Los servicios de seguridad belgas han estimado que los jihadistas europeos en Siria pueden ser más de 4.000.
Los líderes europeos han dirigido sus más repugnantes comentarios contra el estado judío, ninguno de ellos ha preguntado por qué las organizaciones palestinas en Gaza ubican sus arsenales de armas en hospitales, casas, escuelas y mezquitas, o sus centros de comando y control bajo grandes edificios de apartamentos o bajo hospitales. Ninguno de ellos ni siquiera ha dicho que Hamas es una organización terrorista, a pesar de su Carta genocida.
La mayoría de ellos está casada con la idea de la redistribución. Sus políticas son anti-crecimiento, no ofrecen a la gente ninguna oportunidad económica, y son la causa principal de la crisis económica en Europa. Estados Unidos también parece estar siguiendo meticulosamente estas fallidas políticas.
«Europa no puede permanecer la misma con una población diferente en ella». – Christopher Caldwell, Reflexiones sobre la Revolución en Europa.
Unos meses antes de asesinar a cuatro personas en un museo judío en Bruselas, el 24 de mayo, un musulmán francés llamado Medhi Nemmouche había sido liberado de la cárcel y ya se había unido al Estado Islámico (llamado ISIS en esa época).
Nemmouche había abandonado el museo sin ser tocado y fue identificado sólo por las imágenes de las cámaras de vigilancia. Fue arrestado dos días después, en Marsella, durante un control antidrogas, donde se descubrió que estaba a punto de abordar un barco para Argelia. Tenía consigo sus armas y una bandera negra del Estado Islámico.
La policía francesa sabía exactamente quién era. A pesar de todo, no había sido puesto bajo estrecha vigilancia.
Nemmouche será juzgado en Bélgica, donde se enfrenta a una condena de cadena perpetua – pero, en Bélgica y Francia, la cadena perpetua significa un máximo de veintidós años. No va a pasar veintidós años en prisión. Probablemente logrará una libertad anticipada por buena conducta. Casi todos los presos en Bélgica y Francia son liberados por buena conducta. Que él sea un reincidente y haya sido condenado siete veces por robo y asalto no lo perjudica: en Bélgica o Francia, teóricamente, la reincidencia se considera una circunstancia agravante, pero casi nunca se tiene en cuenta en las sentencias dictadas por los tribunales.
En la prisión se juntará con personas que comparten sus ideas y podrá unirse a las redes jihadistas.
En las prisiones belgas y franceses, la gran mayoría de los reclusos son musulmanes, muchos de los cuales son radicales; y las redes jihadistas son omnipresentes.
Cuando salga de la cárcel, lo más probable es que se una de nuevo al Estado Islámico, si quiere, y siempre y cuando el Estado Islámico todavía exista.
El camino de Nemmouche se asemeja al de otro musulmán francés, Mohamed Merah, que asesinó a tres soldados franceses y cuatro judíos en el suroeste de Francia en marzo de 2012. Merah, como Nemmouche, también cumplió varias sentencias de prisión y se había unido a organizaciones islámicas, pero en Afganistán, no en Siria. Él, también, regresó dispuesto a asesinar, y asesinó.
La policía francesa también sabía quién era Mohamed Merah. Y tampoco fue puesto bajo estrecha vigilancia.
La principal diferencia entre Merah y Nemmouche es que Merah eligió morir en un tiroteo con la policía. Debido a la forma en que murió, Merah se convirtió en un héroe para muchos musulmanes europeos jóvenes.
Para la época del caso Merah, contra toda evidencia, el gobierno francés había propuesto la teoría del «lobo solitario» y descartó oficialmente la idea de la jihad, aunque hubo arrestos en los círculos islamistas.
Cuando Nemmouche fue arrestado, el Ministro del Interior francés usó palabras más valientes: habló de «redes jihadistas» y de «problemas» en el sistema penitenciario francés. Agregó que 700 jóvenes franceses se encontraban en campos de entrenamiento en Siria, y podrían volver en cualquier momento. Las autoridades belgas utilizaron palabras similares.
Estas menciones de jihad y «problemas» en las prisiones fueron pasos en la dirección correcta. El problema es que es casi seguro que no habrá medidas posteriores.
Gilles de Kerchove, coordinador antiterrorista de la UE, dijo recientemente que hay, de hecho, más de 700 musulmanes franceses librando actualmente la jihad en Siria. Los datos disponibles muestran que también hay muchos musulmanes belgas, y muchos musulmanes yendo a Siria desde el resto de Europa. Los servicios de seguridad belgas han estimado que los jihadistas europeos en Siria pueden ser más de 4.000. Parece que se han creado enteras unidades de combate europeas.
Los líderes de los franceses y belgas no tienen ninguna forma real de implementar y gestionar una mejor seguridad o llevar un registro de los sospechosos – incluso de aquellos que probablemente entren en acción. Estos líderes ni siquiera tratan de restaurar el orden en las cárceles. Los líderes del gobierno presiden actualmente países financieramente maltratados, sumidos en esclerosis, estancamiento, inmigración pésimamente controlada y los efectos perversos de los sistemas redistributivos de bienestar social que sólo multiplican pobres y destruyen puestos de trabajo – los efectos secundarios de la multiculturalidad. No tienen ni la voluntad ni los recursos para hacer frente a todos los costos que estarían involucrados.
Saben que si trataran de hacer algo, pronto se enfrentarían con disturbios en las (mayormente musulmanas) «zonas prohibidas» esparcidas por la periferia de muchas ciudades.
Saben que tendrían que contratar a miles de policías y considerar el uso del ejército.
Saben que pronto enfrentarán a jueces extremadamente renuentes y extremadamente hostiles: los jueces en Bélgica y Francia son funcionarios permanentes e inamovibles, y la mayoría de ellos están casados con las ideas económicas basadas en la redistribución de la riqueza. Sus políticas son anti-crecimiento, no ofrecen a la gente ninguna oportunidad económica, y son la causa principal de la crisis económica en Europa. Estados Unidos también parece estar siguiendo meticulosamente estas fallidas políticas. El principal sindicato de magistrados de Francia, «Sindicato de la Magistratura», está cerca de una organización neo-comunista, «El Frente de Izquierda».
Los líderes de los gobiernos saben que tendrían que enfrentar a organizaciones «anti-racistas», totalmente dedicadas a la lucha contra la «islamofobia»: poderosos y bien financiados lobbies islámicos, imanes en mezquitas clave, y a la mayoría de los periodistas en los principales medios de comunicación.
Los líderes de los gobiernos también saben que tendrían que correr el riesgo de perder elecciones. En las principales ciudades de Bélgica y Francia, el voto musulmán tiene un peso cada vez mayor. Bruselas, la ciudad donde Medhi Nemmouche asesinó, es ahora 30% musulmana. Roubaix, la ciudad donde nació, es 60% musulmana. El número de ciudades donde la población musulmana es mayoría sigue aumentando.
Los líderes de los gobiernos saben que lo que está sucediendo en Francia y Bélgica puede encontrarse, en diversos grados, en todos los países europeos, y que el problema que los agobia es realmente un problema europeo.
Los líderes de gobierno en todos los principales países europeos saben que cientos de jihadistas europeos bien entrenados están en Siria y que algunos de ellos volverán. No ignoran que algunos ya están de vuelta en Europa y que los ataques son probables. No ignoran que si los jihadistas europeos son cientos, los que apoyan el jihadismo en Europa son probablemente decenas de miles. En las recientes manifestaciones en apoyo a la «causa palestina» en toda Europa, eran abundantes las banderas de Hamas, Hezbollah y el Estado Islámico, así como consignas explícitas.
Los gobiernos de los principales países europeos no ignoran que muchos de los países que lideran están en una situación financiera desesperada, sumidos en esclerosis, estancamiento, inmigración pésimamente controlada, políticas que retardan el crecimiento económico, y los resultados de la multiculturalidad.
No ignoran que muchas prisiones de Europa son focos jihadistas, y que están proliferando las zonas prohibidas (mayormente musulmanas).
No ignoran que los riesgos de disturbios son muy reales, y que los jueces bajo la influencia de ideas que durante cien años han demostrado que no funcionan – en Rusia, Cuba y en todas partes -, sin embargo, todavía actúan en todas partes en Europa.
No pueden ignorar la existencia, en todos los países europeos, de organizaciones «anti-racistas» y lobbies islámicos, imanes y periodistas, casi exactamente similares a las que existen en Francia y Bélgica.
No pueden ignorar el creciente peso de los votos musulmanes en muchas partes de Europa.
Pueden quebrar algunas redes, frustrar algunos ataques, quitarles a algunos jihadistas, simbólicamente, su ciudadanía.
Saben que son, en gran medida, rehenes de una situación que ya no controlan.
Su actitud es dictada por el temor de verse enfrentados a problemas más graves que los asesinatos: algunos servicios antiterroristas europeos dicen que un ataque armado en Europa, al estilo Mumbai, es posible, incluso probable.
La actitud de los gobiernos puede ser definida por una palabra frecuentemente usada para describir la actitud de Daladier y Chamberlain en 1938: apaciguamiento.
Las víctimas de Merah y Nemmouche eran judíos. Los políticos europeos dicen que están listos para proteger a los judíos que viven en Europa, pero tienen miedo de ofender a los que atacan a los judíos. Enuncian condenas verbales de «antisemitismo», pero deliberadamente ignoran la naturaleza islámica de casi todos los actos de antisemitismo en la Europa de hoy.
Los políticos europeos ven que los que cometen actos antisemitas asocian estrechamente el odio a los judíos con el odio a Israel. Parecen pensar que si dicen que «lo que sucede en Medio Oriente tiene que quedarse en Medio Oriente», así será. Crédulamente parecen pensar que si critican duramente a Israel mientras dicen que los judíos de Europa no tienen nada que ver con Israel, evitarán ataques aún peores. Parecen incapaces de ver que existen los medios de comunicación social y que lo que sucede en Medio Oriente no se queda en Medio Oriente. Esto los lleva a hacer distinciones implícitas entre «buenos» judíos europeos que no ven nada, no oyen nada, cierran sus bocas y se comportan como «auténticos ciudadanos europeos» y «malos» judíos europeos que se atreven a hablar de odio islámico, expresan simpatía hacia Israel y se comportan como «alborotadores».
Artículos denunciando a judíos «malos» pueden encontrarse en los principales diarios y revistas. Christophe Barbier, director del semanario francés L’Express escribió recientemente que los judíos franceses que están preocupados por el aumento de los actos antisemitas islámicos son «paranoicos». Agregó, un poco surrealistamente, que los judíos que se van de Francia son «traidores» y seguidores de «Belcebú». En otro artículo en la misma revista, las organizaciones judías francesas fueron acusadas recientemente de jugar un papel importante en el aumento del antisemitismo en Francia por estar «demasiado cerca de Israel». ¿Alguien alguna vez fue criticado por estar «demasiado cerca» de Corea del Norte, Rusia o Irán?
Desde el comienzo del conflicto de Gaza, los líderes europeos han dirigido sus más repugnantes comentarios contra el estado judío, ninguno de ellos ha preguntado por qué las organizaciones palestinas en Gaza ubican sus arsenales de armas en hospitales, casas, escuelas y mezquitas, o sus centros de comando y control bajo grandes edificios de apartamentos o bajo hospitales. Ninguno de ellos ni siquiera ha dicho que Hamas es una organización terrorista, a pesar de su Carta genocida. Frente a los horrores en el norte de Irak, sólo tres países europeos – Francia, el Reino Unido y Alemania – decidieron proporcionar ayuda humanitaria limitada y entregar suministros militares a las fuerzas kurdas. Los otros países se abstuvieron prudentemente.
Hace unos días, el PM británico, David Cameron, expresó su preocupación de que el Estado Islámico podría ser lo suficientemente fuerte como para «tener como blanco a la gente en las calles de Gran Bretaña», pero añadió que no estaba considerando una intervención militar. Que el hombre que salvajemente decapitó a James Foley frente a la cámara y que hablaba con acento del este de Londres llevó a las autoridades británicas a buscar su identidad: la decapitación fue inmediatamente considerada un caso criminal, no un bárbaro acto de guerra.
El asesinato de Lee Rigby, el 22 de mayo de 2013, fue considerado un simple caso criminal: el juez que condenó a los dos asesinos, dijo que los «puntos de vista extremistas» que ambos expresaron durante el juicio eran una «traición al Islam». En los medios de comunicación europeos, el Estado Islámico es ahora definido como una «organización terrorista», nunca como una organización islámica. El gran mufti de Arabia Saudita dijo recientemente que «el Estado Islámico es el enemigo del Islam». Muchos diarios europeos, inmediatamente, publicaron titulares que repetían obedientemente lo que dijo. En los principales diarios europeos, Hamas nunca es definido como islámico o incluso terrorista; y es denominado un «movimiento de resistencia».
Los judíos europeos perciben el olor en el aire, y muchos de ellos están haciendo las maletas. El que los periodistas puedan llamarlos «traidores» y seguidores de «Belcebú» no los inspira a cambiar de opinión.
Los europeos que no son ni judíos ni musulmanes perciben que la situación se está convirtiendo, rápidamente, en extremadamente insegura e inestable. También sienten, con razón, que sus líderes políticos no les están diciendo la verdad.
Encuestas recientes muestran que en casi todos los países europeos, una gran mayoría de la gente es pesimista, espera lo peor, y siente una profunda falta de confianza en los políticos, las instituciones gubernamentales y los medios de comunicación. Encuestas recientes muestran también que en la mayoría de países europeos, una mayoría aún más grande de la gente rechaza y detesta al Islam. Los partidos xenófobos están creciendo.
En Reflexiones sobre la Revolución en Europa, publicado en 2009, Christopher Caldwell señaló que «Europa no puede permanecer la misma con una población diferente en ella». Agregó que cualquier debate en Europa sobre los efectos y peligros del Islam es imposible porque «los islamistas violentos intimidan y amenazan». Asimismo añadió que las tendencias demográficas y el auge del islamismo radical en Medio Oriente no indican que la situación mejorará. Cinco años después, está claro que tenía razón.
Europa se dirige hacia un futuro cada vez más incierto. Los debates sobre el impacto y los peligros del Islam son aún menos posibles hoy que hace cinco años. Las tendencias demográficas se están moviendo inconteniblemente en una dirección que es musulmana. El Islam radical en Medio Oriente y en Europa está aumentando cada vez más rápidamente, sin que nadie mueva un dedo para impedirlo.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Y lo que falta…sigan durmiendo….