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| sábado noviembre 23, 2024

Una estrategia para el caos


En un artículo publicado el 29 de setiembre de este año en el «Daily Star» de Beirut, el periodista norteamericano David Ignatius reseña un libro de Abu Bakr Naji titulado provocativamente «El manejo del salvajismo» y constituye una descripción muy clara de la estrategia utilizada por el Estado Islámico (EI) en su campaña militar para extender su «califato» en Oriente Medio.

El libro no es nuevo. Fue publicado en 2004 y traducido al inglés el mismo año por William McCants, un profesor de la Academia Militar West Point de Estados Unidos. (Los interesados en profundizar en el tema pueden encontrar el texto íntegro de la traducción inglesa en Internet).

Su título completo es «El manejo del salvajismo: la etapa más crítica por la cual deberá pasar la comunidad islámica». Se cree que el nombre del autor es un seudónimo y según el Instituto Al Arabiyah su verdadero nombre es Muhammad Khalil al-Hakaymah. Otros comentaristas creen que ha sido redactado por un comité.

Según Ignatius, el texto yihadista propone que los combatientes islamistas arrastren a Estados Unidos a una guerra de desgaste que no está dispuesto a soportar. El autor considera que la pérdida de prestigio de Estados Unidos como superpotencia «ha terminado con el aura de invencibilidad que su poder solía proyectar». A su juicio, Estados Unidos es un tigre de papel que se agotará en una larga guerra en países musulmanes y seguramente deberá afrontar serios problemas sociales domésticos.

Abu Bakr Naji argumenta que la forma de socavar el poderío norteamericano es la violencia cruda, cuando más aterradora mejor. En el desorden de los anteriormente estables países árabes, los yihadistas podrían prevalecer por medio del «manejo del salvajismo».

Naji expresa su desprecio por la blandura, exalta las tácticas brutales y se justifica recordando que los dos califas que siguieron al profeta Mahoma «quemaron a la gente con fuego, aún cuando era odioso, porque comprendían el efecto de la dura violencia en épocas de necesidad».

Naji confiesa inspirarse en Ibn Taymiyah, el influyente erudito islmaista del siglo XIV que murió en la prisión en Damasco en 1328, y que también fue fuente de inspiración para otros teóricos del islamismo radical como el egipcio Sayyid Qutb.

No es casual entonces que el politólogo y ex profesor de historia de Oriente Medio en la Universidad de Harvard, William R.Polk haya equiparado a Sayyid Qutb con Abu Bakú Naji. Su ensayo sobre este tema publicado por el «Middle East Policy Council» se titula «El fundamentalismo de Sayyid Qutb y el yihadismo de Abu Bakr Naji».

A diferencia de Ignatius, Polk hace una descripción detallada de la «estrategia del caos» de EI. La primera etapa de la guerra es la humillación del enemigo mediante su agotamiento en una guerra en pequeña escala. Las operaciones en esta fase no serían de gran envergadura pero tienen que ser dramáticas e impactantes.

La segunda etapa consiste en la difusión del salvajismo con el objetivo de «separar las regiones elegidas para ser atacadas del control de los regímenes apóstatas». En esta fase se pasaría de la guerra de guerrillas limitada al terrorismo en gran escala.

La tercera etapa es la «administración del salvajismo». En ella se establecería una «sociedad combatiente» con objetivos de autodefensa. Asimismo, se formaría una agencia de Inteligencia para conocer los planes del enemigo y combatir a la subversión interna.

Además, habría que crear una programa político-social para «unificar los corazones del pueblo». Esto implica la creación de un enclave bajo control del movimiento desde el cual será posible crear los fundamentos de un Estado rudimentario. Desde esta base sería posible «expandirse, rechazar a los enemigos, apoderarse de su dinero y colocarlos siempre a la ofensiva».

Naji extrae lecciones de la campaña rusa en Afganistán y llega a la conclusión que no se trata de lograr una victoria militar aplastante sino de agotar sicológicamente al enemigo. Al respecto escribe: «La táctica correcta es diversificar y ampliar los golpes humillantes al enemigo cruzado-sionista en todos los lugares del mundo islámico, y aún fuera de él, si es posible. Por ejemplo, si un lugar turístico favorito de los cruzados en Indonesia es golpeado, todos los lugares turísticos en todos los países del mundo tendrán que ser resguardados con guardia adicional. Si un banco usurero perteneciente a los cruzados en Turquía es golpeado, ello tendrá consecuencias económicas negativas para todos sus bancos en el mundo».

Si Naji es duro con los «cruzados» occidentales, no es más complaciente con los hermanos árabes: «Si el régimen apóstata de Egipto emprende acciones contra un grupo de combatientes yihadistas, otro grupo en Argelia o Marruecos puede realizar un ataque contra la embajada de Egipto o secuestrar a diplomáticos egipcios hasta que los combatientes sean liberados. La política de violencia debe seguir aún si sus demandas no son aceptadas. En ese caso los rehenes deben ser liquidados de manera aterrorizante para sembrar miedo en los corazones del enemigo y sus partidarios».

En su conclusión, Polk señala que la doctrina militar de Naji puede ser descrita como una versión musulmana de la de Mao Zedong y Ho Chin Mi: el uso del terrorismo cuando es la única forma de acción posible y luego, en una etapa más avanzada del conflicto, operar desde «zonas liberadas».

Para Naji, la lucha «no tiene un carácter económico, político o social, sino que es una lucha por Alá y contra los infieles».

Polk comenta que el mundo no conoció nada parecido desde las grandes guerras religiosas de 400 años atrás. Pero cabe agregar que si bien la causa puede resultar antigua al igual que el ardiente fanatismo que inspira a sus partidarios, su capacidad para matar es trágicamente muy moderna.

 

 
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