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| sábado noviembre 16, 2024

El califato generará traumas


Sin previo aviso, la antigua y largo tiempo inactiva institución del califato volvía a la vida el 29 de junio de 2014. ¿Qué augura este suceso acaecido?

El concepto clásico de califato – un único sucesor de Mahoma al frente de un estado musulmán unificado – se prolongó durante algo más de un siglo solamente y expiró con la aparición de dos califas en el 750 d.C. El poder del califato se derrumbaría alrededor del año 940 d.C. Tras una prolongada existencia clandestina, la institución desapareció finalmente en 1924. Los únicos esfuerzos posteriores de reanimación fueron triviales, como el llamado Kalifatsstaat de Colonia, Alemania. En otras palabras, el califato lleva alrededor de un milenio sin estar vigente y brilla por su ausencia desde hace un siglo más o menos.

«El caso Kaplan», portada de una crónica de una publicación alemana acerca del «Califa de Colonia».

 

El grupo llamado Estado Islámico de Irak y Siria conquistó la ciudad de Mosul, de 1,7 millones de habitantes, en junio; días después, adoptó el nombre de Estado Islámico y anunció la vuelta del califato. Su capital es el municipio histórico de Raqqa, Siria (apenas 220.000 habitantes), que no es casualidad albergó la capital del califato con Harún al-Rashid durante 13 años. A instancias de un iraquí de nombre Ibrahim Awwad Ibrahim, el nuevo califato proyectaba una ambición sin límites por gobernar el mundo entero («Este y Oeste») e imponer una forma extraordinariamente primitiva, fanática y violenta de la ley islámica a todo hijo de vecino.

Harún al-Rashid en la representación artística de un sello húngaro de 1965.

 

He vaticinado que a pesar de su espectacular aparición, este Estado Islámico no sobrevivirá: «abocado a la hostilidad tanto de los vecinos como de su población de súbditos, no durará mucho tiempo». Al mismo tiempo, espero dejará un legado:

Con independencia de lo catastrófico del destino del califa Ibrahim y sus siniestros acólitos, han logrado resucitar una institución central del islam, volviendo a hacer del califato una realidad vibrante. Islamistas de todo el mundo recordarán su momento de brutal gloria como un tesoro y se sentirán inspirados por ello.

De cara al futuro, he aquí mi pronóstico más concreto de la herencia del actual califato:

1. Ahora que se ha dado el paso, otros islamistas ambiciosos actuarán de forma más audaz declarándose califas. Puede producirse una proliferación de ellos por diferentes regiones, desde Nigeria a Somalia pasando por Afganistán e Indonesia y más allá.

2. Declarar un califato reviste implicaciones de peso, al hacerlo atractivo a los yihadistas de la umma (la comunidad musulmana mundial) e inducir la declaración del control soberano del territorio.

3. El estado saudí lleva ocupando un papel cuasi-califal desde la desaparición oficial del califato otomano en 1924. Con la aparición del califato de Raqqa, el monarca saudí y sus asesores se sentirán extraordinariamente tentados por la idea de declarar su propia versión. Si el actual «Guardián de las Dos Mezquitas Sagradas» (como le gusta ser llamado al monarca saudí), que acaba de cumplir 90 años, no se permite esta reivindicación, su sucesor bien podría hacerlo, convirtiéndose así en el primer califato en un estado reconocido.

El Papa Benedicto XVI (derecha) se reunió en 2007 con el monarca saudí (¿y futuro califa?) Abdalaj.

 

4. La República Islámica de Irán, la gran potencia chiíta, también podría hacer lo propio, no deseando verse conceptualmente superada por los sunitas de Riad, convirtiéndose así en el segundo estado califal oficial.

5. Esta profusión de califas agravará más la anarquía y las hostilidades encarnecidas entre poblaciones musulmanas.

6. El desencanto entrará en escena enseguida. Los califatos no acarrean orden social, justicia, crecimiento económico o distinción cultural. Uno tras otro, estos estados universales autodeclarados se derrumbarán, serán depuestos o faltarán a sus pomposas aspiraciones.

7. Esta fiebre de declaración de califatos acabará dentro de unas décadas, con la vuelta a lo que vendría a ser el orden pre-29 de junio de 2014. Echando la vista atrás entonces al brote califal, parecerá una anomalía anacrónica, un obstáculo a la modernización de la umma y un mal sueño.

En resumen, la declaración del califato el 29 de junio fue un suceso importante; y el califato es una institución cuyo tiempo pasó hace mucho y, por tanto, cuya reanimación augura grandes traumas.

Daniel Pipes (DanielPipes.org) es presidente del Middle East Forum.

Esta ponencia fue dictada por primera vez en la conferencia de la Academia QeRN «El califato como ordenación política: ¿mito histórico o futura realidad?» celebrada en Toronto el 16 agosto de 2014.

© 2014 Daniel Pipes. Reservados todos los derechos.

 
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