Tras confesar hace unos días que no tenía una estrategia para luchar contra el ISIS (una de las siglas en inglés del Estado Islámico) y sus avances en Irak y Siria, el presidente americano presentó anoche, finalmente, su plan para “degradar y finalmente destruir al grupo terrorista conocido como ISIS“. Desgraciadamente, su propuesta se basa en tres no es y difícilmente podrá alcanzar sus objetivos.
El primero es que América no puede enfrentarse al ISIS sola. De hecho, en estos meses hemos asistido a toda una retahíla, ya convertida en letanía, de argumentos esgrimidos por la Casa Blanca para convencernos a todos de que, por ejemplo, sin la cooperación activa de Irán, todo intento de frenar al Estado Islámico sería fútil. Igualmente, en los últimos días ha habido un reguero de rumores sobre la idoneidad de colaborar con Bashar al Asad para castigar al ISIS en Siria.
Obama ha buscado el apoyo de sus aliados europeos porque ha coincidido con ellos en Gales durante la cumbre de la OTAN, pero el ojo siempre lo ha tenido puesto en el régimen de Damasco y en Teherán. La estrategia presentada ayer ni se molesta en buscar una solución al dilema de cómo bombardear Siria sin reforzar a Asad, cómo reforzar a Bagdad sin promover la presencia y los intereses de Irán en Iraq y cómo potenciar los grupos e instituciones necesarios para encontrar una salida simplemente desde el aire.
El segundo no es la negativa de Obama a considerar el poder militar como un instrumento válido para solucionar el problema que significa el ISIS. Toda su estrategia se basa en la distinción entre banda terrorista e insurgencia. Obama dijo ayer que el ISIS es un grupo terrorista porque no quiere reconocer sus errores del pasado. El Estado Islámico es un grupo terrorista y también un Estado, con su administración, su ejército irregular, su población y su territorio. El ISIS no es Al Qaeda y sus militantes, que viven escondidos y planean en la oscuridad y no se sabe dónde, cómo y cuándo van a volar sus próximos objetivos. El ISIS no avanza sólo a base de coches bomba y terroristas suicidas: sus fuerzas ocupan el territorio, las ciudades, y hacen limpias de enemigos allí donde se instalan.
Plantearse luchar contra un movimiento revolucionario e insurgente como si nos enfrentáramos a unas células terroristas no augura nada bueno. El orden del ISIS no se eliminará solamente con drones y unidades de operaciones especiales. Acabar con el Estado Islámico no es como eliminar a Osama ben Laden.
Tercer no: Obama no quiere reconocer que el ISIS es un movimiento islámico. De hecho, no deja de ser verdaderamente sorprendente que el presidente de los Estados Unidos se arrogue la autoridad teológica que le permita definir quién pertenece al islam y quién no. Una cosa es afirmar, como hizo en su día George W. Bush, que no todos en el islam son terroristas y otra muy distinta creer que el terrorismo islámico no es islámico. ¿Cómo explicar entonces los discursos de sus líderes, las referencias al Corán, sus rezos y prácticas, la aplicación de la sharia y sus referencias al califato? El ISIS no es un grupo nihilista, como el presidente y su secretario de Estado han repetido incansablemente. Muy al contrario, es un movimiento de creyentes.
Obama se salta por voluntad propia la primera ley de la estrategia: conoce a tu adversario. Y lo caracteriza erróneamente. No le queda otro remedio, porque es la única forma que tiene para evitar hablar de guerra ideológica, de aceptar que muchas de las ideas avanzadas por el equipo de Bush (y Blair y Aznar) eran correctas, y de argüir que con comandos y aviones se puede eliminar estar amenaza.
El presidente Obama ha dado un gran paso: antes no tenía una estrategia y ahora tiene una. Lástima que esté mal fundamentada, confunda al enemigo y vaya a ser dotada con medios inadecuados. Ahora bien, es una estrategia, aunque sea la equivocada. Hay otros, como el Gobierno español, que ni se lo plantean.
El error mas grande que han cometido y siguen cometiendo los políticos, aunque el cargo de presidente les otorgue el comando general de las fuerzas armadas, es no prestar atención a sus militares de carrera, profesionales que han dedicado su vida entera a la guerra. Es el mismo caso comparable a traer al panadero de la esquina a pedirle que cambie el tablero eléctrico de la casa, posiblemente lo pueda hacer, pero es una gran torpeza de criterio, desgraciadamente, el ego es tan grande que no repara en el viejo dicho popular ‘ zapatero a tus zapatos ‘.
Debe haber causado gran sorpresa en muchos expertos el anuncio por parte de Obama de que daría un plan para acabar con la amenaza, él en persona, tomó las riendas de algo extremadamente complejo, cuando ni siquiera pudo implementar el plan de salud popular, prometido en su programa de campaña, esto no es un insulto, sino un sano consejo de viejo lobo de mar, para hacer un buen trabajon nada mejor que un experto !.-
Tampoco es casualidad que pocos se entusiasmen con la idea de una coalición para ir a la guerra, al mando de quien no sabe de que se trata, que se necesita, y ni siquiera sabe por donde empezar, los militares de alto rango de EEUU se deben haber sentido humillados a tal punto que dificilmente, ahora, deseen intervenir, so pena de ser mandoneados por un político improvisado como comandante general.
La tormenta del desierto fué arrolladora, contra el mayor ejército del Medio Oriente, en el mando de un general muy experimentado, la ‘Libertad Duradera’ es otro caso de sentido común y no hubiera funcionado de otra forma, si bien las consecuencias dejadas, son precisamente, las malas deciciones de el mismo que ahora no sabe como arreglar el tablero eléctrico que no pudo hacer el Panadero !!
Para salir de este atolladero, solo hay que utilizar el síndrome de Aquiles, ‘ no controlarlo, solo, soltarlo ‘, es decir, pasar el mando incondicional a la Otan y asignarle misión!
Es bien sabido que las guerras entre vecinos en la zona son el deporte nacional, lo han practicado desde que existen, incentivados por una doctrina guerrera disfrazada de religión, brutal, sangrienta, despiadada. No ha de sorprender las afirmaciones de la casa Saudi, en 30 dias en Europa y en 60 en América. Ya Morales de Bolivia les dió pase libre a la triple frontera, Ciudad del Este, puerto Stroesner, el mayor mercado negro de armas, drogas, dinero y mercenarios del continente.
Que tenemos miedo?, claro que tenemos miedo!!!, cuando se ha visto una falta de liderazgo tan irresponsable??
Esperemos que prime el sentido común, que prevalezca la inteligencia, que terminen las disputas internas y se designe una fuerza capaz de detener esta abalancha terrorista, que pronto, desde Medio Oriente estará a las fronteras de México y EEUU, solo hay que imaginarlo para ponerse nervioso!!