Herida y temerosa, Jerusalén ha despertado bajo el trauma delatentado terrorista en una sinagoga y el asesinato de cuatro rabinos y un policía de tráfico israelí que acudió para frenar a los dos palestinos armados, los primos Ghasan y Uday Abu Jamal. Con sus líderes más enfrentados que nunca y el proceso de paz paralizado desde abril,israelíes y palestinos temen que la actual ola de violencia y acusaciones desemboque en una guerra religiosa.
En el día después, los ultraortodoxos han hecho un llamamiento para acudir hoy al funeral del policía druso Zidan Saif que, según los testimonios, «salvó muchas vidas con su acción en la sinagoga».
Horas después de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometiera la destrucción de la casa de los dos atacantes procedentes del barrio de Jabal Mukaber, el ejército demolió la vivienda de Abed al-Rahman al-Shaludi en Silwan, en Jerusalén Este. Se trata del palestino que el pasado 22 de octubre asesinó, en uno de los llamados «atentados-atropellos», a un bebé israelí de tres meses y una joven ecuatoriana mientras esperaban el tranvía en la ciudad.
El significado de la destrucción de los hogares
La destrucción de casas de los autores de atentados es una polémica práctica que Israel cesó tras la Segunda Intifada. Su eficacia está a debate en los organismos de seguridad israelíes. Por un lado, los servicios secretos internos (Shabak) consideran que es una importante medida de disuasión que tiene efecto en el entorno del potencial terrorista. Es decir, se trata de un castigo por el atentado, pero también de un aviso a los que piensen emularle. Por otro, el ejército opina que destruir su casa tiene un efecto contrario ya que sólo alimenta más odio y sed de venganza.
El ministro de Finanzas y líder ultranacionalista, Naftali Bennett, critica la «política defensiva» del Gobierno y sugiere una operación más amplia. «No podemos esperar a que nos sigan asesinando y lo que yo aconsejo es ir a donde están ellos. Pasar al ataque para cortar esta ola de atentados y si es necesario con el envío de soldados a Jerusalén», ha afirmado a la emisora Galei Tsahal.
La policía israelí ha colocado puestos de control en el acceso de algunos barrios palestinos y ha reforzado la protección en los lugares de culto, guarderías y escuelas de Jerusalén. Una ciudad que desde el 22 de octubre ha enterrado a nueve personas en varios atentados cometidos por los llamados «lobos solitarios»: palestinos de Jerusalén Este con carné israelí y trabajo en la ciudad que aparentemente actúan sin recibir ayuda de la infraestructura de las facciones armadas. Muchas veces la justificación de sus orgullosos familiares es la misma que ayer el primo de Ghasan y Uday dio a ELMUNDO: «Son héroes y mártires que defendieron la Mezquita Al Aksa, en peligro por las provocaciones de los extremistas israelíes» .
‘La lucha por Al Aksa’
La elección de una sinagoga para cometer el sangriento atentado confirma el camino hacia la temida guerra religiosa en Jerusalén. En el epicentro, la Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo. Mientras Netanyahu reitera que Israel no pretende cambiar el ‘status quo’ y por tanto continuará prohibiendo el rezo judío en el recinto sagrado, los palestinos le acusan de tolerar la entrada «provocadora» de extremistas judíos. Las redes sociales y partidos políticos (desde Al Fatah hasta Hamas) no cesan en llamar a los palestinos a «la lucha por Al Aksa».
El presidente palestino, Abu Mazen, niega que desee una nueva Intifada y acusa a Netanyahu de la ola de violencia en Jerusalén. Es la respuesta a la mayoría de ministros israelíes que le acusan de «incitar a la violencia contra los judíos y alentar los atentados» poniendo como ejemplo la carta de apoyo que el ‘rais’ envió a la familia de Mutaz Higazi, el joven palestino que intentó asesinar al ultranacionalista Yehud Glick hace tres semanas. Una conocida figura religiosa a favor del rezo de los judíos en el Monte del Templo. El santuario convertido en manzana de la discordia.
La guerra religiosa se acerca día a día. Con palabras y con atentados. Como botón de muestra, las últimas palabras de Higazi a Glick segundos antes de dispararle a quemarropa en Jerusalén: «Lo siento mucho, pero eres enemigo de Al Aksa»
http://www.elmundo.es/internacional/2014/11/19/546c75d4268e3ec21f8b457b.html
Cuantos muertos necesitamos para que la comunidad internacional , a la que no le interesa en absoluto.Nos diga pasen de la defensa al ataque, los entendemos y apoyamos ………………
Basta de Ingenuidad a costa de la sangre de nuestro Pueblo !! O de hacer Politica ,no ha llegado la hora de detener en seco a quienes asesinan impunemente antes de que lo hagan? Muchas veces el iluminismo nos ciega y nos olvidamos del pasado… 6 millones nunca mas y la comunidad Internacional que nos juzgue ….. pero en vida !! Una sola vida vale lo mismo que miles . Acaso alguien puede pensar que estos atentados fueron hechos por gloria y decision individual sin ordenes ni lazos con el terrorismo ? Si queremos paz duradera debemos eliminara quienes atacan a nuestro Pueblo y a esos mismos que usan al suyo propio como kamikazes.
Si hay que convertirse en ejecutores aun so pena de lo monstruoso e inhumano que parezca estaremos dando un marco de paz a los nuestros y a la mayoria del pueblo arabe que es rehen de estos nuevos cruzados delirantes. Y a convivido en paz con Israelies y judios durante milenios. Que la historia nos juzgue como sobrevivientes no que nos recuerde en las fosas.