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| lunes noviembre 18, 2024

La lucha por el Monte del Templo y la paz


El pasado jueves, Israel volvió a estar en el punto de mira de los medios internacionales y del mundo árabe y musulmán cuando la violencia provocó un cierre temporal de los accesos al Monte del Templo de Jerusalén y a sus mezquitas. Las críticas, duras y encendidas, llovieron sobre el Estado judío procedentes de diversas fuentes musulmanas, e incluso de Jordania, un país que tiene un tratado de paz firmado con Israel y depende de él para cooperar en cuestiones de seguridad.

Pocos se molestaron en mencionar, y mucho menos en criticar, el intento de asesinato de un activista judío –que fue lo que provocó el cierre del recinto–, o las machaconas incitaciones por parte de los líderes palestinos, las cuales contribuyeron a provocar el problema. Pero, como señala Seth Mandel, si bien los disparos originaron una cobertura mediática sesgada, que se valía de los mismos argumentos que quienes incitaban a la violencia, aquí hay más cuestiones de fondo. La obsesión por mantener a los judíos fuera del lugar más sagrado del judaísmo y, de hecho, fuera de buena parte de Jerusalén, nos dice cuanto necesitamos saber acerca de por qué no hay paz a la vista.

Desde el punto de vista de quienes critican a los israelíes en la disputa por su capital y por el Monte del Templo, la idea de que haya judíos que se muden a ciertas zonas de la ciudad o de que visiten la explanada que domina el Muro Occidental (o incluso recen en ella) resulta profundamente provocadora. Las sensibilidades árabes se ofenden por la presencia judía tanto en barrios de mayoría judía de Jerusalén Este como en aquellos de mayoría árabe. Los musulmanes se sienten especialmente indignados ante el espectáculo de los judíos que caminan por el Monte del Templo, cerca de las mezquitas, o de los que oran allí (lo que actualmente está prohibido).

La mayor parte de Occidente acepta esta forma de ver los acontecimientos, juzgándola intrínsecamente razonable; quienes, como el judío al que dispararon el pasado día 29, defienden el derecho de los judíos a rezar en el Monte, o los líderes judíos que creen que los judíos tienen todo el derecho a vivir en la zona que quieran de su capital ancestral, son considerados unos extremistas perturbadores de la paz. De hecho, el rey Abdalá de Jordana, que se siente obligado a atacar verbalmente a Israel debido a que la mayoría de sus súbditos se opone al tratado de paz y desprecia el hecho de que es el Estado judío quien garantiza realmente su capacidad de mantener a raya al Estado Islámico y a otros islamistas, declaró que había que culpar del problema tanto al extremismo judío como al musulmán.

Pero lo que debemos entender de este marco de referencia es que se basa en la idea de una paz comunitaria que exigiría una segregación oficial, la cual dejaría fuera de los límites para los judíos diversas zonas de la ciudad y un lugar sagrado fundamental. Eso puede parecerle razonable a quienes consideran que el regreso de los judíos a su patria histórica es algo a lo que hay que dar marcha atrás, no algo que haya que aceptar. Ello no sólo plantea la cuestión de por qué los judíos deberían aceptar semejante derogación de sus derechos; además nos exige preguntarnos cómo tales actitudes pueden ser compatibles con cualquier idea de paz.

Aunque los árabes y el Departamento de Estado estadounidense consideren que es una provocación indignante, la idea de permitir que los judíos vivan en cualquier parte de la ciudad no impediría un tratado de paz, en el caso de que los palestinos llegaran a aceptar alguno. Al fin y al cabo, Israel ya les ha ofrecido independencia y un status de Estado en casi toda la Margen Occidental, Gaza y una parte de Jerusalén, y lo rechazaron en 2000, 2001 y 2008. También rehusaron negociar seriamente una solución de dos Estados el año pasado, cuando el tema estaba sobre la mesa con el actual Gobierno israelí. Cualquier tratado de paz tendría que garantizar que la ciudad siguiera abierta a ambas partes, especialmente los lugares sagrados. Pero si, como parece indicar la reciente violencia, el principal objetivo de los palestinos es asegurar que se mantiene a los judíos fuera de cuantos lugares sea posible, incluidos los sagrados, ¿qué clase de paz sería esa?

El empeño de los líderes palestinos en insistir en el mito de que los judíos planean volar la mezquita de Al Aqsa y otros lugares sagrados islámicos les ha ayudado a avivar el odio religioso y a fomentar la violencia durante casi un siglo. Es algo que se basa en la convicción de que los judíos no tienen derecho a estar en ningún lugar del país. Cuando el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, le dice a su pueblo que emplee cualquier medio para mantener a los judíos fuera del Monte del Templo o de zonas de Jerusalén, no se limita a expresar una opinión sobre una cuestión concreta, sino que envía una señal de que no hay un fin de la guerra palestina contra el sionismo a la vista.

Los dirigentes de ambas partes deberían estar haciendo todo lo posible por mantener tranquila Jerusalén, pero la paz no puede comprarse accediendo a una prohibición segregacionista, tipoapartheid, según la cual los judíos no podrían visitar o residir en ciertos lugares. En vez de tolerar unas actitudes tan peligrosas, Estados Unidos debería estar enviando un claro mensaje a los musulmanes: que deben aprender a vivir con sus vecinos judíos y compartir la ciudad. Pero mientras Washington se dedique a lanzar insultos contra Israel, podemos estar seguros de que, seguramente, habrá más violencia e incitación.
Commentary

​http://elmed.io/la-lucha-por-el-monte-del-templo-y-la-paz/

 
Comentarios

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Para evitar conflictos, los judíos no deberían frecuentar el Monte del Templo, del mismo modo que los judíos que oran en el Muro de los Lamentos no permitirían que musulmanes fueran a orar en ese recinto sagrado para el judaísmo. Estos conflictos de parcelas religiosas son exasperantes. Por lo demás, creo que los barrios, tanto judío como musulmán, deberían estar abiertos que habitasen en ellos tanto individuos de una comunidad como de la otra. Si los árabes deberían permitir que los judíos residieran en zonas consideradas como propias de los musulmanes, los judíos tembién deberían permitir que en sus barrios residieran musulmanes. O eso o una clara segregación. Pero si hay tolerancia, debe ser mutua.

En no pocas ocasiones, fueron apedreadas personas que oraban frente al «Kotel» (Múro) desde sus aledaños, por parte de individuos fanatizados por el ódio, y que desconocen por completo el significado de la palabra «tolerancia», ésto por responder al requerimiento que manifiesta Regina, en lo tocante al respeto que es llamado a inspirar, todo lugar santo …
Antes de exigir a los demas «respeto» es preciso estar en disposicion de prodigarselo en identica medida, segun mi modesto entender … la mezquita al aksa, se asienta sobre los restos del que fuera Templo salomónico, lo cual explica la particular vinculacion, que hacia el espacio que ocupa, pueda sentir todo judio observante …
Por ultimo, la idea de ubicar árabes en barrios judios y al reves, solo podrá evaluarse cuando exista entre ámbas comunidades un nivel de convivencia, que por ahora brilla por su ausencia, ya que de lo contrario, nos expondriamos a problemas mayores de toda indole , ahi tenemos a Hebron, para ratificarlo …

Hay que saber medir los tiempos, el Monte del Templo estuvo allí siempre, la estructura es de la época de Herodes, la mezquita desde que la construyeron los musulmanes y es su tercer santuario en importancia.

Que sentido práctico tiene ahora, cuestionar el hecho?
Al pueblo Judío se le ha quitado todo, el primer templo, el segundo y la posibilidad del tercero en el mismo lugar y se lo ha relegado a las afueras, porque el Kotel, está fuera del recinto del templo. Sin embargo, se ha convertido en el tercer templo, y que hay mas noble que esa actitud?, que hay mas respetable que si no dejan entrar, pues ‘ minian b’jutz ‘, que otro pueblo es capas de tal actitud, solo el Judío, por-supuesto, y eso es lo que les molesta, que todos los intentos de eliminación, hasta la shoá, no han logrado.

Estoy muy orgulloso de mi pueblo, asi debe ser, y seguirá siendo.
Si se hubiera querido demoler esa mezquita, ya se hubiera hecho, lo honorable es que se ha conservado, como ‘no’ han conservado nuestras sinagogas, las han quemado, nuestros Talmud Yerushalmi y Babli, han sido quemados 2 veces, en Venecia y en Paris y nos han destruido? NO !!!, porque somos muy fuertes !!!

Pero paciencia, ya encontraremos el momento de nuestro tercer templo, por ahora hay asuntos mas importasntes que resolver.
Cuanto mas sólida sea nuestra base cultural, espiritual, artística y científica, mas cerca estaremos del templo añorado.

A pensar !!!

El ejercicio de pragmatismo y paciencia al que nos invita Joel, es sin duda recomendable y valioso, el cual no obstante, no deberia hacernos perder la perspectiva de las cosas, o a renunciar implicitamente, a derechos inalienables a toda persona, (judios incluido) …
Guardar las formas, no supone en ningun caso, abdicar en el fondo …

Nunca debieron prohibir Plegarias de los judíos en el Monte del Templo, que es el lugar más sagrado del judaísmo; ese derecho tiene que ser reconquistado!

Posiblemente los Islamitas cuando tomen Italia y El Vaticano, prohíban a los católicos entrar a la Basílica de San Pedro.

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