Fue en el 96.
Las maravillas que íbamos descubriendo, la cordialidad de la gente contagiaban un aire de fiesta.
Como no visitar los tres templos. Tres, aun en una población pequeña.
Uno con un sesgo sefardí, con la bimá en el centro de la nave.
Otro, también en el casco urbano, construido con rezagos.
Elementos metálicos de la cerrada estación de trenes. Columnas y toneles de chapa.
La nave central, de grandes luces libres, una hazaña estructural para los tiempos y recursos de la época. El cielorraso oval presentaba partes escritas en hebreo al revés.
El último de los tres era el templo gaucho, una construcción modesta, blanqueada, en el medio de la nada.
En honor a los visitantes se trajo a través del campo un cable y tuvimos luz eléctrica.
Tuve el honor de estar “adentro “, donde cabíamos unos pocos.
Un grupo numeroso rodeaba el templo desde afuera.
La voz del extraordinario tenor Enrique Grimberg exaltaba aun mas este sagrado momento.
Y cuando terminó el servicio, en forma espontánea bailamos afuera. No lo olvidaremos.
En Basavilbaso la relación entre judíos y gentiles es muy especial.
Baste decir que me tocaba hablar en un acto, y este tuvo que realizarse en el Polideportivo, porque la cantidad de gente excedía en mucho a la comunidad.
Me alojaba en uno de los pocos cuartos disponibles del único hotel en funcionamiento.
Muchos tuvieron que alojar5se a 50 km.
Llovía. Lidia y yo teníamos que llegar al polideportivo.
Colectivos no hay. Taxis tampoco. El piso es de barro.
Pasa un auto y le pido que se detenga.
_Suban.
Quiero explicarle al chofer quien soy.
Yo sé quien sos y a qué hora tenés que estar en el polideportivo.
-Bueno, muy agradecido. ¿Puedo preguntarle quien es usted?
-Soy el presidente de la Corte de Justicia de Entre Ríos
-¿Y es de la cole?
No, pero soy ayudante del Jazan cuando cuadra.
Antes de volver fui de nuevo a la estación. Calle de árboles desnudos, como desnudo de vida estaba el andén, donde en otro tiempo fluían los hombres y las mercaderías.
Atardecía. Un cielo inmenso se tiñó de rosa.
Una gran paz se extendió sobre los campos, las casas bajas y los animales.
Las luces en los frentes de los templos están encendidas.
Como deben añorar los que se fueron a los afectos que quedaron en el pueblo y la belleza de las cosas y al vida sencilla.
También yo extraño.
De todas maneras, Basavilbaso está aun allí y te espera.
Te espera con las vibraciones de indios y fantasmas, epopeyas de colonos y abrazos de afecto. Con tradiciones milenarias, guardadas en toneles de chapa y un templo gaucho.
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