil norteamericanos. La mayoría pacífica era irrelevante. ¿Dónde están los demás?”- preguntó retóricamente.
Especialmente a raíz de los atentados del 11 –S, paralelamente a la alerta ante el peligro de los extremistas islámicos en el mundo, surgió –o se hizo más notorio que antes- el concepto de la “Islamofobia”. Musulmanes que sinceramente se sentían ajenos a expresiones de extremismo en nombre de su religión, se quejaban, a menudo con razón, de que se pone a todos en la misma bolsa, que se generaliza injustamente y que se los discrimina sin motivo.
Sin duda, si es así, es injusto. La sensación de ofensa , es legítima y comprensible.
Pero entonces, cuando barbaridades como lo que está ocurriendo en Irak y Siria son perpetradas en nombre del Islam, los propios musulmanes deberían ser los primeros en salir a protestar. Contra el horror, contra el manoseo de su Dios, contra el uso de su propia religión como símbolo de muerte y de terror.
Los países musulmanes en las Naciones Unidas, que rápidamente se organizan cuando quieren condenar a Israel, sin preocuparse demasiado por averiguar la verdad, no dan señales de vida en la organización internacional. Nada. Matan en su nombre…. Y nada.
Quizás el honor lo salven quienes hoy tienen miedo de lo que pase en su propia casa. Como el Premier de Gran Bretaña David Cameron que vio espantado que el verdugo de negro que cortó la cabeza de Folley, hablaba perfecto inglés, en acento londinense. Cameron hizo lo correcto, interrumpió de inmediato sus vacaciones, volvió a Londres y reunió a los servicios de Inteligencia. Estos estiman que aproximadamente 1300 jihadistas británicos y franceses participan en la guerra en Siria e Irak. El gran temor, claro está, es que vuelvan con sus pasaportes y cometan atentados en Gran Bretaña y Francia.
También en España la situación es preocupante.
El texto a continuación, es un resumen de una nota escrita por Soeren Kern, Miembro Senior en el Instituto Gatestone con sede en Nueva York y Miembro Senior de Políticas Europeas en el Grupo de Estudios Estratégicos con sede en Madrid.
Musulmanes radicales en España han lanzado una campaña de medios de comunicación sociales destinada a generar apoyo para el grupo jihadista Estado Islámico [EI].
La campaña incluye carteles con imágenes de famosos hitos y monumentos españoles impresos con consignas en árabe como “Todos somos Estado Islámico” y “Viva el Estado islámico”.
La campaña de carteles viene después de que los jihadistas del EI produjeron un video en el que juran liberar al-Andalus de los no musulmanes y hacerlo parte de su nuevo califato islámico.
El video muestra a un jihadista hablando en español con un fuerte acento norafricano. Él dice:
“Le digo a todo el mundo como una advertencia: Vivimos bajo la bandera islámica, el califato islámico.
Moriremos por ella hasta que liberemos esas tierras ocupadas, desde Yakarta hasta Andalucía. Y declaro: España es la tierra de nuestros antepasados y la recuperaremos con el poder de Allah”.
Mientras tanto, las autoridades marroquíes han advertido a la policía española que algunos de los más de 3.000 jihadistas marroquíes que combaten en Siria e Irak están empezando a regresar a sus hogares, y que muchos de ellos son propensos a intentar infiltrarse en el territorio continental español a través de los enclaves españoles del norte de África de Ceuta y Melilla.
El ministro del Interior marroquí, Mohamed Hassad, identificó recientemente a 1.221 ciudadanos marroquíes que se han unido a grupos jihadistas en Siria e Irak, así como a otros 2.000 marroquíes étnicos que son ciudadanos de otros países, incluyendo España.
“Está claro que España forma parte de los objetivos estratégicos de la jihad global”, dijo Fernández Díaz (Ministro del Interior) en la víspera del aniversario. “No somos los únicos, pero estamos en sus miras”, agregó.
Es un torbellino que debe ser frenado a tiempo. No hay que consolarse pensando que son “una minoría” ni que se trata de una interpretación radical y no representativa del Islam en sí.
El mundo libre debe unirse al respecto.
Y eso debe incluir a todos los musulmanes que se consideran merecedores de ser parte de esa definición.
Buenas preguntas, pero una sencilla respuesta, que bien conocen casi todos: el Corán.
La ONU a declarado genocida y otros calificativos al ISIS y sus ramas, alguna manifestación? algún comentario airado? flotillas? nada absolutamente nada, por no hablar de los propios musulmanes, por lo visto no se les espera en Paris llamando a la guerra contra el ISIS.
La respuesta el Coran y para los asimilados perroflautas mas cerveza.